México D.F. Sábado 3 de abril de 2004
San Luis Potosí invita al primer concurso
nacional de la tradicional prenda de vestir
Apoyo a su hechura y cada vez menos uso, paradoja del
rebozo
El certamen busca fortalecer su forma artística
de producción, expresan organizadores
Subrayan investigadoras la complejidad de la problemática
en torno de esa artesanía
ARTURO JIMENEZ
Industria
tradicional mexicana con al menos cuatro siglos de existencia e implicaciones
económicas, sociales, culturales y artísticas, el mundo del
rebozo atraviesa una circunstancia paradójica.
Por un lado, transformaciones organizativas y políticas
de apoyo que podrían garantizar su futuro, como en San Luis Potosí,
y por el otro, la disminución en el uso de esa prenda de vestir
en zonas urbanas y pueblos.
Ello sin dejar de considerar las problemáticas
en otros lugares, como la de Tenancingo, estado de México, con gran
tradición en la creación de rebozos pero que enfrenta la
falta de interés de los jóvenes por producirlos.
O la crisis que padece la actividad en Chilapa, Guerrero,
antiguo centro productor en el que las condiciones se han hecho cada vez
más adversas para los artesanos ante la carencia de apoyos.
Otros lugares importantes en la creación de ''la
más mexicana" de las prendas de vestir son Moroleón, Guanajuato;
La Piedad, Michoacán, y la ciudad de Oaxaca, entre otros. Cada uno
con una problemática específica.
Tendencia peligrosa
Los anteriores son algunos aspectos del contexto en el
que se lanza la convocatoria del primer Concurso Nacional del Rebozo, organizado
por el gobierno de San Luis Potosí durante un acto en el Museo Franz
Mayer.
Con
este certamen, manifiestan los organizadores, se busca colaborar en la
supervivencia de la forma artística del rebozo mexicano, debido
a su valor histórico y cultural.
El acto estuvo encabezado por el gobernador de la entidad,
Marcelo de los Santos, quien informó que, según le aseguraron
en Los Pinos, los ganadores de los primeros lugares de los cuatro rubros
del concurso podrán participar en el Galardón Presidencial.
De los Santos, de extracción panista, dijo que
en su estado seguirá la política de apoyo a esa producción
artesanal, como los precios de garantía, y se comprometió
a que el Concurso Nacional del Rebozo se realizará de manera anual
al menos durante los seis años de su gestión.
En el anuncio de la convocatoria participó además
María Teresa Pomar Aguilar, investigadora y promotora del arte popular
y directora del Museo Universitario de Arte Popular en la ciudad de Colima,
al cual donó una importante colección de piezas.
Así como Martha Turok, antropóloga e investigadora
de arte popular y presidenta de la Asociación Mexicana de Arte y
Cultura Popular.
También, el director del Museo Franz Mayer, Héctor
Rivero Borrell; el secretario de Cultura de San Luis Potosí, Roberto
Vázquez Díaz, y la directora del Fondo Nacional para el Fomento
de las Artesanías (Fonart), Rosa María Rojas Navarrete, entre
otros.
Mientras Turok dijo que el rebozo va siendo sustituido
poco a poco por otros abrigos, como el suéter, Pomar Aguilar se
mostró más optimista y señaló que esta prenda
de vestir se utiliza mucho en las zonas rurales.
Mi planteamiento, diría Turok en entrevista al
final del acto, es la ubicación de una tendencia, la advertencia
de un peligro. Después habló de los problemas que enfrentan
otros centros productores, a diferencia de Santa María del Río,
San Luis Potosí, donde se cuenta con una política de apoyo.
El tema del rebozo, sus técnicas, modalidades y
las problemáticas culturales y sociales que se enfrentan en cada
lugar donde se confecciona lo convierten en un asunto complejo y muy interesante,
dijo la investigadora.
Producto del sincretismo
Pomar Aguilar difirió un tanto de las investigaciones
que hablan de un origen hindú-español u oriental del rebozo,
y consideró que, más bien, se trata de un producto híbrido,
pues en la época prehispánica se usaba una prenda parecida
llamada mecapale.
Recordó que la creación de un rebozo puede
llevar hasta 17 kilómetros de hilo, de tres a seis meses de trabajo
y una capacidad mental de los artesanos para llevar las cuentas del tejido
que implica elaborados cálculos matemáticos.
''El rebozo no es sólo una prenda de vestir, sino
una obra de arte", sostuvo Pomar, y cuestionó la falta de interés
de muchos mexicanos hacia la prenda.
Dijo que mientras una pasmina hindú cuesta unos
4 mil 500 pesos, un buen rebozo vale igual o menos, pero tiene más
belleza y trabajo artesanal incluido.
Cabe destacar que los rebozos se producen en algodón,
artisela, seda y otros materiales, y sus precios pueden ir de 50 hasta
17 mil pesos.
Rojas Navarrete, directora del Fonart, manifestó
que la producción rebocera es una fuente de ingresos muy importante
para muchas comunidades y por eso debe apoyarse.
|