México D.F. Sábado 20 de marzo de 2004
José Cueli
Terrorismo y crueldad
Ríos de tinta han corrido en torno de la matanza perpetrada en Madrid. Pero a pesar de ello somos conscientes de las limitaciones del lenguaje para expresar la turbulencia de afectos extremos que hemos experimentado. No se borrarán fácilmente las imágenes dantescas de tamaño crimen. El proceso elaborativo que todo duelo conlleva, tiempo y capacidades reparatorias. Sin embargo, para los directamente involucrados la magnitud del trauma desborda y supera estas capacidades y las heridas quizá se tornen en traumas inelaborables.
La atrocidad de esa tragedia revivió en muchas familias españolas la barbarie que caracterizó a la guerra fratricida que dejó secuelas inclusive hasta en las generaciones siguientes, debido a que el gobierno dictatorial y represivo jugó el juego perverso de la conspiración del silencio.
El dolor y la muerte retornan, las muertes de ahora resignifican las muertes de antaño. Pero las circunstancias actuales, los actos terroristas, presentan nuevos elementos que ameritan profunda reflexión. El factor a destacar es la crueldad y el goce sádico de los asesinos. Baste recordar que las últimas bombas, que afortunadamente no explotaron estaban programadas para matar también al personal sanitario y a la población civil que acudiera en ayuda de los sufrientes.
Por tanto, como he venido mencionando en otras ocasiones, el tema de la crueldad es asunto prioritario para estudiar.
Jacques Derrida, por su parte, confronta al sicoanálisis a repensar el asunto de la crueldad humana. En una parte de su texto Estados de ánimo del sicoanálisis, expresa: ''... podemos detener la crueldad sangrienta (cruor, crudus, crudelitas), podemos poner fin al asesinato con arma blanca, con guillotina, en teatros clásicos o modernos de la guerra sangrienta, pero según Nietzsche o Freud, una crueldad síquica los suplirá siempre inventando nuevos recursos. Una crueldad síquica seguirá siendo desde luego una crueldad de la psyche, en estado del alma, por tanto de lo vivo, pero una crueldad no sangrienta''. Con este texto de Derrida queda sobre la mesa una cuestión fundamental para ser pensada.
Sufrir o hacer sufrir parece ser parte de la condición humana, esa parte negra y maldita del individuo que Freud denominó pulsión de muerte. Narcisismo, masoquismo, sadismo, compulsión a la repetición son conceptos sicoanalíticos que dan luz a la comprensión del siquismo humano.
En Más allá del principio del placer (1920) Freud hace interesantes puntualizaciones sobre la tendencia del ser humano a destruirse. Es el momento, como Derrida plantea, de que el sicoanálisis retome los conceptos en torno de la crueldad y profundice en la senda abierta por Freud.
La razón y la inteligencia deben ser las principales armas para combatir la barbarie humana representada por la lacra del terrorismo que intenta desarmarnos sumiéndonos en la máxima indefensión.
Colocarnos en el papel de víctimas no hace sino enardecer la parte sádica de estos criminales. Por tanto, fue de suma importancia que el pueblo español saliera a las calles a plantar la cara y a decir ''basta ya".
La fortaleza de un pueblo se mide por su capacidad de cohesión y de decisión. Esto se demostró en las urnas el pasado domingo. Tal como dice Savater, la democracia no es un punto de llegada sino de partida. También cabe recordar aquí las palabras de Freud, cuando al alertarnos sobre la parte negra de nuestra estructura, mencionó también que era posible una mejor calidad de vida si colocábamos la energía en el amor y el trabajo.
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