México D.F. Jueves 22 de abril de 2004
DISQUERO
Pablo Espinosa
Keith brinda por Volfi
VERLO PARA CREERLO y escucharlo para degustarlo:
en la foto de Petra Goldmann, quien activó el obturador una noche
linda de mayo de hace ocho años en la Sala Mozart de Stuttgart,
vemos al maestrísimo Keith Jarrett brindando ante una partitura
de Wolfgang Amadeus.
PARA
SER PRECISOS, el maestro Jarrett rinde pleitesía al manuscrito
del glorioso Concierto 20 de Volfi Mozart, es decir está
parado frente a la belleza desnuda y pura. Si hoy que estamos por entrar
en otro mayo activamos el botón de play del aparato reproductor,
podremos brindar con Keith y con Volfi cada vez que en las bocinas se escuche
el aleteo de ángeles que Mozart compuso en formato Romance en el
segundo movimiento de ese preciado Concierto Vigésimo para
teclado, o bien cada vez que subamos el volumen en cuanto empiece a caminar
el Andante del Concierto 17, o bien cuando sintamos unas alas de
ángel o de colibrí latiendo en las entendederas cada vez
que respira suavemente el Andantino del Concierto Jeunehomme.
YA PARA CUANDO en las bocinas estén bailando
el Adagio y la Fuga para Orquesta de Cuerdas, que están
en el track final, seguirán lloviendo flores desde los árboles
de jacaranda sobre las calles de la ciudad de México, mientras en
la Sala Mozart de Stuttgart no habrá más que silencio, que
es oro. Pero como bien dicen que no todo lo que brilla es orégano,
habrá que decir que los conciertos para piano números 20,
17 y 9 (conocido con el bello nombre de Jeunehomme) y el Adagio
y Fuga para Orquesta de Cuerdas, todas ellas páginas de Mozart,
están contenidas en el disco titulado Mozart Piano Concertos,
del infalible sello alemán ECM, y desbordados en la interpretación
inenarrable de Keith Jarrett, ese maestro de la improvisación instantánea
que rebasa el viejo nombre de jazz.
EL MAESTRO JARRETT ha desarrollado, a la par de
sus conciertos para piano solo y de sus presentaciones jazzísticas,
una carrera como concertista y compositor que ha quedado patente en otras
grabaciones que incluyen las gloriosas Variaciones Goldberg de Bach
y, entre una discografía clásica abrumadora, una serie anterior
dedicada a Mozart, de dos discos al igual que el volumen que aquí
recomendamos con el mismo entusiasmo con el que se comparte la belleza
más rotunda por sencilla, por ejemplo cuando cae sobre nuestra cabeza
una flor de jacaranda por la calle.
Harnoncourt deletrea a Mozart
Y SI ENSEGUIDA ponemos en el tornamesas el compacto
titulado Miserere. Sacred Arias (Teldec), la lluvia de flores
de jacaranda se tornará neblina morada hendrixiana en un efecto
insólito de la percepción, producido por ese artificio matemático
que técnicamente se denomina fraseo y que consiste en la manera
en que cada uno respira una partitura.
CON EL DISCO Miserere, que reúne
pasajes sublimes de las misas de Mozart (lo cual es una obviedad bella),
la respiración se torna lenta, suave, reposada, en paz. La dirección
artística de esta obra maestra del arte de la compilación
está a cargo de Nikolaus Harnoncourt al frente del conjunto de privilegio
Concentus Musicus Wien.
DECIR QUE HARNONCOURT es, con Pierre Boulez, la
máxima autoridad musicológica en el mundo de hoy, que es
casi mayo, es una obviedad afortunada y semejante a decir que Mozart es
el compositor más hermoso que ha existido en esta tierra nuestra
y que la lluvia de jacarandas es más que una experiencia religiosa:
es una epifanía. Ya lo dice el viejo adagio japonés: Eso
Keniké.
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