México D.F. Lunes 22 de marzo de 2004
DESDE EL OTRO LADO
Arturo Balderas Rodríguez
Intereses especiales y recursos para la causa
POCOS DUDAN que el recurso que más se empleará
en una de las campañas electorales más largas que se han
realizado en Estados Unidos será la descalificación. No será
el desempleo o el déficit fiscal o la ocupación en Irak los
problemas que se discutan. Muy probablemente las propuestas cederán
paso a la diatriba y a los ataques personales. Los estrategas de ambos
candidatos estarán escudriñando en el clóset para
desempolvar cadáveres reales e inventados. Para la mayoría
de los medios será más sencillo y redituable explotar el
sensacionalismo que hacer una reflexión seria de las campañas
electorales. El análisis mesurado cederá al rating. Los
ganadores serán los dueños de los medios cuyas cuentas bancarias
se engrosarán. Y lo que es peor aún, se convertirán
en el gran elector. Nada nuevo bajo el sol.
CON TODO Y SU DEPURADO sistema democrático,
sus características lo vuelven altamente vulnerable. La corrupción
en Estados Unidos es procesada en las cortes que al final de cuentas emiten
un veredicto. Por la profunda convicción que el estadunidense común
tiene o quiere tener en su sistema de justicia, el veredicto es respetado
por todos. Tal vez no corrija los problemas de fondo y eso lo saben, pero
ya habrá una nueva oportunidad para enmendar las fisuras responsables
de las anomalías en su sistema democrático. Esto es así
en todos los ámbitos de la vida estadunidense, incluyendo el sistema
electoral. Las inconsistencias en la legislación respectiva son
resueltas por las cortes. Al final, como en el caso del fiasco en la elección
presidencial de 2000, el sistema judicial emite un juicio con el que no
todos quedan conformes, pero al cual se avienen.
GUARDADA TODA PROPORCION en cuanto estilo y magnitud,
hay similitudes con lo que sucede en la legislación electoral mexicana.
La diferencia tal vez está en la forma en que esa inconsistencia
es procesada. Por ejemplo, las prebendas que reciben quienes aportan grandes
sumas de recursos a las campañas políticas estadunidenses
se llaman "intereses especiales", se enmarcan dentro de su sistema legal,
y se hacen a la luz del día. En México se llaman "recursos
para la causa" y se obtienen en reuniones supuestamente secretas. En uno
y otro caso sólo el cinismo puede ser más dañino para
el sistema electoral que la persistencia del financiamiento que se sustenta
en esas bases.
LA FORMA EN QUE se manipuló la elección
en Florida puede ser otro ejemplo de diferencias, no tan diferentes. El
tribunal supremo de la nación reconoció que hubo "problemas
técnicos" en el sistema de votación, pero en una decisión
dividida convalidó el triunfo del republicano. En el caso mexicano,
hasta hace unos años, cuando eso ocurría se decía
que había habido un cuchupo. Generalmente era difícil
comprobarlo y más aún que se revirtieran los resultados.
En todo caso la corrupción existe en ambos países, pero tal
vez en el norte sea más sofisticada y con menor propensión
a la autodenigración. La opereta que presenciamos es un claro ejemplo.
A fin de cuentas, en ambos casos la confianza política es la que
se deteriora y la democracia pierde.
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