México D.F. Domingo 28 de marzo de 2004
Comienza en Chihuahua el tercer Encuentro de
Mujeres Indígenas en el Arte Popular
Poetas indias sorprenden con su obra
Comparten cantos de sensualidad, espiritualidad y culto
a la naturaleza y el universo
ARTURO JIMENEZ ENVIADO
Chihuahua, Chih., 27 de marzo. La poesía
wirrárika, tzotzil y rarámuri se hizo escuchar anoche en
la Plaza de Armas de esta capital y atrapó la atención de
un público un tanto sorprendido por lo que veía y escuchaba.
Ante la catedral, sobre un templete, mujeres bien plantadas
y vestidas con sus respectivos trajes tradicionales compartían,
una por una, sus particulares cantos de sensualidad, espiritualidad y culto
a las cosas de la naturaleza y del universo.
Eran
las poetas Angélica Ortiz, Enriqueta Lunez y Dolores Batista, todas
con el trabajo suficiente para que ya les editen su primer libro. Era además
el comienzo del tercer Encuentro de Mujeres Indígenas en el Arte
Popular, Creadoras de Sueños y Realidades, el cual fue conducido
en parte por las locutoras rarámuris Carmen Sotelo y Tirsa González,
de La voz de la Sierra Tarahumara, de Guachochi.
La reunión acababa de ser inaugurada por Xóchitl
Gálvez y Griselda Galicia, titulares de la Comisión Nacional
para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas y la Dirección
General de Culturas Populares e Indígenas del Consejo Nacional para
la Cultura y las Artes.
Las indígenas, y con ellas las creadoras, se convierten
poco a poco en el nuevo actor social, dijo Galicia, mientras Gálvez
pidió a los presentes ver y valorar más lo nuestro que lo
exterior.
Acudieron a la inauguración Arturo Rico, director
del Instituto Chihuahuense de la Cultura, y otros funcionarios del gobierno
estatal, la Coordinación Estatal de la Tarahumara, Servicios Educativos
del Estado de Chihuahua y el Instituto Chihuahuense de la Mujer.
El gobernador y el alcalde no asistieron. Enviaron representantes.
Quien sí estuvo fue Sara Olguín, gobernadora tradicional
rarámuri de Guachochi.
"Estoy cubierta de lluvia"
En una ciudad en la que el mundo rarámuri (tarahumara)
y el occidentalizado ni siquiera parecen mirarse, el impacto en el público
de las voces indígenas de anoche confirmó el acierto de organizar
el encuentro en el norte del país.
"Estoy cubierta de lluvia/ mis hojas retoñan/ tengo
la raíz fuerte/ y mi tierra renovada// Ya fui regada/ sobre mí,
lluvia de palabras cayeron/ y mis oídos han captado su voz// Ahora
con el lenguaje de mis ancestros/ hablo y escucho/ mientras mi jícara
intercede por mí."
Así avanzaba Ortiz en el contexto de su cultura
huichola, mientras Lunez compartía la ensoñación,
la claridad y la solidez de una poeta tzotzil de unos 20 años. Originaria
de San Juan Chamula, ella estudia en la Universidad Indígena de
Mochicahui, Sinaloa.
Batista, por su parte, retrató con poesía
el gozo, pero sobre todo los pesares de un mundo tarahumara víctima
del ecocidio. En sus versos y estrofas enteraba de bosques arrasados por
la tala indiscriminada, cercenadas sus piernas de pinos por la ambición
económica.
Fue un público en su mayoría popular, de
los mismos rarámuris que acuden al zócalo a vender sus artesanías
o a pasear, y de los empleados de los muchos comercios cercanos.
De la clase media urbana, casi ni sus luces, a no ser
por una buena cantidad de estudiantes de bachillerato que acudieron a videograbar,
tomar fotos y entrevistar a las creadoras para hacer un trabajo.
Sueños y realidades seductores
Al principio casi indiferentes, chavos y chavas fueron
seducidos por las creadoras de los sueños y realidades que allí
presenciaban y que nunca habían imaginado.
Angélica Ortiz, por ejemplo, no se pudo volver
a sentar, pues fue asediada por un grupo tras otro que le preguntaba sobre
su poesía, su idioma wirrárica (huichol), su cultura, su
lugar de origen.
La fotógrafa zapoteca Martha Toledo comentaba sobre
sus cuatro grandes ploters expuestos en la plaza, parte del trabajo
en proceso El ciclo de la mujer juchiteca.
La pintora maya María B. Hau, sentada bajo la carpa
en que expone 12 óleos sobre tela bajo el título Rincones
de Yucatán, con gusto ofrecía explicaciones sobre cuadros
en los que aparecen cenotes abiertos y subterráneos, pirámides
y princesas mayas.
Representan la soledad, la meditación, los sueños,
el tributo a la naturaleza, el regreso espiritual a las raíces,
les decía Hau, quien inclusive pudo vender una obra. Y así
con el dueto rarámuri Rajeli y las cantantes y primas pai-pai Delfina
Castro Albañez y Juana Inés Reza, de Baja California.
En otras carpas, la venta de artesanías era un
éxito, pues en el primer día muchas artesanas habían
vendido más de la mitad de sus creaciones, sobre todo los textiles
nahuas de Puebla, mazahuas del estado de México y totonacas de Veracruz.
Este sábado participaron en una mesa las indígenas
tejedoras de sueños e historias y en otra, comunicadoras de radio.
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