Iván Restrepo

Un ecologista auténtico: José María Iglesias

Don José María Iglesias nació en Rincón de Zarate, Argentina, frente a las islas que forman el delta del río Paraná. En su fértil tierra se criaron los primeros vacunos cuya carne se exportó luego a Europa, en 1877. También sirvió para establecer una próspera agricultura, el cultivo de frutales y cítricos e importantes frigoríficos. A fines del siglo XVIII y principios del XIX arribaron a Rincón de Zárate miles de inmigrantes, la mayoría italianos y españoles. No hay pueblo en Argentina con tal variedad de nacionalidades. Llegaron anarquistas y socialistas que fundaron bibliotecas, sociedades mutualistas, cooperativas, partidos políticos y sindicatos. Don José María fue parte continuadora de esa corriente que hoy tiene cooperativas con miles de socios y maneja un presupuesto mayor que el del municipio de 100 mil habitantes.

Como el agua del subsuelo de la zona es de las mejores del mundo propició que las principales cerveceras se instalaran allí. Pero la crisis y la dictadura militar se encargaron de destruir muchas cosas buenas. El nivel cultural disminuyó mientras se hizo presente la contaminación como producto de poderosos e inconfesables intereses político-económicos. Hoy tiene una central nuclear a 15 kilómetros de la ciudad, frente al Paraná, y otra más está por inaugurarse. Un accidente que vierta aguas contaminadas, llevaría la muerte hasta las mismas puertas de Buenos Aires.

Después de haber sido secuestrado y permanecer en cárceles y campos de tortura y muerte, fue desterrado a México en 1977. Hoy es ciudadano de nuestro país. Luego de trabajar varios años en el campo editorial, hace 15 decidió mudarse a Ixtapa-Zihuatanejo, enamorado de su bahía, su entorno natural y muy particularmente de su gente, antigua propietaria de un extenso ejido que todavía hoy sigue esperando que le sean pagadas sus tierras.

Antes del boom turístico de esa zona de Guerrero, los afortunados de siempre (capitalistas, narcos, políticos) comenzaron a adueñarse de las tierras de mayor rentabilidad. Un pueblo que debió ser, si no de ricos, sí por lo menos sin pobres, pronto se llenó de miles que toman los cerros que circundan la ciudad como única posibilidad de subsistir.

En su nuevo hogar don José María se dedicó a fundar y animar proyectos diversos, como el Teatro Popular Costeño, un taller literario, una cooperativa de pescadores y el Banco de la Mujer Costeña. A defender el medio ambiente y la propiedad social de la bahía de Zihua-tanejo, a oponerse a la privatización de las playas y de ciertos bienes públicos que pasan a manos privadas con la venia oficial.

En fin, Iglesias se unió a los lugareños interesados en conservar el patrimonio natural y buscar soluciones a la contaminación, así como a los problemas socioeconómicos. Desde hace siete años promueve ante diputados y algunos secretarios de Estado una ley de Protección y Conservación del Paisaje. México es el único país en el mundo de importancia turística que no la tiene. Divulgaba su pensamiento a través de un programa en la radio y en artículos en periódicos locales. Hoy ambos le están vedados.

Una de sus últimas batallas ha sido oponerse a la privatización del Cerro del Vigía, que era reserva ecológica. El cerro está junto a la playa La Ropa y la vista desde la altura es de una belleza impresionante. Funcionarios y políticos aliados con inversionistas privatizaron y adquirieron El Vigía a precio de ganga. Hoy un metro cuadrado vale allí 400 dólares. Negocio redondo que las autoridades ambientales federales tratan de impedir, pero... "poderoso caballero es don dinero".

Todas estas actividades le han creado un mal ambiente a don José María Iglesias: ha sido amenazado y teme por su seguridad, al igual que quienes luchan por proteger a las tortugas. Junto con su familia dejará Zihuatanejo, hoy gobernada por un militante del PRD.

Mientras el país resiente la carga del Fobaproa, mientras navegan en la impunidad asuntos como el de los Amigos de Fox y las tropelías del Niño Verde y el partido que le sostenemos con nuestros impuestos, mientras en la tele se documenta la corrupción de algunos dirigentes del PRD, alguien que lucha por un México más limpio y justo tiene que abandonar su tarea. No es buena noticia. Todos salimos perdiendo.