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México D.F. Sábado 27 de marzo de 2004

Sondeos revelan que los militares no comparten el optimismo de Bush

Moral baja, suicidios, muertos y heridos "ocultos", en las fuerzas armadas de EU

Irak comienza a parecerse cada vez más al desastre de Vietnam, estiman uniformados

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington y Nueva York, 26 de marzo. En los tiempos de Vietnam se decía que si uno deseaba saber lo que realmente estaba ocurriendo en la guerra, debía preguntar a las tropas en el terreno, no a los políticos en Washington.

Nadie ha visto las imágenes de los ataúdes con soldados estadunidenses que regresan de Irak y Afganistán a la base aérea de Dover, pocos saben de los miles de soldados bajo tratamiento por problemas sicológicos ni de cuántos están optando por no renovar su contrato para servir en las fuerzas armadas, ni de las familias de militares que ahora se sienten engañadas por el comandante en jefe sobre la razón por la cual su hijo o hija está en peligro en un lugar a media vuelta del mundo.

Pocos se enterarán de que la mayoría de las mantas y telas utilizadas en las tiendas de campaña y en el camuflaje detrás o debajo de donde viven los soldados están fabricados con elementos carcinogénicos, o que el presidente George W. Bush deseaba reducir el presupuesto para asistencia a veteranos de guerra, o que Washington envía a sus tropas a combate sin suficiente equipo adecuado para su protección.

Bienvenidos a las filas de los libertadores, los combatientes contra el terror, los que sacrifican su vida por la bandera, los ejemplos del patriotismo, los llamados héroes por políticos y empresarios, cuyos hijos e hijas casi nunca se encuentran en filas.

Estas son las fuerzas armadas de Estados Unidos, el verdadero ejército de jóvenes pobres que aceptaron la invitación para "servir a la patria" a cambio de un ingreso, capacitación y educación, de servicios de salud y vivienda y varias cosas más que el resto de los civiles no tienen garantizado.

El estado de ánimo, o la moral, de militares y ciudadanos en torno a la guerra ha sufrido. Con más detalles todos los días de que las justificaciones oficiales para la guerra estuvieron basadas en "mala inteligencia" o que tal vez eran mentira, para muchos veteranos la de Irak se parece cada día más a la guerra de Vietnam.

El coronel retirado Ron Ray, de los marines, ex secretario asistente de Defensa y veterano de Vietnam, declaró al Globe & Mail, de Canadá, que lo ocurrido le recuerda al famoso incidente ficticio del golfo de Tonkin, ataque que nunca ocurrió pero que sirvió de justificación para lograr la aprobación del Congreso a la guerra de Vietnam en 1965. El resultado, concluyó, fue "58 mil (estadunidenses) muertos por una mentira".

Max Cleland, ex senador, ex director de la Administración para Veteranos y veterano de la guerra de Vietnam, insiste en que el gobierno de George W. Bush no aprendió nada de ese conflicto.

"En lugar de aprender las lecciones de Vietnam, el presidente, el vicepresidente, el secretario de Defensa y su subsecretario de Defensa nos han metido en un desastre en el desierto", escribió Cleland en el Atlanta Journal Constitution, en septiembre pasado. "Atacaron a un país que no nos había atacado. Lo hicieron sobre inteligencia fallida, mal representada y altamente cuestionable".

Blancos en una galería de tiro

Los comandantes militares "mantienen en servicio por periodos extendidos a soldados a los que hace mucho se les informó que pronto regresarían a casa. Estamos manteniendo fuerzas estadunidenses en el terreno, donde son blancos en una galería de tiro para todo terrorista en Medio Oriente. Bienvenido a Vietnam, señor presidente. ¡Qué pena que usted no fue (a Vietnam) cuando tuvo la oportunidad!", concluye Cleland.

Las tropas en Irak no comparten el optimismo oficial de su comandante en jefe en Washington. Aunque hay poca información sobre el estado de ánimo entre los militares en Irak, hace poco se revelaron los resultados de un sondeo del ejército estadunidense realizado a finales del verano pasado entre sus tropas en Irak: 52 por ciento informó que su nivel de moral personal era "baja o muy baja", y 72 por ciento decía que la moral de su unidad estaba igual de mal.

También reveló que el año pasado la tasa de suicidio entre las tropas en Irak fue mucho mayor que en el ejército en general, con un promedio de dos suicidios cada mes, llegando a un pico de hasta cinco en julio de 2003, informó hoy el New York Times.

Entre todas las ramas de las fuerzas armadas (ejército, fuerza aérea, marina y marines) el nivel de la moral es preocupante. Según el periódico Stars&Stripes, de las fuerzas armadas, que realizó un sondeo más amplio que el del ejército en octubre anterior, se descubrió que más de un tercio (34 por ciento) calificaban su nivel de moral como "ba-jo" o "muy bajo", y sólo 27 por ciento lo calificaba de "alto o muy alto".

Como consecuencia, varios oficiales pronosticaron problemas en el momento en que sus soldados renueven contratos de reclutamiento, y casi la mitad de las tropas consultadas indicaron que esperan renovar sus contratos como soldados. Más de un tercio opinó que su misión en Irak no "está claramente definida" o "nada definida".

En casi todas las preguntas, miembros de las tropas de reserva y de la Guardia Nacional calificaron negativamente su presencia y sus condiciones en Irak. Los reservistas fueron los que más se quejaron por permanecer en Irak más tiempo de lo necesario o de lo que se les había informado.

Y es que los periodos de servicio para reservistas -casi siempre personas empleadas en el sector civil que ingresan para recibir beneficios a cambio de un fin de semana al mes y un mes al año de servicio en tiempos de paz- se han triplicado de lo que originalmente se les había informado, causando enormes tensiones familiares y con su empleo.

