México D.F. Lunes 22 de marzo de 2004
La comisión documenta abusos del Grupo
Beta contra migrantes nacionales y extranjeros
Compiten ganancias de polleros con las de narcotraficantes:
CIDH
El aumento de la población flotante provoca alta
criminalidad en zonas fronterizas, señala
VICTOR BALLINAS
México se ha convertido en uno de los principales
centros de tráfico de personas hacia Estados Unidos, práctica
cuyas ganancias ilícitas compiten con las del narcotráfico,
sostiene la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en
su informe 2003, que contiene un apartado sobre la situación de
los trabajadores migratorios mexicanos.
El
estudio sobre estos últimos fue realizado en 2002 directamente por
Juan Méndez durante el periodo en que fue presidente de la CIDH
y, al mismo tiempo, titular de la Relatoría para Trabajadores Migratorios.
En el documento se destaca que "en los 12 años
-a la fecha 14- de existencia del Grupo Beta han surgido muchas denuncias
de corrupción, abusos, robos y maltrato por miembros de ese grupo,
situación que no fue desmentida en entrevistas con funcionarios
del gobierno mexicano con esta relatoría".
Méndez subraya en el informe que, aunque resulta
muy difícil cuantificar la verdadera dimensión de "la trata
y el contrabando de migrantes", un estudio de la Organización Internacional
para las Migraciones (OIM) indicaba que en 1997 ese negocio ilícito
generaba por lo menos 5 mil millones de dólares en el mundo.
En el caso de México, "se estima que alrededor
de tres cuartas partes de los migrantes mexicanos que intentan ingresar
en el territorio estadunidense por primera vez y dos tercios de los que
intentan entrar subsecuentemente recurren a los servicios de traficantes".
Esa práctica ha prosperado paralelamente con medidas
para reforzar el control fronterizo. Mientras en 1993 un migrante mexicano
pagaba de 20 a 30 dólares a un pollero para que lo ayudara
a cruzar la frontera, hoy el precio oscila entre mil 500 y 2 mil dólares.
Más de 100 bandas
Méndez da cuenta de que en su visita a México,
autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM) le informaron
de la existencia en el país de más de 100 organizaciones
dedicadas al tráfico de migrantes.
Durante su estancia en México -del 25 de julio
al 1º de agosto de 2002-, la relatoría, presidida por Méndez,
"observó la generación de un fenómeno muy preocupante.
De forma creciente, zonas limítrofes, sobre todo ciudades caracterizadas
por la presencia de un número importante de población flotante,
tanto personas que llegan para cruzar la frontera como otras que son deportadas
y no tienen recursos para regresar a sus comunidades de origen, o bien
deciden permanecer ahí para intentar otro cruce, se han convertido
en sitios extremadamente peligrosos".
La relatoría subraya que en esos sitios, tanto
en la frontera norte como en la sur, "se observó una abierta colusión
de las autoridades con elementos criminales, falta de capacidad o voluntad,
que contribuye a incrementar la peligrosidad de esas zonas, ya que los
delitos se cometen con absoluta impunidad".
Al mismo tiempo, la presencia de migrantes atrae a individuos
o bandas dedicadas al tráfico de personas, que cometen graves abusos
contra los primeros.
Méndez señala que los migrantes que se internan
en el país no sólo sufren el penoso viaje hasta la frontera
con Estados Unidos, sino que durante su marcha también a menudo
son víctimas, a lo largo de todo el territorio nacional, de delincuentes
comunes y autoridades inescrupulosas.
En el caso de la frontera sur, resalta Méndez,
en los 962 kilómetros que separan a México de Guatemala y
Belice, los migrantes sufren abusos de delincuentes comunes o de autoridades
inescrupulosas.
Esos problemas son comunes en Chiapas, Tabasco y Campeche,
y menos frecuentes en la frontera con Quintana Roo.
La mayor cantidad de incidentes se concentran en el istmo
de Tehuantepec, donde aprovechándose de la vulnerabilidad de los
migrantes, grupos de delincuentes los atacan, roban, extorsionan y engañan.
En algunas ocasiones son asesinados quienes se resisten a esos abusos.
Muchas de esas bandas están integradas por nacionales
de México o Guatemala; sin embargo, numerosos reportes indican que
los más peligrosos son los integrantes de las llamadas Maras
salvatruchas, bandas de extrema peligrosidad, conformadas por salvadoreños,
algunos militares o ex guerrilleros de El Salvador.
A todo lo anterior se aúna que las autoridades
a ambos lados de la frontera extorsionan, roban y abusan de los migrantes.
En la frontera norte, la presencia de numerosos grupos
dedicados al tráfico de drogas y de personas y la existencia de
violencia estructural, caracterizada por altas tasas de criminalidad e
impunidad, contribuyen a exacerbar la vulnerabilidad de los migrantes.
Como ejemplo de esa población flotante, Méndez
apunta que, de acuerdo con datos del INM, en 2002 ocurrieron 570 mil 453
deportaciones de mexicanos desde Estados Unidos, muchos de los cuales permanecen
en la frontera para juntar dinero e intentar cruzar de nuevo.
Méndez subraya que México es uno de los
países emisores y de tránsito de migrantes más importantes
del mundo, por lo cual "no es sorprendente que la industria de la trata
de personas se encuentre muy desarrollada en el país. Ambas fronteras
en el país son epicentros de esta actividad ilícita".
Para dar una idea de la magnitud del problema, el INM
reportó a la CIDH que en 2002 fueron detenidos en el país
133 mil 485 extranjeros indocumentados, de los que casi 50 por ciento eran
guatemaltecos, 30 por ciento hondureños, 15 por ciento salvadoreños
y 1.6 ecuatorianos.
Sin embargo, en las estaciones migratorias de México,
en la de Iztapalapa, Distrito Federal, y en la de Tapachula, al momento
del estudio -2002- había migrantes de Pakistán, Sri Lanka,
Japón, Bosnia, Bangladesh, China y Corea del Sur, entre otros.
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