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México D.F. Domingo 28 de marzo de 2004
Más de dos mil personas disfrutaron de
Dimas, el Chamaco Aguilar y La Playa, el viernes pasado
Con discreto baile comenzó festejo por los 125
años de la creación del danzón
Prometen realizar en los próximos meses un magno
festival de danzoneras en sitio aún por definir
JAIME WHALEY
Con discreción, pues no hubo mucho barullo en torno
al acontecimiento, el Rey Danzón celebró sus 125 años
de existencia, que comprenden desde aquel compuesto por el cubano Miguel
Faildé, en 1879 en Matanzas, A las alturas del Simpson, hasta
el más reciente, por lo que aquí puede caber cualquiera como
el que está en vías de estrenar Gonzalo Varela dedicado a
un poblado chiapaneco.
La
festividad, aunque no necesariamente coincidente con la fecha exacta del
estreno de la obra de Faildé, desde luego que no pasó desapercibida
para la comunidad danzonera capitalina, que entró en cifra vecina
a los dos mil al amplio salón del Gran Fórum, lugar del ágape
el viernes por la noche.
Por problemas de índole diversa, lo mismo logísticos
que de orden grillero entre el gremio de los atrilistas, la festividad
no tuvo tanta trascendencia como la efeméride lo merece, pues no
muchas cosas alcanzan el siglo y otra rebanada más como puede ser
esa cuarta parte adicional que lleva este melodioso ritmo. Sin embargo,
lo que podría considerarse como otra raya más al tigre quedará
saldado -con la esperanza de que sea en forma positiva- en los meses por
venir, pues Jorge Barrientos, sonero de cepa, amenaza con efectuar un magno
festival de danzoneras, con el lugar aun por definirse.
El viernes, Dimas, el Chamaco Aguilar y La Playa,
fueron los ensambles que se dedicaron a amenizar el concurrido bailongo.
Las dos primeras mencionadas son agrupaciones con base en el Distrito Federal
y la tercera procede del apacible poblado de Paso de Ovejas, que está
42 kilómetros antes de llegar al puerto de Veracruz y a 15 kilómetros
en línea recta del mar, por lo que de esa cercanía toma su
nombre.
Sin menoscabo de Dimas y el Chamaco, que ambas
tienen lo suyo, La Playa tiene un sonido diferente y es que aún
marca el cinquillo. ''Pa, ca, tata, tata, pa, pam'', tamborilando con los
dedos sobre la mesa, uno de los Varela, herederos de esta orquesta fundada
por el abuelo Germán, hace 58 años, ofrece una muestra del
por qué la diferencia. ''Todavía cultivamos el danzón
criollo'', intercede otro de los I4 miembros de la orquesta que, aunque
no ha traspasado como grupo los límites del territorio mexicano,
es ya conocida hasta en Europa gracias a la difusión que de ella
realiza una antropóloga suiza que se maravilló con su sonido
en visita a ese solar veracruzano.
La Playa, al decir de otro Varela, éste de nombre
Gonzalo, nieto del fundador, es una réplica de otra danzonera que
fue también de fama, la de los Chinos Ramírez, y,
explica Varela, el actual director, antes se utilizaba el figle, instrumento
ya en desuso, en forma de tubo, hoy suplido por el sax tenor. Además,
agrega, ''utilizamos dos clarinetes y otra diferencia la hace la cáscara
del timbal, esto es, la paila, que se golpea para crear el peculiar sonido''.
Esta orquesta estará en los próximos días
en San Cristóbal de las Casas, en su primera gira por tierras chiapanecas,
y en reciprocidad Varela compuso una pieza que por nombre lleva el de Ciudad
Real, antiguo topónimo de San Cristóbal, a la que en
la parte intermedia le adaptó un arreglo de la mundialmente conocida
Perfidia del compositor sureño Chamaco Domínguez.
Por poco más de cuatro horas las parejas se mecieron
acompasadamente en los seis tiempos del danzón, a saber, estribillo,
melodía, estribillo, bolero, estribillo y montuno. La nueva hornada
de bailadores se dejó ver cuando varias parejas de jóvenes,
que se adiestran en la Villa Olímpica, mostraron sus adelantos en
precisa exhibición.
La elegancia -las buenas conciencias dirían que
el decoro- privó en la reunión, pues no se vieron las florituras
que suelen hacer algunas parejas como el avión o el tornillo,
signos de aquellas cintas de cabaret o de gangsters que encasillaron, como
sostiene Barrientos, al danzón y al son mismo, en un arquetipo que
resultó la gran tragedia para estos ritmos.
A su edad, el danzón sigue en la conquista de nuevos
públicos. Cuautla, Guadalajara, San Luis Potosí y hasta Monterrey,
con sus norteñas, son las más recientes plazas que se agregan
a la ya numerosa lista de sitios en donde el ritmo, en su forma tradicional
(pues dicho está que el danzón no es de faje), es
puesto en práctica amén de que aquí, en la capital,
florecen los sitios para aprender sus a veces complicados pasos, como,
entre otros, la Casa de la Cultura Reyes Heroles de Coyoacán o el
salón La Maraka, al que se intenta volver el sustituto del Colonia,
hoy que éste tristemente cerró sus puertas.
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