Existen quejas también por el equipo militar, incluyendo la falta de blindaje antibombas, además de los chalecos antibalas de tiempos de Vietnam que ya no protegen contra munición más moderna.

De acuerdo con el New York Times, casi tres cuartas partes de las carpas y tiendas de campaña de camuflaje empleadas por las fuerzas armadas fueron fabricadas con elementos tóxicos de plomo y otros químicos que podrían provocar varios tipos de enfermedades, inclusive cáncer.

El Pentágono insiste en que las concentraciones son muy pequeñas como para representar una amenaza a la salud, y que no hay razón para no seguir usando este equipo.

Hasta hace poco, reservistas heridos estaban obligados a pagar ocho dólares diarios por alimentos en los hospitales y debían comprar su propio papel higiénico.

No sólo eso, sino que agrupaciones de ve-teranos, muchos firmes simpatizantes de Bush y los republicanos, se han enfurecido en estos meses pasados al saber que la Casa Blanca ha obstaculizado un proyecto para permitir que casi 600 mil veteranos incapacitados reciban pagos y que éstos que no sean restados de sus montos de jubilación.

O sea, para los soldados hay pocas señales de que los políticos estén muy preocupados por su bienestar al cumplir con su deber.

El Pentágono ha prohibido a los medios trasmitir cualquier imagen de los 589 (hasta la fecha) "tubos de traslado" (las bolsas de cadáveres) de los soldados caídos en la guerra, y hasta hace poco no ofrecía acceso a los heridos -van más de 3 mil 383 en esta condición- en hospitales militares.

No hay cifras de cuántos soldados están bajo tratamiento siquiátrica a raíz de la guerra, pero podrían ser miles, según algunas fuentes. De acuerdo con el sondeo del ejército, uno de cada cuatro reportó problemas emocionales y estrés, pero todos enfrentaban falta de apoyo de los servicios de salud mental proporcionados por el ejército.

De hecho, el informe sobre los resultados de esta investigación no se difundió hasta esta semana, provocando críticas de que se deseaba ocultar los resultados. Una sesión informativa oficial sobre el nuevo sondeo de salud mental de las tropas en Irak fue cancelado abruptamente la semana pasada porque algunos sospechan (entre ellos grupos de veteranos) que los oficiales no deseaban dar malas noticias en el primer aniversario de la guerra, reportó el Guardian de Inglaterra.

Las quejas de los uniformados no se registran sistemáticamente ni se difunden públicamente, pero los correos electrónicos y conversaciones por Internet muestran las molestias y críticas, y dan indicios de que no todo está como lo proyecta la propaganda oficial.

Los abogados de un desertor calculan que hay unos 600 soldados que han desertado para evitar su servicio en Irak o han desaparecido sin autorización cuando regresan a casa para un periodo de descanso. Un desertor es un soldado que no se ha reportado durante más de 30 días.

En su límite, la invasión del desierto

Clancy Sigal, escritor y ex soldado que du-rante la guerra de Vietnam ayudó a desertores y a los que se resistían al reclutamiento, escribió recientemente en el Guardian que si se incrementa la tendencia de no renovar contratos y una creciente protesta de familias antes obedientes, "podría resultar la señal más potente de que la invasión estadunidense del desierto ha llegado a su límite".

Pero no sólo son las filas militares, sino las capas de oficiales donde se registra el descontento. Claro, dentro de la institución castrense, aquí como en otros países, hay una cultura hermética y disciplinada, y por tanto hay poco en el ámbito público para señalar como expresiones de disidencia.

Pero es un secreto a voces en Washington que muchos militares profesionales de alto nivel expresaron, desde el inicio, sus dudas sobre la guerra en Irak y la "guerra contra el terrorismo" en general, incluyendo el anterior jefe de la junta de jefes militares.

Pero también hay expresiones como la de la recién retirada coronel de la fuerza aérea Karen Kwiatkowksi, ex oficial del Pentágono y especialista en Medio Oriente, a quien se considera "conservadora".

Comentó al Globe & Mail que áreas clave de Washington han sido "secuestradas" por una red de políticos nombrados a puestos que operan fuera de las estructuras y prácticas, y que estos neoconservadores abogan en favor de "una guerra perpetua para promover una moralidad global abstracta mediante el imperialismo militar, apoyado por un socialismo nacional muscular en casa".

Es difícil generalizar, con pocos datos y por el hermetismo profesional de las fuerzas armadas. Encuestas y expresiones públicas siguen demostrando alto nivel de apoyo entre familias y comunidades militares a su comandante en jefe y la guerra (aunque parte no es opinión política, sino de apoyo de compañeros en la zona de combate con la regla de que nunca se cuestiona el mando ni la misión mientras haya tropas arriesgando la vida).

Pero que a la vez existan cientos de familias de militares que han expresado públicamente su oposición a la guerra (algo casi sin precedente), y que tanto soldados rasos co-mo altos oficiales estén cuestionando esta misión, y que más grupos de veteranos y altos militares retirados (incluyendo al ex candidato presidencial demócrata y ex general de cuatro estrellas Wesley Clark) critiquen abiertamente las políticas bélicas de la Casa Blanca, seguramente son expresiones de un fenómeno mucho más amplio dentro de las fuerzas armadas.

No es que haya peligro de motín o golpe de Estado militar en Estados Unidos. Pero los jefes civiles de las fuerzas armadas no necesariamente cuentan con el apoyo pleno e incondicional de las tropas ni de sus oficiales. No se sabe si el comandante en jefe, quien logró evadir los campos de guerra en Vietnam, ya se ha dado cuenta.

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