México D.F. Sábado 27 de marzo de 2004
El jefe de Gobierno acudió a los trabajos
del octavo congreso nacional de su partido
Unidad en torno a los principios del PRD, pidió
López Obrador
Debe castigarse a quienes hayan incurrido en actos de
corrupción; no estableceremos complicidades, dijo
RENATO DAVALOS Y BLANCHE PETRICH
En el principal foro perredista, el jefe de Gobierno del
Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, se refirió
a los videoescándalos que involucraron a varios militantes en actos
de corrupción y dijo que ''tiene que castigarse a los responsables.
No establecemos relaciones de complicidad con nadie y deberá aplicarse
la ley''.
Preminencia de principios, reclamó López
Obrador. ''Los mismos que han dado vida al PRD. Podemos tener diferencias
entre dirigentes, pero otra cosa es la unidad en torno a un proyecto de
nación'', asentó.
Ante más de mil 500 delegados convocados al octavo
congreso nacional perredista hizo un recuento de las andanadas que desde
el Estado ha sufrido el PRD. La de ahora, precisó, está encabezada
por los ''mismos de siempre y los que han mantenido sojuzgado al país
en la pobreza''. Se están reagrupando los mismos que mantienen a
la nación en el abandono. Y pidió la unidad, pero con base
en los principios que constituyen su fortaleza.
El abrazo de López Obrador con Cuauhtémoc
Cárdenas, al filo del mediodía en el Centro de Espectáculos
Polanco, marcó el inicio de los trabajos congresionales. Se repetiría
cuando terminó su mensaje en el enorme templete que se instaló
para unas 60 personas, entre comité ejecutivo, comités estatales,
gobernadores, coordinadores parlamentarios y liderazgos partidistas.
Fue
el principio de la catarsis tras la ''más profunda crisis partidista''
en que se encuentran inmersos los perredistas. El preludio de los debates
fue definido por los aplausos al mensaje de Cárdenas y los ''duro,
duro'', para López Obrador. Era la primera ocasión en que
el jefe de Gobierno concurría a uno de los principales órganos
partidistas.
''Siempre he sostenido que una cosa es el partido y otra
el gobierno'', fijó López Obrador. Ya habían hablado
Leonel Godoy, con su solicitud para disolver las corrientes. Cárdenas
ya había pedido la reconfiguración del comité ejecutivo
para empezar la refundación bajo el liderazgo de Godoy. También,
el gobernador Ricardo Monreal había definido el catálogo
de cambios indispensables para empezar la reconstrucción.
Si fuéramos un partido ''palero'', estableció
el gobernante capitalino, y si no defendiéramos los principios,
los de las causas populares, no tendríamos dificultades. Rememoró
los ataques históricos que desde los gobiernos priístas,
y ahora el panista, ha sufrido el PRD.
''Recuerdo -apuntó el jefe de Gobierno capitalino-
que en tiempos del salinato, en 1991, cuando el Partido de la Revolución
Democrática tenía una aceptación electoral de 9 por
ciento, se planteó al interior partidista si se negociaba para evitar
la desaparición del partido o si se mantenían los principios.
No se negoció y no claudicamos. Enfrentamos momentos muy difíciles
que no deben olvidarse''.
La lección, condensó, es que lo más
importante son los principios. Resistimos porque a pesar de actos evidentes
de corrupción difundidos en cadena nacional, inocultables, hubo
una lanzada del Estado. Tenemos que entender estos golpes. En el colmo
del cinismo, ahora los que se han hecho inmensamente ricos con el tráfico
de influencias, se presentan como paladines de la transparencia y la honestidad.
''¡Al diablo con ellos!''
La algarabía perredista estalló. ''¡Diego,
corrupto!'', exclamaron.
López Obrador señaló la necesidad
de una revisión y aludió a la expresión coloquial
''no hay mal que por bien no venga''. Vamos a salir fortalecidos, estimó.
Refrendó que no traicionará los ideales de la gente que quiere
un cambio real en el país y no el gatopardismo. Ahí están
los mismos, insistió. A los que les significamos un peligro. Vamos
por la unidad, pero no a la unidad a los hombres, porque lo que importa
son los principios, dijo.
Por su parte, el gobernador de Michoacán, Lázaro
Cárdenas Batel, también aludió al trabajo sucio que
se ha emprendido contra el Partido de la Revolución Democrática
a lo largo de su historia. ''Lo han hecho porque hemos sido congruentes.
Nos han difamado, nos han acusado de violentos, de obstáculo para
acuerdos. Recordemos la campaña contra el Frente Democrático
Nacional, en 1988''.
La remembranza, puntualizó Cárdenas Batel,
incluye además las andanadas contra nuestros triunfos electorales
en la mayoría de municipios de Guerrero y de Michoacán en
1989. ''Pero ahí están los 600 militantes muertos. Los ataques
también han incluido a Salvador Nava, en San Luis Potosí;
a Heberto Castillo, en Veracruz, o contra Cuauhtémoc Cárdenas
Solórzano tras la muerte de Paco Stanley. No es la primera ni la
última que sufriremos'', añadió el mandatario michoacano.
Dijo que esta vez, a diferencia de otros momentos, ''se
abrió un flanco interno que ha facilitado las cosas a nuestros adversarios,
que ahora pretenden cuestionar la ética y la autoridad moral perredista.
No tienen autoridad moral para enjuiciarnos. Nosotros respondimos con rapidez
y valentía, que no tuvieron los enemigos políticos''.
Sin autoflagelación ni dramatismo -abundó-
es necesaria la autocrítica para recomponer la vida interna. ''El
pragmatismo extremo, la prevalencia de un objetivo electoral por encima
de todo, la ausencia de un debate ideológico y las disputas internas
nos han llevado a cometer errores e incongruencias y cuestionamientos a
las corrientes. La disolución de éstas habla bien del rumbo
del partido, sin cancelar el derecho de reunión o agrupamiento''.
Indicó que a ningún grupo puede atribuirsele
la exclusividad del pragmatismo o la del privilegio de un objetivo electoral
a toda costa. El Partido de la Revolución Democrática es,
a pesar de las andanadas en su contra y de sus errores y debilidades, esperanza
para millones de personas. Es hora de cerrar filas, sin enconcharnos, concluyó.
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