El ascenso de una clase gobernante desvinculada con la institución, entre los factores

Evidente distanciamiento del gobierno con la UNAM, asegura investigador

La falta de compromiso con la educación pública ha generado tensión, dice Hugo Casanova

KARINA AVILES

A lo largo de cinco décadas, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) pasó de ser una institución en la que "predominaban criterios elitistas" -pero que contaba con el "pleno apoyo" del gobierno- a una universidad cada vez más diversa, con sentido social, aunque sin el anterior respaldo del Estado, lo que ha generado tensiones frente al gobierno federal, advierte el investigador Hugo Casanova Cardiel, del Centro de Estudios sobre la Universidad (Cesu) de la UNAM.

Hoy, hace 50 años, también en un día lunes, fueron inaugurados los cursos en el nuevo recinto de la UNAM: Ciudad Universitaria (CU). El entonces presidente de la República, Adolfo Ruiz Cortines; el gerente de CU, Carlos Lazo; el rector, Nabor Carrillo, y los miembros de los cuerpos colegiados y de gobierno se dieron cita en la sala del Consejo Universitario del edificio de Rectoría para inaugurar las clases de la que representa una de las obras más importantes y trascendentes del México contemporáneo.

Con ese motivo, el especialista Hugo Casanova hace una reflexión sobre lo que era la universidad hace cinco décadas y lo que es hoy en día. En principio, puntualiza algunos datos: en 1954, la UNAM atendía a 32 mil 652 estudiantes, con una planta de académicos de 5 mil 372 integrantes. Este año los alumnos universitarios ascienden a cerca de 260 mil, con un cuerpo de profesores de alrededor de 31 mil 500.

Hace 50 años el presupuesto era de 40 millones 633 mil 962 pesos; para este 2004, el presupuesto aprobado fue de 16 mil 456 millones de pesos. En 1954, las entidades académicas que se trasladaron a las nuevas instalaciones apenas llegaban a 18, entre ellas las escuelas y facultades de Filosofía y Letras, Ciencias, Derecho, Ingeniería, Arquitectura, Comercio y Administración.

Hoy las dependencias académicas suman más de 60, en donde se imparten y cultivan nuevas disciplinas y campos profesionales como las ciencias genómicas o la ingeniería en mecatrónica.

Lo anterior, añade, es una muestra de los cambios y el proceso de transformación que ha experimentado la máxima casa de estudios en sus tres funciones sustantivas: la docencia, la investigación y la extensión de la cultura.

En cinco décadas, en las que se pasó de aproximadamente 20 instituciones educativas de nivel superior a más de mil en el país, la UNAM "mantiene su liderazgo, merced a su producción y a su presencia académica", establece.

Sin embargo, en estos 50 años un aspecto fundamental es el de la relación universidad-gobierno, la cual ha oscilado entre la "sintonía y la tensión". El especialista enfatiza que en 1954 la universidad vivía una fase de "pleno apoyo" por parte del gobierno federal. De hecho, la construcción de las nuevas instalaciones de CU se inscribe en una época de evidente compromiso del Estado con la universidad.

Actualmente, manifiesta, "la distancia entre la institución y el gobierno se ha hecho patente en diversos aspectos". Por un lado, el ascenso de una clase gobernante desvinculada de la UNAM y la universidad pública y, por otro, la falta de compromiso gubernamental con la educación pública "ha generado tensiones de la universidad frente al gobierno federal".

En este sentido, el coordinador del libro Nuevas políticas de la educación superior destaca la necesidad de hacer un "nuevo contrato" entre la UNAM, el gobierno y la sociedad.

Dicho contrato debe garantizar el apoyo permanente a la universidad pública, no sólo en términos financieros, sino normativos y de políticas públicas, "respetando la autonomía de la institución para regir su desempeño académico". De esta forma deberá incluirse en el contexto de una perspectiva "estructural y de largo aliento que trascienda la dimensión sexenal".

El experto señala que hoy en día la universidad enfrenta varios retos. Uno de ellos es el de la atención de la demanda, por lo que, subraya, la institución no puede sustraerse del problema sino, por el contrario, tiene que contribuir a solucionarlo mediante la creación de nuevas plazas y modalidades para extender los beneficios de la educación superior. Recuerda que 80 por ciento de los jóvenes mexicanos en edad de ir a la universidad no tienen acceso a la misma.

La UNAM, añade, también debe responder con "oportunidad y calidad a las demandas del conocimiento y del trabajo, así como a su papel rector del conjunto educativo superior del país. El mantenimiento de ese papel demanda de un impulso decidido al trabajo académico y de una enorme voluntad de quienes ejercen responsabilidades de gestión para guiarse con base en criterios de racionalidad académica eludiendo las disputas de la arena política". Por lo mismo, no puede soslayarse la necesidad de actualizar el marco normativo y atender los retos de organización y gestión.

Además, destaca Casanova, es necesario atender en forma más adecuada las demandas de la sociedad, no sólo en los temas sustantivos -docencia, investigación y difusión-, sino también en el papel reflexivo ante los grandes problemas de la vida nacional, mediante la aportación de soluciones y propuestas.

A 50 años de la inauguración de cursos en CU, manifiesta que la UNAM es una institución que pasó de un carácter "homogéneo" y "uniformizante" a una universidad con una composición social cada vez más diversa.

"El compromiso en favor del carácter público de la educación superior, el compromiso de cara al sentido social de la institución y en favor de la igualdad de oportunidades conforman un perfil institucional que parece responder a las condiciones sociales del México actual", concluye.