José Blanco

En Babia

Los dirigentes politicos y sus partidos, especialmente los tres grandes, están sin remedio en Babia. O en la baba, como nos gusta decir a los mexicanos. Cada día sufrimos lo que dicen y hacen: la inanidad política y económica, acompañada de circo, maroma y teatro; y trampas, clientelismo y corrupción. Tercermundismo vacuo, existencia fútil, aguda estrechez de miras.

Mientras muchos países del mundo avanzan con los ojos abiertos y orientados por un pensamiento estratégico de largo aliento que transformará en breve al mundo, México, en los hechos, rueda en la inconciencia de esos cambios de magnitud inmensurable. En 12 o 15 años la economía planetaria será otra, muy distinta a la del presente, y mucho más aún en sólo medio siglo.

Casi todo mundo sabe que la globalización demanda la conformación de asociaciones de países y la configuración de regiones económicas multinacionales. Y muchos han hecho camino al andar: la Unión Europea (UE), el Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC), la Comunidad del Caribe (Caricom), el Mercado Común Centroamericano (MCCA), la Comunidad Andina de Naciones (CAN), el Mercado Común del Sur (Mercosur) y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Pero todo ello vive cambios en curso de gran alcance y el futuro para cada país involucrado es harto distinto.

Los economistas y diplomáticos Rita Dulci Rahman y José Miguel Andreu publicaron en 2002 A federation with enlargement for European prosperity, estudio que incluía la situación económica relativa que guardaría la UE en el mundo en 2015. Sus hallazgos fueron confirmados por un complejo estudio realizado por Goldman Sachs (GS) en 2003: Global economic papers No. 99, que extiende su prospectiva hasta 2050.

Partiendo del PIB per cápita, de la evolución de la población, de las previsiones sobre las tasas de ahorro, del potencial del crecimiento de la productividad y de sus tipos de cambio, entre otras variables, GS estima que en menos de 40 años los países agrupados en la sigla BRIC (Brasil, Rusia, India y China) podrían tener en conjunto un producto interno mayor que el del grupo G-6 (Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos). Ello a pesar de que las economías de los BRIC representan hoy tan sólo 15 por ciento de las del G-6. Ya en 2009 el crecimiento anual del gasto de los BRIC en productos internos y externos, en dólares, será mayor que en el G-6, y más del doble que el propio de los BRIC en la actualidad. En 2050 ese incremento anual de los BRIC será hasta cuatro veces más alto que el de G-6.

Por supuesto, no se trata de tendencias espontáneas, sino de proyectos de asociación y desarrollo en marcha en los BRIC. Las reformas que lleva a cabo Luiz Inacio Lula da Silva, en medio de crecientes luchas sociales, se inscriben en el propósito de largo plazo de alcanzar esa posición relativa.

Ordenados por su importancia económica y política, en 2050 los 10 principales países quedarían enlistados así: China, Estados Unidos, e India; después, ya a gran distancia, seguirían Japón, Brasil y Rusia, y más atrás aún Reino Unido, Alemania, Francia e Italia. La suerte futura del resto de las naciones quedará determinada por el alcance de su asociación con alguno de estos países o con alguna de sus asociaciones. Esto ocurrirá en unos cuantos años.

El futuro de México depende del grado y de la calidad de nuestra asociación con Estados Unidos (y con Canadá). Esta tendría que ser la columna vertebral de nuestro pensamiento estratégico. Pero la primera condición es ir varios años luz más allá de la mediocridad política de nuestras dirigencias, para admitirla cabal y abiertamente, y convertirla en una idea-fuerza asumida en el ámbito nacional por una mayoría significativa de las fuerzas políticas. Antes (y durante), sin embargo, los políticos deben poner ya orden en casa: poca y pésima educación, deficiente e insuficiente infraestructura, sobrevaluación monetaria, Fobaproa y falta de regulación bancaria, administración pública (servicio social de carrera de alta calidad), reforma fiscal (pospuesta 40 años), ruina agraria, desarticulación productiva en la industria, desigualdad socioeconómica (injusta y económicamente contraproducente), descomposición del régimen de pensiones y jubilaciones. Un Estado enérgico capaz de acometer con decisión esos dramas nacionales.

El TLCAN llevó el comercio regional entre sus firmantes, de 289 a 682 miles de millones de dólares (mmd) entre 1993 y 2000 (aumento de 136 por ciento), en momentos de alta expansión de la economía estadunidense; en el mismo lapso las exportaciones mexicanas pasaron de 52 a 166 mmd, y el componente manufacturero de las exportaciones mexicanas pasó de 25 a 89 por ciento. México mantiene superávit comercial con Estados Unidos. Son signos de que una más profunda, más amplia, más firme e inteligente asociación sería altamente conveniente para las partes. Pero es indispensable salir de Babia, aunque fuere con el rabo entre las piernas.