México D.F. Martes 30 de marzo de 2004
Concluyó el encuentro de mujeres indígenas
poetas, pintoras, artesanas, curanderas
Canto y poesía de 20 culturas en la fiesta de
las hermanas de sangre
La manifestación solidaria de opiniones empañó
los buenos deseos institucionales
Impugnaron el machismo, el alcoholismo y la violencia
intrafamiliar, entre otros problemas
ARTURO JIMENEZ ENVIADO
Chihuahua, Chih., 29 de marzo. Luego de tres días
reunidas, los deseos iniciales e institucionales de Xóchitl Gálvez
de mejor hablar de la alegría de la cultura que de la tristeza de
los problemas indígenas no se pudieron cumplir.
Ayer, en el último día de trabajo del tercer
Encuentro de Mujeres Indígenas en el Arte Popular, Creadoras de
Sueños y Realidades, las artesanas, poetas, pintoras, fotógrafas,
videastas y locutoras comenzaron a externar problemas que aún afectan
a muchas de ellas.
Fue un desahogo solidario que se oponía, sin proponérselo,
a los buenos deseos expresados por la titular de la Comisión Nacional
para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas durante la inauguración
oficial, el viernes pasado.
Fueron
historias muy personales compartidas entre ellas, las ''hermanas de sangre"
de México, relatos de machismo, alcoholismo, violencia intrafamiliar,
obstáculos a su organización, exceso de cargas de trabajo
y desesperación ante los ''maridos flojos".
Pero también relatos de discriminación social,
racismo, abuso, olvido, hambre y enfermedades infantiles, de ecocidio y
falta de apoyos gubernamentales federales, estatales y municipales.
Incluso, de hostigamiento de autoridades contra, por ejemplo,
las vendedoras de artesanías en las calles, como una artesana purépecha
a quien policías de Guadalajara le quemaron sus productos.
Y además, historias de lucha para que no se pierdan
los idiomas originarios, los trajes tradicionales y la carga de identidad
que ambos conllevan.
"Mujeres, indígenas, pobres"
Como la primera mañana juntas el viernes pasado,
este domingo comenzaron a hablar después del desayuno en una sala
amplia del hotel donde se hospedan estas mujeres hablantes de casi 20 idiomas
originarios.
Las creadoras presentaban una por una sus muñecas
de cartulina, papel de china y crayones que venían trabajando desde
días pasados para representarse a sí mismas, con sus vestidos
regionales.
Sin planearlo, como necesidad de confesión colectiva,
emergieron de manera paulatina esos problemas enraizados que nada tienen
que ver con los valores comunitarios y de relación con la naturaleza
que aporta el pensamiento indígena.
Eran problemas vueltos denuncias que de manera cotidiana
enfrentan ''por ser mujeres, ser indígenas y ser pobres", como la
rarámuri Dolores Batista, la tojolabal Roselia Jiménez, la
triqui migrante en Baja California María Esther Ramírez,
la zapoteca Martha Toledo y la tepehuana Ema Cumplido.
Teca huiini
Con un público cada día más abundante,
en la última parte del encuentro se realizaron varias mesas de trabajo
y presentaciones de música, canto y poesía en la Plaza de
Armas.
Las videoastas hablaron de las dificultades que implica
trabajar con escasos recursos, así como poder salir de casa e ir
a las comunidades, en las que muchas veces tienen que pernoctar.
Ahí proyectaron y comentaron sus trabajos creadoras
como Flora Ayala, rarámuri; Mayra Jiménez, zapoteca; Esther
Ramírez, triqui; y Gertrudis Valenzuela, mayo.
Una mesa más fue la de las médicas tradicionales,
llamada Mujeres de conocimiento, en la que compartieron saberes sanadores
y de herbolaria.
Entre ellas estuvieron la tzeltal Elvira Pérez
Hernández, la pápago Alicia Chuhuahua, la tepehuana Aracely
Carrillo y la mazahua Silvia de Jesús.
Entre las Mujeres de luz, por su parte, hablaron la fotógrafa
tzotzil Xunká' López, autora del libro Mi hermanita Cristina;
la zapoteca Martha Toledo, fotógrafa y cantante, quien pronto grabará
su primer compacto.
Además, la filóloga y editora zapoteca Roselia
Orozco, quien dirige y presentó la revista independiente Bidunu
Biaani' (Remolino de luz), y la pintora maya María B. Hau Ventura.
Ya en la noche, doña Mónica Salido cantó
pícaras y nostálgicas canciones rarámuris; María
Clementina Esteban Martínez, lingüista y autora de un diccionario
tének-castellano, contó un relato de sequías e inundaciones.
Roselia Jiménez hizo gala de su voz y cantó
varias piezas, entre ellas Zacatal, en memoria de los indígenas
asesinados en Acteal, Chiapas.
La joven poeta purépecha Elizabeth Pérez
Tzintzún leyó en su idioma materno y luego en español:
''Tata Kuerap'iri a veces/ hace llover grande en tu corazón/
y a veces le pone en tierra seca."
Luego del coro de 16 niñas rarámuris de
Marcelo Palma, hijo del poeta y músico don Erasmo Palma, premio
Nacional de Ciencias y Artes en Culturas Populares 2002, todo parecía
haber terminado, pero había de cumplirse una petición unánime:
que de nuevo subiera al escenario Martha Toledo.
Y cantó: ''Teca, teca, huiini sicarú, linga
ñaa ni guxhana naa'..." (''Teca, teca, pequeña hermosa, tú
eres la madre que me engendró...")
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