México D.F. Viernes 16 de abril de 2004
Orestes parte expresa mucho de lo sucedido
en los años 70 en México, dice
A 17 años de su estreno, reponen ópera
de Federico Ibarra en Bellas Artes
ANGEL VARGAS
Según la crítica especializada, Orestes
parte es una de las mejores óperas que se han escrito en México.
Debieron transcurrir 17 años desde su estreno,
en el Palacio de Bellas Artes en 1987, para que el público pueda
apreciarla de nueva cuenta, lo cual ocurrirá a partir de la semana
próxima en ese recinto.
Escrita por Federico Ibarra, una de las máximas
figuras nacionales en ese género, la obra forma parte del programa
doble que la Compañía Nacional de Opera presenta dentro de
su temporada 2004, en el cual se incluye asimismo uno de los pilares del
mundo operístico del siglo XX: El prisionero, de Luigi Dallapiccolla.
Ambos
títulos contarán con la dirección escénica
del creador mexicano Juan José Gurrola, mientras que de la parte
concertadora se encargará el músico español José
Luis Castillo, titular de la Sinfónica de la Universidad de Guanajuato,
quien es uno de los directores especializados en repertorio contemporáneo.
El reparto será diferente en cada obra, con algunas
excepciones; un dato sobresaliente es que predominan los cantantes de origen
nacional. En El prisionero participarán, por ejemplo, Amelia
Sierra, Arturo Rodríguez y Oscar de la Torre; y en Orestes parte
lo harán Silvia Rizo, Carla López Speziale, Guillermo Ruiz
y Mario Hoyos, quien interviene en los dos montajes.
La reposición de cualquiera de sus óperas
siempre representa para Federico Ibarra un privilegio y compromiso. Pero
en el caso de Orestes parte, manifiesta en entrevista, a esos aspectos
se suman también cierto nerviosismo e incertidumbre.
''Digamos que tengo temor y no. No, por
que es una obra que ya probó en un momento que
funciona. Pero sí lo tengo porque desconozco cómo será
asumida por el público de hoy; si el mensaje escénico y el
musical serán comprendidos y cumplirán sus objetivos. En
fin, me emociona esta gran incógnita", explica.
Culpa hereditaria, traición y venganza
Nacido en la ciudad de México en julio de 1946,
Federico Ibarra comenta que de los siete títulos operísticos
que integran hasta la fecha su catálogo, éste se distingue
por su naturaleza de confrontación y crítica sociales:
''Es una obra de denuncia, pero está hecha de tal
forma que no se incurre en lo panfletario, sino que cada uno de los personajes
representa una serie de situaciones y cuestionamientos."
Con libreto de José Ramón Enríquez,
Orestes parte está basada en La Orestiada, de Esquilo,
cuya escritura se remonta al siglo V aC y está dividida como trilogía
en Agamenón, Las Oferentes (Coéforas) y Las Furias
(Euménides). La trama que plantea es la de la culpa hereditaria,
de la traición y la venganza.
''Ahora que la veo con el tamiz del tiempo -prosigue Ibarra-,
me doy cuenta que la historia creada por José Ramón es muy
de la década de los años 70. Sí toma como punto de
partida la tragedia griega, pero dice mucho de lo ocurrido en el México
de ese momento, en el que nosotros éramos jóvenes."
Es decir, apunta, los personajes y las situaciones son
utilizados como símbolos y referentes para aludir a varios de los
aspectos con los que la juventud de aquella época estaba en desacuerdo.
Por ejemplo, Orestes representa la rebeldía, al
incumplir el designio que supuestamente se le había conferido como
destino; Egisto y Clitemnestra, el poder subyugador, asfixiante, contra
el que los jóvenes deben luchar, y Electra, la revolución
muerta por las manos de sus propios creadores, en otras palabras, la represión
y la matanza estudiantil de 1968.
Es una crítica también ''a la situación
familiar que ya se estaba viendo en esos momentos como un resquebrajamiento
de todo lo que la sociedad había ideado en relación con la
juventud", abunda Ibarra.
''Estábamos viendo la decadencia de la familia
y de toda una serie de cosas que, 20 años después, seguimos
constatando, sólo que en aquel momento era mucho más fuerte
todo el asunto que nos estaba moviendo.
''La juventud, representada por Orestes, era la única
que no quería mancharse de sangre las manos y buscaba cómo
salir indemne de toda esa serie de situaciones desgarradoras."
La orquesta, un personaje más
En cuanto a la música de Orestes parte,
el compositor describe que se trata de una partitura en la que plasmó
muchos de sus planteamientos e inquietudes estéticos de la época
en que escribió la obra, en 1981.
''En ese momento pertenecía a la denominada vanguardia,
y lo único que puedo decir, espero que se escuche, es que hay una
serie de búsquedas de colores, de ver cómo la orquesta se
confrontaba con los cantantes o cómo se unía, desligaba o
yuxtaponía con toda una serie de actos", rubrica.
''Entonces la orquesta no es un acompañamiento,
sino un personaje más, aspecto que trae consigo problemas profundos,
sobre todo en lo relativo al equilibrio entre voces e instrumentos. Es
una orquesta extraordinariamente poderosa."
(Las funciones de El prisionero y Orestes parte
serán los días 22 y 27 de abril, a las 20 horas, y el
25 a las cinco de la tarde, en el Palacio de Bellas Artes.)
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