México D.F. Domingo 28 de marzo de 2004
REPUBLICA DE PANTALLA
Jenaro Villamil
La postelevisión ante el 11-M
El terrorismo como evento mediático
El zapping liberador y el fin de la "manipulación"
"LOS MEDIOS DE COMUNICACION no son conscientes del gran daño que hacen a muchas víctimas", subrayó el sicólogo Paco Duque, del hospital Gregorio Marañón, el sitio que mayor número de heridos recibió tras los atentados del 11 de marzo. "Se está actuando de un modo penoso y con gran crueldad. Las televisiones repiten a todas horas las imágenes crueles y retraumatizaron a muchos heridos y a las familias. ƑQué valor tiene exhibir esos cuerpos desgarrados? Si de por sí ya impactan, imagine el daño que hacen a una persona que puede pensar que su hijo o su marido murió así".
ESTE ALEGATO DEL especialista, publicado en el periódico catalán La Vanguardia, apunta hacia una de las características y tendencias más inquietantes que se observan en la era de la postelevisión. Cuando el potencial tecnológico televisivo devora la capacidad de procesamiento y de información, no sólo conmociona emocionalmente y moviliza socialmente. También agudiza ciertos rasgos que rayan en un espectáculo cruel que olvida la dignidad de las propias víctimas.
EN ESENCIA, LA OBSESION y reiteración de la tv frente a las imágenes de heridos y víctimas de los atentados corresponde a una tendencia creciente: la multiplicidad y diversidad de modelos televisivos en competencia dependen cada vez más de acontecimientos extraordinarios o perturbadores (escándalos, atentados, catástrofes, sucias competencias político-electorales, y todo aquello en lo que se borra la frontera entre realidad y ficción, como en los reality shows) para sobrevivir a sí mismos. Estos modelos coexisten en una época multimediática en la que la hegemonía televisiva, en términos de influencia en la opinión pública, depende cada vez menos de los criterios mercadológicos del rating y más en la posibilidad de inducir e influir en el fenómeno del zapping.
EL TERRORISMO A GRAN escala, espectacular, cruel y desafiante en su capacidad tecnológica, se ha convertido desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York en el ingrediente esencial de los media events o acontecimientos extraordinarios que enlazan a todas las televisiones. Estos sucesos perturbadores al mismo tiempo que agigantan el papel de la pantalla para englobar las imágenes demuestran también que la televisión ya no es en sí misma una forma unidireccional de poder.
LA TELEVISION BRILLA fugazmente en momentos como éstos, a pesar de que su apuesta es cada vez más endeble: conmoción antes que información, exhibición antes que comunicación, acelera las justificaciones de los poderes dominantes que buscan controlarla (como en el caso crudamente documentado del gobierno de José María Aznar) y transforman la comunicación política en una cadena de engaños y discursos telegénicos que alientan el odio, la ansiedad, el miedo, pero también la desconfianza de la opinión pública que se sobrepone al shock mediático.
NO ES CASUAL QUE después de los atentados en Madrid, las principales cadenas televisivas del mundo hayan orientado todo su interés en el siguiente set terrorista, en lo que los anglosajones llaman el narrow casting, el próximo escenario de la destrucción y que, paralelamente, haya crecido la indignación y la falta de credibilidad en el discurso de la "guerra contra el terrorismo".
EN FRANCIA, EL miércoles 24 se encontró una bomba en la principal línea ferroviaria. Ante el brote de ansiedad, el primer ministro, Jean Pierre Rafarin, pidió calma y mesura a los propios medios y actores políticos. La cadena Al Jazeera difundió un llamado del número dos de Al Qaeda, quien convocó a derrocar al presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, acusándolo de "traidor" por ser un agente de Estados Unidos en contra del islam. Se especuló sobre un próximo atentado en territorio paquistaní. CNN y BBC hicieron eco el pasado 25 de marzo de la advertencia de un vocero de la FBI ante un posible ataque terrorista en las refinerías de Texas. El pánico se aceleró. Ambas cadenas han cubierto todos y cada uno de los detalles del escándalo que se ha propiciado entre el gobierno de México y el de Gran Bretaña por la presencia de seis exploradores británicos que se quedaron atrapados en las grutas de Cuetzalan. El hecho ha despertado todo tipo de especulaciones, desde la hipótesis de que los ingleses buscaban uranio hasta el del entrenamiento militar embozado para atrapar a Al Qaeda, en alguna otra cueva de Afganistán. Los medios británicos han calificado el suceso como un "escándalo" más del desacreditado gobierno de Blair.
ESTA SEMANA, EL gobierno de Israel hizo un cálculo perverso frente a la ola de odios y temores contra las comunidades árabes e islámicas tras los atentados de Madrid y el fracaso de la invasión en Irak. Convirtió el atentado contra el líder de la organización Hamas en un "asesinato selectivo" (una fórmula mediática para encubrir el terrorismo de Estado) y anunció sin pudor que iría en contra de otros dirigentes palestinos, como el mismo Yasser Arafat, a quien mantiene acorralado con base en bombardeos, ignorando los propios compromisos de pacificación firmados ante la comunidad internacional.
