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México D.F. Jueves 25 de marzo de 2004

Su tasa de desempleo es de 8.4%, la más alta en las ciudades estadunidenses

Marginación y riqueza pintan a Nueva York cual país del tercer mundo

El alcalde, uno de los hombres más ricos de EU, asegura que "todo está de maravilla"

DAVID BROOKS Y JIM CASON CORRESPONSALES

Nueva York y Washington, 24 de marzo. "Damas y caballeros, mi nombre es Sonny Page, no tengo casa, y tengo hambre. Si tienen algo con lo que puedan contribuir, se los agradezco, si no lo tienen, les entiendo porque yo no tengo nada. Gracias", dice antes de pasar por el vagón del Metro el hombre de unos 60 años que camina con dolor.

Hoy eso provoca un debate de locos. Sentado, un latino con un walkman, a gritos se dirige al mendigo y lo señala como un perdedor, todo esto aderezado con la palabra "fucking". Nadie le hace caso, y Page pasa por las monedas para conseguir su desayuno. El otro sigue gritando y la gente mira hacia abajo. Desde el otro extremo una asiática empieza a gritar algo sobre Jesucristo, el Salvador, y como todos los días nos rescata del fin del mundo, y así empieza un diálogo sobre Dios y las miserias. Comienza el intercambio de sonrisas nerviosas, algunos pasajeros pasan a otro vagón, no vaya a ser que comience una bronca entre los locos.

Y es que la ciudad está para enloquecer a cualquiera, no sólo porque el invierno no suelta los días y retrasa la primavera, sino porque todo está al revés.

La ciudad más rica del mundo, cuyo alcalde es uno de los hombres más acaudalados del país, proclama que hay un auge económico y que todo está de maravilla. Es cierto, para algunos: los restaurantes de lujo están llenos y se necesita reservación desde días antes para entrar a los nuevos, se construyen edificios de lujo en varias partes, las rentas siguen subiendo a niveles astronómicos y no hay vacantes.

Pero un reportaje del Washington Post ofrece un panorama menos optimista: la tasa de desempleo es la peor de las principales 20 ciudades del país (8.4 por ciento), con la pérdida de 230 mil empleos en los pasados tres años, se ha incrementado 46 por ciento la demanda de asistencia alimentaria de emergencia en tres años, más de 300 mil buscan chamba y los 20 mil 600 nuevos empleos creados en el sector privado pagan, en promedio, unos 34 mil dólares menos al año que los empleos que se han perdido. "Ahora se necesitan dos empleos de los que hemos generado para sustituir uno de los que hemos perdido", comentó el economista James Parrot al Washington Post.

Un 10 por ciento de la fuerza laboral de Nueva York -unas 300 mil personas- trabaja por menos de siete dólares la hora en una de las ciudades más caras del mundo. Como resultado, hay incrementos dramáticos en el número de neoyorquinos que no pueden pagar su renta, que están perdiendo su propiedad, o que se declaran en bancarrota.

Claro, los más afectados, como siempre, son los inmigrantes y las minorías. Para los mexicanos indocumentados no hay datos precisos, pero no faltan pruebas de a cuántos no se les paga lo que marca la ley, y son los más vulnerables a accidentes de trabajo por falta de protección. Para los negros hay cifras casi increíbles: según el Post, 50 por ciento de los hombres negros están desempleados.

Sonny Page es sólo uno de los 40 mil homeless (sin techo) que se calcula que viven en esta ciudad. Unos 900 mil neoyorquinos reciben asistencia federal para comprar alimentos básicos. Caminando por las zonas lujosas o de moda en esta ciudad, no hay esquina o entrada del metro donde no se tope uno con un ser humano envuelto en cobijas buscando un poco de calor. No es inusual ver cómo gente vestida de traje y de ropa muy cool casi brinca sobre bultos humanos para llegar a sus citas importantes o a un restaurante donde tuvieron que hacer la reservación desde hace semanas.

Fluye el dinero, eso sí. Wall Street obtuvo ganancias por 15 mil millones de dólares el año pasado. Los departamentos en condominio en Manhattan cuestan, en promedio, 983 mil dólares. Hay listas de espera para las escuelas privadas con colegiaturas de hasta 26 mil dólares al año. Lo que los turistas ven cuando visitan esta ciudad es casi siempre este panorama de lujo, de una ciudad que brilla con lo mejor de lo mejor del mundo. Pero se recomienda que mientras uno camina admirando los rascacielos, poner atención antes de tropezarse con otro pobre con hambre y sin techo.

Todo esto pinta a Nueva York como si se tratara de un país moderno del tercer mundo, con una dolarización económica enorme, con una alta concentración de riqueza en un mar de millones que están trabajando lo doble para mantener lo que antes tenían, mientras otros pierden todo y quedan fuera de la vista de los turistas.

Y mientras todo esto ocurre, claro, hay corrupción. Entre los habitantes de los condominios de lujo de Park Avenue (algunos de los cuales cuestan unos 20 millones de dólares) hay algunos ejecutivos que ahora pasan el tiempo en los tribunales federales de Manhattan acusados de fraude y otros delitos.

La subsecretaria de Educación de la ciudad acaba de renunciar por acusaciones de nepotismo al intentar conseguirle una chamba a su esposo en la dependencia donde ella es funcionaria. Y el alcalde Michael Bloomberg, con una fortuna personal de unos 4 mil millones de dólares, dice que los empleados municipales deben entender que no se les puede pagar más e intenta no hablar mucho de los pobres.

ƑQué hacer ante esta desigualdad extrema? Algunos políticos locales creen que han encontrado la respuesta para "unificar" a la ciudadanía. Claro, no se trata de resolver el problema de fondo, sino desviar la atención. Dos miembros demócratas del concejo municipal decidieron esta semana que la crisis real es la falta de banderas estadunidenses en los salones de las escuelas públicas y donaron 50 a una escuela en Brooklyn.

No sólo eso; anunciaron una campaña para donar más banderas a las mil 200 escuelas públicas de Nueva York. Uno dijo que "el patriotismo y recitar el juramento a la bandera son cosas que nos unifican". El Departamento de Educación, señalaron, aprobó regulaciones después del 11 de septiembre de 2001 según las cuales se tiene que recitar el juramento a la bandera y exhibir la bandera nacional afuera de las escuelas y dentro de las aulas.

La falta de empleos, el hambre y la dolarización económica parecen no ser el problema. La bandera es lo que unifica. Con razón hay brotes de locura en las catacumbas de la ciudad.

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