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México D.F. Sábado 27 de marzo de 2004

Sólo la Casa Blanca quiere una guerra civil en Irak, afirman familiares

Asesinato de médico provoca suspicacias sobre las verdaderas intenciones de EU

El sunita Hazen al Ani fue ultimado cuando aviones estadunidenses sobrevolaban el lugar

ROBERT FISK THE INDEPENDENT

Bagdad, 26 de marzo. Sobre la calle suburbana de Bagdad en la que el doctor Hazem al Ani vivió y murió cuelga un lienzo de algodón negro. "Todos los residentes de Ghazalia, sunitas y chiítas por igual, consideran su muerte un crimen", expresa.

No hay duda sobre el crimen. Hace cinco noches, dos automóviles se acercaron por la calle Kaat Abla; en cada vehículo iban cin-co hombres. Salieron dos individuos, uno de cada coche, y entraron en la clínica del médico. Eran las 8:10. Dijeron que eran pacientes y, cuando el muy amado doctor asomó la cabeza para saludarlos, lo mataron a balazos.

"Todavía estaba sentado en su sillón, detrás del escritorio", señaló Hashem, hermano del doctor Al Ani.

"Le dieron tres tiros en la cara y uno en el pecho. Hubo sangre. No gritó, pero sus familiares estaban en la casa de al lado y oyeron los disparos. Algunos vecinos habían recelado al ver los coches, uno de los cuales seguía estacionado al final de la calle. Sacaron ar-mas y un hombre disparó 30 balazos a uno de los vehículos, pero lograron huir. Es una gran tragedia", afirmó

Volvamos a ese lienzo que cuelga en el calor del mediodía. ƑPor qué dice "sunitas y chiítas?" ƑExiste alguna razón para dudar que los musulmanes de Ghazalia no compartirían el duelo por el asesinato del médico? Tanto sunitas como chiítas confiaban en él y eran sus pacientes. Si no tenían dinero, los atendía gratis.

Formado en el Colegio Iraquí de Medicina, Hazem al Ani fue designado profesor auxiliar de esa escuela cuando se graduó, pero como se oponía al control baazista de la universidad fue encarcelado durante tres años en la prisión Abu Ghraib, y luego, en 1982, lo enviaron al frente de la guerra Irán-Irak como médico militar. "Jamás habló de su sufrimiento", dice Hashem.

Así pues, no era amigo de Saddam Hussein. El doctor Al Ani era sunita. No pudo haber dejado de notar la flamante mezquita Husseiniya que los chiítas construían en un lote baldío enfrente de su casa. Y de seguro le quitó el sueño la atronadora explosión que destruyó buena parte de la mezquita sin terminar, 10 días antes de su muerte.

Hashem al Ani explicó en voz baja que él y su hermano donaron 250 mil dinares iraquíes -poco menos de 200 dólares- para su reparación. Sólo los estadunidenses quieren una guerra civil, insistió Hashem. El doctor deja esposa, un hijo llamado Soheil y tres hijas: Miriam, Sara y Dua'a.

En la sala de la casa de su hermano se reunieron hoy parientes cercanos y lejanos que vinieron a dar el pésame. Había carne recién cocinada, jugo fresco, tazas de té humeante y muchas charlas sobre la estrecha relación entre chiítas y sunitas en Ghazalia.

Como dijo Raqid, primo del médico, la familia es de la tribu Dulaimi, en la que hay tanto sunitas como chiítas. La esposa de Hashem es chiíta. "Sólo los estadunidenses quieren una guerra civil aquí", repitió. Soheil, el hijo del médico sacrificado, asintió en señal de acuerdo.

Rumores y conjuras

"Corría en la calle el rumor de que el doctor fue el causante del incendio en la mezquita", dijo Raqid. "Claro que no era cierto; estoy seguro de que la misma persona que voló la mezquita fue la que ordenó asesinar a Hazem. Sabe usted, la explosión fue a la 1:55 de la madrugada y después se oyeron dos aviones estadunidenses. Uno voló so-bre mi casa. Poco antes de la explosión, ha-bía cuatro Humvees estadunidenses afuera del edificio. Fue una conjura del servicio secreto iraní y el servicio secreto israelí."

La Conjura -hay que ponerla con mayúscula- aparece en muchos relatos iraquíes en estos días. ƑIraníes?, pregunté. ƑIsraelíes?

"Hemos oído que los iraníes ayudaron a financiar la mezquita", afirmó Raqid. "Hay que verlo en el contexto de la presencia de los soldados estadunidenses. Los invasores no quieren que este país tenga estabilidad. Así pues, dejan que estos criminales tomen de blanco a personas buenas como el doctor, activas en la sociedad, que podrían tener un papel en el futuro de Irak. Estos hombres quieren crear problemas étnicos, quieren una guerra civil (...) pero nosotros nos negamos a tener esa guerra."

Hashem al Ani interrumpió: "Mi esposa es chiíta, tenemos primos chiítas en el sur de Irak, nos casamos entre nosotros. ƑCó-mo podríamos tener una guerra civil? Mi hermano atendía a sunitas y chiítas por igual y era un buen hombre".

Agregó: "Tuvimos un gran funeral y unos hombres nos protegían con sus armas, pero vinieron los estadunidenses a decirnos que no podíamos tener esa protección. Les pe-dimos que nos protegieran, y un oficial nos dijo: 'Sólo podemos protegernos a nosotros mismos'. ƑQué debemos pensar de eso?"

El doctor Al Ani hablaba el inglés con fluidez y, según cuentan los vecinos, abría su clínica a cualquier hora del día o de la noche. "A veces nuestra casa parecía hospital", relató Soheil.

Por supuesto, no hubo comentarios de las autoridades de ocupación después del asesinato del médico. El día del homicidio del doctor Al Ani anunciaron la muerte de dos estadunidenses. Hazem al Ani no estaba en su lista de bajas: era iraquí.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

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