SHARON SIMPLEMENTE SE encubre en el mismo discurso belicista de George W. Bush que insiste en encontrar legitimidad a sus "guerras selectivas" que no son otra cosa que bombardeos indiscriminados contra naciones enteras a nombre de "las víctimas" del 11 de septiembre de 2001. Mientras tanto, sigue dándole pretextos y elementos a Al Qaeda para sus ataques terroristas, también "selectivos".
POR MAS QUE se haya documentado el engaño de Bush para invadir Irak y la impostura de sus socios como el derrotado Aznar y el criticado Blair, hasta ahora no se sabe si en Estados Unidos las lecciones del 11 de marzo español impactarán en los comicios presidenciales de noviembre próximo.
Las lecciones de Madrid
POR LO PRONTO, en España el fenómeno postelevisivo se convirtió en una forma de resistencia y de rebelión ante el montaje del engaño. Los cuatro días que conmovieron a esta nación y siguen generando un debate inédito contra la mentira política en los medios europeos, también han demostrado que será cada vez más difícil atribuir a un solo modelo de comunicación la capacidad de manipular por sí sola y de controlar a la opinión pública.
EN ESENCIA, HAY un doble fenómeno de quiebre generacional: por un lado, en el seno de la sociedad española (en su mayoría fueron los ciudadanos más jóvenes que denunciaron con fuerza el engaño y votaron en contra del PP) y en el seno de los medios que conforman la vieja generación de la televisión generalista (no en balde TVE está en crisis después de los sucesos) y aquellos que conforman la era de la postelevisión (los buzones telefónicos, los mensajes del ordenador, el video casero, la televisión restringida, las televisiones autonómicas, los medios digitales, etcétera).
ESTE DOBLE QUIEBRE generacional representa también una transformación lingüística en los contenidos postelevisivos y la posibilidad de una expropiación cívica del zapping multimediático. A través del zapping se destruye el tejido de la comunicación unidireccional de los viejos modelos televisivos, se genera un uso interactivo y desinhibidor de las propias tecnologías y se crea una opinión pública movilizada.
POR ESO RESULTO tan impresionante la rebelión cívica contra la mentira del aznarismo a través de los buzones de los teléfonos celulares, la convocatoria espontánea a la movilización frente a las sedes del PP que tuvo una respuesta y un efecto multiplicador que rebasó a las propias televisoras gubernamentales. En su derrota poselectoral, el aznarismo pretende cobrarle la factura al poderoso grupo mediático que encabeza el consorcio PRISA, editor del periódico de mayor circulación, El País, de la cadena radiofónica más influyente, la Cadena Ser, e inversionista del canal CNN+. Instalado en su propia trampa ideológica que cree a pie juntillas que los medios sólo pueden ser manipulados desde el gobierno o desde las empresas (el "poder fáctico" que intoxicó a los españoles, como declaró José María Aznar en su entrevista ante Telecinco, el lunes 22 de marzo), el aznarismo ha perdido la capacidad de leer el fenómeno postelevisivo.
POR OTRO LADO, no deja de ser paradójico e inquietante que el teléfono celular también se haya convertido en el instrumento tecnológico a través del cual el comando terrorista planeó y realizó los atentados en Madrid.
EN LA ESENCIA de la era de la tecnología y del lenguaje postelevisivo está la posibilidad destructiva de los grupos que operan en la espiral del terrorismo y del odio, y la capacidad de resistencia cívica para enfrentar y rebelarse al encadenamiento de pretensiones manipuladoras.
LAS LECCIONES DEL 11-M y su desenlace en el cambio político de España y su posible efecto expansivo apenas inician. Por lo pronto, apuntan a la necesidad de analizar, replantear y liberar el uso y los contenidos de la era postelevisiva. Y esto no se podrá hacer al margen de la televisión sino con ella misma. Es necesario tomar en cuenta todos los modelos televisivos y multimediáticos que coexisten y que pueden generar un zapping liberador y no una mera sucesión de acontecimientos extraordinarios o perturbadores que convierten al ser humano en simple objeto de la violencia espectacular y desgarradora, exhibición que favorece a los propios terroristas.
EL ZAPPING LIBERADOR alienta el contraste informativo que la vieja televisión no puede realizar por sí sola, busca respuestas en donde sólo hay consignas y escenas paralizantes, moviliza a quienes se rebelan al papel de audiencias pasivas, expropia el uso de las nuevas tecnologías para que no sólo sean patrimonio de los violentos. Es el germen de la postelevisión. Y en España se ha demostrado como una respuesta cívica y humana para vencer al terrorismo y su caldo de cultivo -la espiral de odios mediatizados-, que han justificado el estado de guerra irracional y globalizado del triángulo de las Azores. [email protected]
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