México D.F. Martes 6 de abril de 2004
La pobreza en el campo se agudizó por
el abandono oficial, no por el acuerdo, señalan
Es innecesario renegociar el TLCAN: expertos convocados
por el gobierno
Demandan una política de Estado para el agro;
es asunto de seguridad nacional, afirman
MATILDE PEREZ Y MIRIAM POSADA
A partir de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio
de América del Norte (TLCAN), en el agro mexicano aumentó
la pobreza alimentaria y patrimonial, así como la concentración
de la riqueza; sin embargo, el acuerdo no ha sido el factor determinante
en esa situación, por lo cual es innecesaria la renegociación
de su capítulo agropecuario, concluyeron los autores del estudio
Evaluación integral de los impactos e instrumentación
del tratado.
Convocados
por la Secretaría de Economía tres meses después de
la fecha comprometida para su presentación, tras la renuncia de
Armando Paredes Arroyo a la presidencia de la Comisión de Seguridad
Alimentaria y Comercio del Consejo Mexicano para el Desarrollo Rural Sustentable,
y en ausencia de los representantes de las organizaciones campesinas, los
coordinadores del estudio, José Romero y Alicia Puyana, concluyeron
que la agudización de la pobreza rural tiene su raíz en el
abandono de la inversión gubernamental en infraestructura y la carencia
de una política de Estado para que la sociedad comprenda que el
sector agropecuario es asunto de seguridad nacional.
Aún hay prácticas "que discriminan y han
empobrecido" a la mayoría de los campesinos, porque las políticas
públicas no se han desarrollado con la magnitud ni la intensidad
suficiente, debido a que si bien el sector agropecuario aporta 6 por ciento
del producto interno bruto (PIB), sólo se le regresa en inversión
un máximo de uno por ciento.
Los coordinadores del estudio precisaron que otros factores
que han contribuido en dicha situación son la crisis económica
de 1995, la depreciación del peso y su posterior sobrevaluación,
la carencia de crédito para el sector, las deficiencias en los sistemas
de apoyo implementados por el gobierno federal, la inestabilidad y tendencia
a la baja de los precios de los productos agrícolas y las políticas
distorsionantes de los socios comerciales en materia de subsidios a la
agricultura, sobre todo en productividad, lo que propicia sobreoferta y
baja de precios.
"Se requiere de una reingeniería social y política,
así como dedicar una inversión cinco veces mayor a la actual,
de manera continua, para lograr por lo menos el equilibrio que se ha perdido
en la relación PIB-inversión en el agro", aseguraron.
Romero, investigador del Colegio de México, y Puyana
de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), propusieron
una estrategia de aglutinamiento de las parcelas menores a cinco hectáreas
en unidades eficientes y rentables, sin que ello implique el cambio en
la titularidad de la tierra, modelo ya aplicado por los países desarrollados
en años pasados, que rompió con el paradigma de que la superficies
extensas son las más rentables.
Rechazaron que su evaluación y propuestas se basen
en información conocida antes de la firma del TLCAN. "Proponemos
cosas bastante novedosas, que requieren de una reingeniería social
y económica; lo que falta es voluntad política de la sociedad
en torno al futuro del campo, pues ha sido refugio de pobreza y sujeto
de pocos cambios, ya que se le ha supeditado a otros sectores; no es por
falta de dinero que se le ha desatendido."
Beneficios globales
Se manifestaron en contra de la renegociación o
revisión del capítulo agropecuario del TLCAN, porque éste
ha dejado beneficios globales, aunque se han concentrado en un pequeño
número de agricultores -particularmente productores de frutas y
hortalizas- y paralelamente las políticas públicas no se
han desarrollado con la magnitud esperada. La política de Estado,
expresaron, tendría que estar enfocada a atender de manera directa
la producción de granos y oleaginosas para integrarlos al mercado,
esto es, focalizar las políticas sin dejar de lado el tratado.
La economía campesina es viable a pesar de la baja
de los precios internacionales, ya que en años pasados los rendimientos
por hectárea aumentaron incluso en granos básicos, afirmaron.
No obstante, insistieron, se requiere una estrategia adecuada, y a manera
de ejemplo señalaron el caso de Chile.
En 1994 el valor agrícola de México y el
del país sudamericano eran iguales, pero en 2000 en Chile era del
doble. Así, apremiaron al gobierno a dar dinamismo al sector agropecuario
para enfrentar retos y oportunidades de la apertura de mercados, emplear
a cientos de mexicanos, retener a los habitantes del campo y reducir la
presión demográfica en las zonas urbanas.
Enfatizaron que aun cuando se consiguiera que Estados
Unidos y otras naciones desarrolladas redujeran los millonarios subsidios
agrícolas, no sería suficiente para que el campo mexicano
fuera competitivo en los mercados nacional e internacional, sino que urge
modificar la política interna.
"Las políticas públicas no se desarrollaron
ni con la magnitud ni con la cobertura requeridas para enfrentar la competencia
externa, elevando la productividad y la competitividad", añadieron;
incluso, señalaron, antes de la firma del TLCAN se sabía
que el campo mexicano sería sometido a niveles de competitividad
que no podría enfrentar.
"Se deben aplicar políticas para elevar la productividad
de todas las actividades agropecuarias y para detener el retroceso prematuro
del sector como fuente del PIB, factor que explica la baja productividad
sectorial."
La propuesta general, apuntaron, consiste en una política
cambiaria adecuada, mayor inversión pública en el sector
y programas que no estén encaminados a combatir la pobreza, sino
que consideren a todos los agricultores como actores económicos
competitivos.
Detallaron que el documento consta de más de mil
cuartillas, que se editarán en ocho tomos. Lo que ayer se presentó
fue sólo el resumen ejecutivo sobre el cual las secretarías
de Economía y de Agricultura no fijaron su postura.
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