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México D.F. Domingo 21 de marzo de 2004
ENTREVISTA /CARLOS
FUENTES, ESCRITOR
La tenebra de la polaca, esa sí es literatura
fantástica
INQUIETA COMPAÑIA, CUENTOS POBLADOS POR
SERES IMAGINARIOS
Lo que se hace en el género de terror es un
juego de niños al lado de la intriga en los partidos políticos,
expresa el autor, quien rechaza la exigencia sartreana sobre la responsabilidad
social del artista. ''Yo opino como ciudadano, no como creador"
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
En el mundo de Carlos Fuentes conviven vampiros, fantasmas,
ángeles y gatos tenebrosos. Forman parte de una tercera realidad,
''la de lo excepcional, lo invisible, lo acechante, eso que no se ve todos
los días, ni siquiera en el mundo del Quijote o de Hamlet, sino
en una realidad soñada, temida, imaginaria''.
En ese terreno se mueven los personajes de su nuevo libro
Inquieta compañía (Alfaguara), que reúne seis
cuentos acerca de esos seres tan recurrentes en la literatura universal.
Un tema antiguo con giros nuevos, anuncia el escritor
mexicano en entrevista con La Jornada, aunque a decir verdad, ''Drácula
se queda chico frente a la tenebra política. La tenebra
de la polaca, como le llamamos en México, esa sí es literatura
fantástica, literatura de terror que nos deja chiquitos a los escritores''.
La política
''La
capacidad de intriga que estamos viendo en estos momentos en todos los
partidos, en todas las personalidades de la política mexicana, es
literatura de terror, y lo que nosotros hacemos es verdaderamente un juego
de niños al lado de eso".
Un escritor no está obligado a hablar de política,
dice el autor de Aura; "no creo en la exigencia sartreana que imperó
en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial de la responsabilidad
social del escritor, la responsabilidad impuesta a fuerza. El escritor
tiene una responsabilidad fundamental con el lenguaje y la imaginación.
"Fuera de ello, los escritores podemos optar, como ciudadanos,
si actuamos o no en política. A mí me gusta actuar en el
mundo político, opinar, tener ideas, hacer proposiciones, pero no
lo hago como escritor, sino como ciudadano.''
El libro
Los cuentos que conforman Inquieta compañía
se titulan ''El amante del teatro'', ''La gata de mi madre'', ''La buena
compañía'', ''Calixta Brand'', ''La bella durmiente'' y ''Vlad''.
''Los escribí en todas partes, en aviones, sobre las rodillas'',
dice entre risas.
"Ya sé escribir en cualquier lado. Antes tenía
que tener mi mesita, mis lápices, todo bien ordenado. Ahora no.
Muchos de estos cuentos los escribí en Cannes, en Mallorca, en Londres,
en México, en periodos de vacaciones. De manera que tengo la posibilidad
o el profesionalismo adquirido a lo largo de los años de escribir
donde sea, hasta en una mesa de Sanborns. Ya no me distraen las meseras
vestidas de tehuanas''.
Eso le ofrece mayor libertad y menos pretextos para no
escribir. "Hay demasiados escritores que se quedan contando lo que van
a hacer. Yo me he impuesto una disciplina y he ganado una facilidad para
poder escribir donde sea y no darme pretextos para no hacerlo".
Balzac y el espejo
Tras varias novelas -la más reciente es La silla
vacía-, Carlos Fuentes retoma la literatura fantástica,
aunque deja bien claro que no se trata de un regreso, porque estos dos
caminos siempre han corrido en línea paralela a lo largo de su carrera.
Así, junto a las novelas se encuentran títulos
como Los días enmascarados, Una familia lejana, Cumpleaños,
Constancia y otras novelas para vírgenes. "De manera que no
regreso, estoy siempre junto a ese tema".
En ese aspecto, "mi gran modelo es Balzac. Hay un Balzac
que, junto al Balzac realista, social, de la comedia humana, tiene siempre
la vertiente fantástica que hace contrapunto a las historias sociales,
como son La piel de zapa y Serafita. Tiene toda una serie
de grandes historias de tipo fantástico que completan la comedia
humana y social, que le dan su otra vertiente imaginativa.
''Es el espejo que realmente completa la historia social
y económica que es el centro de su obra. Para mí fue una
gran lección; nunca la quise perder, sobre todo porque empecé
escribiendo historias fantásticas''.
Las realidades
Frente a la novela de ficción, la literatura fantástica
le ofrece una posibilidad: explorar la tercera realidad. ''Hay una realidad
de todos los días, la que existe sin necesidad de ser descrita,
que es el vaso, la mesa, y a la que podemos llamar extrasubjetiva; pero
junto a ella está la realidad subjetiva de la literatura o la realidad
paralela.
"Y luego una tercera, que es la de la literatura fantástica,
en la que la magia de las excepciones -como la llamó Dostoievski
refiriéndose a Poe- crea una realidad al lado de la realidad, no
sólo física y cotidiana, sino a la realidad misma de la imaginación
literaria. Es como si la imaginación literaria reclamase un tercer
espacio: el de lo excepcional, de lo invisible, de lo acechante. En todas
ellas me siento a gusto y por eso insisto en la maestría de Balzac''.
En Inquieta compañía, añade,
si bien se tratan temas constantes en la literatura de todo el mundo, sí
hay algunos que ''son inéditos para mí, como los fantasmas
del siglo XVII mexicano, de la Inquisición, que están esperando
reaparecer en una casa cercana a la villa de Guadalupe. Los ha tenido a
raya una anciana tenebrosa con un gato sobre las rodillas (el gato es más
tenebroso que su dueña). Los fantasmas fueron quemados durante la
Inquisición y quieren que se repita ese rito para seguir viviendo.
Esos son fantasmas nuevos que no pertenecen a una tradición muy
explotada por la literatura.
O el de Vlad, que cierra el libro, que fue un personaje
histórico y es el Drácula de Bram Stoker, ''pero aquí
hay un giro, el vampiro vampirizado, para darle actualidad y traerlo a
la ciudad de México, porque las reservas de sangre se le están
acabando y en México, dice, 'hay 20 millones de morongas que me
están esperando'. Puede que esté aquí, que viva en
la política más que en la literatura''.
Una relación inquietante
Hay una comunión entre el lector y el autor que
se da en muchos niveles, pero también en el nivel del terror: el
de la vida y muerte recíprocas, expresa. "Seguimos viviendo gracias
a los lectores que viven al mismo tiempo gracias a nosotros, y es una inquieta
compañía, una muy inquietante compañía, en
la que finalmente el autor acaba por morir. Desaparece Cervantes, desaparece
Shakespeare, Homero. Desaparecemos todos, pero nos mantiene vivo el lector".
Y pregunta:
-¿Es el lector el que nos chupa la sangre o nosotros
le chupamos la sangre al lector? Eso es imposible saberlo.
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