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México D.F. Lunes 29 de marzo de 2004
En larga jornada musical, diversos grupos y cantantes les amenizaron su domingo
Empleadas del hogar festejan su día en la Plaza de la Solidaridad
Salario digno y justo, ocho horas de trabajo, aguinaldo, seguridad social, jubilación, algunas de sus exigencias La delegación Cuauhtémoc realizará otro baile para estas mujeres el 4 de abril
ARTURO CRUZ BARCENAS
La crisis y la falta de trabajo en México han aumentado la oferta de mano de obra de las empleadas domésticas, quienes ayer festejaron su día en la Plaza de la Solidaridad, a un lado de la Alameda Central, punto de reunión dominguero de la mayoría de ellas, aunado a Chapultepec, los jardines de Tacubaya y Tacuba, entre otros, donde les salga gratis el aburrimiento o el entretenimiento.
El Día Internacional de la Empleada del Hogar -otra de sus denominaciones- es, oficialmente, el 30 de marzo, pero tuvo que celebrarse adelantado porque todas trabajan entre semana y su día libre es el domingo. La mayoría ni estaba enterada de que en la solidaria plaza Las Estrellas Andinas, Grupo Tata, Topacio, Cuerdas de Venezuela, Grupo Kual y Patricia Santos La Tumba hombres ofrecían lo mejor de su oficio para ellas.
Fue una jornada larga organizada por la delegación Cuauhtémoc, desde las 10 horas, con el foro Igualdad de oportunidades en el trabajo, en el que sólo algunos curiosos escucharon a Mujeres Artesanas de Tláhuac, AC, y al Colectivo Atabal, AC, que tratan de apoyar a ese gremio, de orientarlo para que defienda sus derechos.
Casi ninguna quiso hablar sobre su trabajo, negaban con la cabeza, se miraban entre sí (la mayoría va en grupo, mínimo dos), o preguntaban que para qué. Las asociaciones participantes les regalaban volantes que recibían con cortesía, pero al poco tiempo los tiraban a basura.
Aun así, Arcelia Salas García, quien titubeó al decir su edad: "tengo 17... šno, tengo 18!", presionada por apuros económicos, solicitó informes de una bolsa de trabajo. "He tratado de conseguir trabajo, pero no me admiten con mi hijo. No es urgente, pero así que diga que a la de ya, no. Mi mamá me apoya ahorita. Necesito conseguir una casa donde me acepten con mi hijo, pues además no tengo con quien dejarlo". Se fue con su pequeño de un año, a la bola que se reventaba "una cumbia salseada".
Este día se estableció en 1988, en Bogotá, Colombia, durante el primer Encuentro Latinoamericano y del Caribe de Trabajadoras del Hogar, en el que se acordó que cada país celebre tal fecha como día de lucha y de divulgación sobre la situación de las trabajadoras del hogar. Ayer se leyó la Carta de los Derechos Específicos de ese grupo social, disperso y explotado.
Exigen salario digno y justo, jornada laboral de ocho horas, seguridad social, jubilación, vacaciones, días de descanso, pago de aguinaldo, días feriados, contrato por escrito, indemnización, no más nombres despectivos, reformas al capítulo XIII de la Ley Federal del Trabajo. Es decir, lo que disfrutan otros trabajadores. La maestra de ceremonias trata de leer unas cápsulas, pero el respetable sólo quería diversión. Rápido comenzaron a chiflar.
"Uno no se puede defender"
Lucía López, oaxaqueña que laboró más de nueve años como empleada doméstica, "hasta que me casé, a los 22", relató que tuvo patronas buenas y otras malas. "Cuando llegué aquí -al DF-, con una paisana que me trajo, me fue mal. Las patronas quieren que uno haga todo, mal pagada, y todo injustamente. Me pagaba, la hermana de mi madrina, siete pesos al mes, o menos. Según me daba estudios, pero yo tenía que dejar todo el quehacer hecho. Claro, no me daba tiempo de ir a la escuela.
"Me regresé a mi tierra y luego me vine otra vez. Entré a trabajar con otra señora, donde ahí, šuy!, no me fue bien, porque me pagaban muy poco. Tenía 16 años. Con engaños me llevaron de sirvienta a Matamoros, Tamaulipas, aunque me habían dicho que iba a ir a Matamoros, Puebla. Me pagaban 50 pesos al mes. Me vine a escondidas a México.
"Aquí me puse a trabajar. Me fue bien. Regresé y volví. Me fui a trabajar con una señora de Las Lomas de Chapultepec. Me acusaron injustamente de sinvergüenza. Yo tenía guardados comestibles para mandarlos a mi familia; los iba juntando poco a poco, pero la señora me acusó de que se los había robado, y no. A uno no le creen. Me corrió. No me pude defender."
Deambulan las muchachas con su ropa humilde, brillante a fuerza de pasarle muchas veces la plancha; sus faldas entablilladas, sus zapatos modestos, su bisutería barata, ante el acoso de hombres de pinta híper humilde, pantalones raídos, zapatos con el tacón gastado de un lado.
Entra el Grupo Fragancia. Ante las cumbias pegadoras, de rompe y rasga, levantapolvo, para echarle figura, castigando con la mirada o de soslayo, parejas de homosexuales demuestran su oficio de bailarines. Las empleadas domésticas se quedan sentadas. No saben bailar. Estiran las piernas, enfundadas en medias baratas.
La Encuesta Nacional de Empleo de 2003 manifiesta que de la población femenina que trabaja un millón 636 mil 78 se dedican al trabajo doméstico, oficio que no ha logrado reconocimiento legal ni social, que siempre es desvalorizado y, por lo tanto, se convierte en cultivo de violaciones a los derechos laborales e incluso a los más elementales derechos humanos, como ha señalado el Protocolo de San Salvador y los indicados por la Convención de Belem Do Pará, por cuanto hace al abuso sexual y la violación.
De 8 a 70 años
En México, tales trabajadoras cubren un rango de edad que va de 8 a 70 años. A ciencia cierta, nadie sabe cuántas son, pues muchas no dan sus datos y los patrones no las registran para no pagarles gastos médicos o indemnizaciones. Lo peor es que muchas no saben defenderse. Las entidades que expulsan más trabajadoras domésticas hacia el DF son el estado de México, Oaxaca y Michoacán.
La Tumba hombres se desgañitaba con sus cóvers de éxitos de Mike Laure, de su nuevo disco, y la bola se daba al tíbiri-tábara. "Las empleadas domésticas no ejercen la cultura de la denuncia", dijeron funcionarios de la delegación Cuauhtémoc, que invitaron a las trabajadoras a un baile, también por su día, que se realizará el 4 de abril, de 12 a 16 horas, en el Salón de Convivencias Sociales 5 de Mayo (atrás de la estación Tlatelolco del Metro).
Raquel Guadarrama Vera, ex empleada del hogar y ahora promotora de la defensa de los derechos de quienes hacen el quehacer en casas que no son suyas, lamenta lo difícil que es convencerlas de que defiendan su derechos, de que pidan orientación, por ignorancia, falta de educación. "Ni nosotras reconocemos la importancia del trabajo en el hogar. Cuando a una mujer le preguntan en qué trabaja dice que en ninguna parte, que está en el hogar."
A las siete de la noche se dispersó el cúmulo de paseantes domingueros, quienes volverán cada ocho días a esos jardines públicos, que se llenan con los colores de sus vestimentas viejas, para muchos kitsch con sentido discriminador.
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