México D.F. Domingo 28 de marzo de 2004
Entre 1993 y 2002 el aumento del gasto bélico
fue de 2% y la economía creció 2.5%
Países de Sudamérica compran armas para
hacer sentir su peso en la región
Gobiernos de Brasil, Chile, Perú y Colombia niegan
que haya carrera armamentista
REUTERS
Santiago, 27 de marzo. Aunque sus gobiernos niegan
estar enfrascados en una carrera armamentista, varios países de
Sudamérica están usando la vía menos diplomática
para hacer sentir su peso en la región: la adquisición de
armas.
El pasado año Brasil, Chile, Perú y Colombia
realizaron compras millonarias, explicándolas como "renovación"
de material o "mantenimiento de equilibrios", justificaciones no bien recibidas
en sus naciones, las cuales cuentan con necesidades sociales apremiantes.
"No se está generando una carrera armamentista,
porque no hay amenaza ni posibilidad de guerra externa en ciernes. La compra
de material es para modernizar o renovar material obsoleto", aseguró
Paz Millet, analista de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
de Santiago.
Técnicamente,
una carrera armamentista implica que el incremento del gasto en armas sea
mayor a la expansión económica de los países. De acuerdo
con este criterio y según especialistas en defensa consultados por
Reuters, estas compras aún están lejos de suponer una espiral
bélica.
Un estudio del independiente Instituto Internacional de
Estudios de Paz, de Estocolmo, indica que el crecimiento del gasto bélico
en América Latina fue de 2 por ciento entre 1993 y 2002, mientras
que la expansión de la región fue de 2.5 por ciento, según
la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(Cepal).
"La compra de armas obedece a tres razones que normalmente
van sumadas": obsolescencia del material, el imperativo de modernización
tecnológica y la competencia estratégica; o sea, si el vecino
va a comprar yo también", expresó Emilio Meneses, profesor
de la Universidad Católica de Chile.
En algunos casos sí se puede hablar de lo que Meneses
llama "competencia histórica", como la que en el pasado pudo existir
entre Brasil y Argentina, y hoy se reproduce entre Perú y Chile
o Colombia y Venezuela.
Menú de desembolsos
Brasil, que por su tamaño no tiene parangón
en peso específico en Sudamérica, dará a conocer en
breve un contrato de compra de 12 jets cazabombarderos por 700 millones
de dólares, el cual forma parte de un plan de compras por ocho años
por 3 mil 350 millones de dólares para su fuerza aérea.
Su otrora rival, Argentina, no ha invertido grandes sumas
en los pasados años, cediéndole el paso de primer actor a
Brasil, debido a una crisis económica, que llegó a su punto
máximo en 2001 y que la obligó inclusive a reducir sus fuerzas
armadas.
Chile es el país observado con mayor recelo por
su consumismo bélico, debido a que es un actor menor en el contexto
regional pero que exhibe una estabilidad económica modelo que le
permite darse el lujo de comprar 10 cazas F-16 estadunidenses para
"renovar su flota obsoleta", como dijo el gobierno.
Los aviones se sumaron a 200 tanques Leopard y
dos submarinos Scorpene, encargados a mediados de los años
90, y cinco fragatas usadas -una inglesa y cuatro holandesas-, cuya adquisición
fue recientemente anunciada y que llegarán entre este año
y 2007.
"Chile ha mantenido una línea de compras al año.
Es que tiene lo que otros no: la famosa ley del cobre", manifestó
Millet.
Una ley heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990)
obliga a que 10 por ciento de las ventas anuales de cobre de la estatal
Codelco se canalicen a la compra de armamento.
Pero la regularidad de las adquisiciones chilenas despierta
suspicacias de todos modos. Para acallarlas, Chile llevó a cabo
un plan de transparencia bélica con Argentina y ahora está
empeñado en hacer lo mismo con su principal crítico: Perú.
Sin embargo, estos vecinos, que en los foros se tratan
como "hermanos latinoamericanos", a la hora de pensar en seguridad interna
se miran con sospecha.
"Los impulsos mayores de compras vienen aparejados de
un cierto grado de exacerbamiento de suspicacias y tensiones históricas.
Y si no hay control sobre eso, fácilmente puede devenir una suerte
de carrera armamentista", advirtió el analista de defensa peruano,
Gustavo Gorriti.
Consumismo bélico
Los organismos multilaterales temen que el frenesí
de compras se transforme en una carrera armamentista.
Según un estudio de la Cepal, en la década
de los 90 esta "pacífica" región -que sólo sufrió
un conflicto real, aunque interno, en Colombia, y otro muy acotado en el
tiempo entre Perú y Ecuador- experimentó el mayor aumento
en gasto militar del mundo.
El Instituto Internacional de Estudios de Paz avala el
cálculo: en 1993 el gasto regional en defensa rondó los 17
mil 500 millones de dólares y en 2002 la cifra se elevó a
21 mil millones.
Prueba de lo difícil que es resistirse a esa fiebre,
fue lo ocurrido con el presidente peruano Alejandro Toledo, quien llamó
hace dos años a sus vecinos en general, y a Chile en particular,
a detener las compras de armamento.
Pero la presión interna y su bajo respaldo ciudadano
lo hicieron replegarse: hace una semana anunció la compra de cuatro
fragatas a Italia, para equilibrarse con su vecino del sur.
Los buques se agregaron a 18 aviones Mig 29 bielorrusos
comprados por el derrocado Alberto Fujimori a mediados de los años
90. Sin embargo, apuntaron analistas peruanos, varios de esos jets son
inservibles, pues no cuentan con repuestos ni técnicos y fueron
comprados sólo como un acto exhibicionista ante la opinión
pública del país.
"La lectura actual de Perú es que existe un cierto
balance militar favorable a Chile", aseguró Gorriti.
En medio de su guerra civil, que dura ya cuatro décadas,
Colombia anunció en febrero pasado la compra a España de
40 tanques AMX-30 en 6 millones de dólares.
Los tanques estarían destinados a custodiar la
red de carreteras y caminos para detener a la guerrilla izquierdista, explicación
que no es aceptada por los analistas.
"Colombia combate a la guerrilla en selva y montaña,
donde los tanques no operan. Colombia se arma pensando en Venezuela, que
se está convirtiendo en un peligro potencial", indicó Meneses,
aludiendo a la precaria estabilidad del gobierno de Hugo Chávez
y a acusaciones que lo vinculan con un eventual financiamiento de la guerrilla
colombiana.
La tesis compartida por los expertos es que Venezuela,
pese a que calificó esta compra de "normal", no se quede atrás
y también salga de compras.
"Es sencillamente el reflejo del shopping spree,
de este frenesí de compras" en la región, comentó
Gorriti.
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