Cada grupo quiere aplastar a los demás, lamenta

México vive una ''antidemocracia'' partidista, advierte Rivera Carrera

Para el cardenal Norberto Rivera, la falta de acuerdos y la violencia que se registran en la vida política del país tienen su explicación en el ''largo periodo donde sólo hubo una voz''. Criticó a los partidos por ser incapaces de buscar el bien del país, centrándose en aplastar a sus adversarios; ''eso es una antidemocracia'', dijo.

Entrevistado en la Catedral Metropolitana, luego de su misa dominical de mediodía, el arzobispo primado de México señaló que esta difícil situación de alguna manera ya se esperaba, debido a que no es fácil poner de acuerdo a tantas voces que se escuchan, resultado de una transición democrática que se está dando.

Sin embargo, dijo que no existen elementos suficientes para pensar que el país pudiera caer en la anarquía, ya que los acontecimientos todavía se presentan en forman aislada, ''pero no dejemos que esa enfermedad cunda en todos los habitantes''. Para superar esta situación se requiere el esfuerzo de todos, que los partidos políticos abandonen sus intereses particulares y, junto con los ciudadanos, se vea por el interés del país.

Rivera Carrera explicó que después de que México viviera un largo periodo de tiempo donde sólo hubo una voz, y hoy con la transición democrática se escuchan muchas, es entendible que cueste trabajo ponerse de acuerdo y ubicar a todos en un mismo interés. No es una tara fácil, dijo.

Es necesario un esfuerzo compartido, porque ahora cada partido está defendiendo su propio terreno y son pocos los que ven en el territorio de México un interés verdadero por este país. Se vive en una ''antidemocracia'', la cual no permite ver más allá del propio partido, cuando en la verdadera democracia ''el pueblo es el que puede expresarse y aquí cada grupo quiere aplastar a los demás'', explicó.

Pese a esta realidad, expresó su confianza en que los actos de violencia hagan reflexionar a todos, ciudadanos y partidos políticos, sobre la necesidad de un cambio y, sobre todo, de vivir los auténticos valores, principalmente el de la familia.