México D.F. Sábado 20 de marzo de 2004
Encuentro Chiapaneco contra el Neoliberalismo
Analizan 156 ONG opciones de resistencia y desarrollo
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
Huitiupan, Chis., 19 de marzo. "De aquí
tiene que salir nuestro firme compromiso de detener la destrucción
de las tierras de estos pueblos combativos de hombres y mujeres mayas",
dijo esta tarde la antropóloga Mercedes Olivera al hablar sobre
los efectos de la guerra en las mujeres indígenas de las comunidades,
durante la inauguración del tercer Encuentro Chiapaneco contra el
Neoliberalismo en esta cabecera municipal, ubicada en el extremo norte
de la región de los Altos.
Cerca de 600 representantes de 156 organizaciones sociales
y organismos no gubernamentales dieron inicio esta mañana al encuentro,
para discutir durante dos días las acechanzas del sistema político
y económico "global" y las alternativas de resistencia y desarrollo
en el contexto de Chiapas y el área mesoamericana.
Los temas: biodiversidad, militarización y paramilitarización,
división comunitaria, derechos de la mujer, comercio justo y soberanía
alimentaria, resistencia a las represas, situación legal de la tierra,
educación, comunicación, y servicios públicos.
Los delegados al encuentro proceden de 21 municipios chiapanecos,
10 estados de la República (particularmente Oaxaca) y ocho países
(particularmente de Guatemala y Estados Unidos).
Bajo
un gran cobertizo de concreto y lámina, los delegados se reunieron
hoy para escuchar una serie de conferencias e informes sobre los temas
centrales del encuentro: la "epidemia" de presas hidroeléctricas,
que amenaza invidir el sur de México y prolongarse hasta Panamá;
la militarización y sus efectos sociales; la década de luchas
transcurrida desde el levantamiento zapatista; los abusos y los usos de
la riqueza natural en las montañas y selvas de Chiapas.
Olivera habló de la guerra de Chiapas en su contexto
neoliberal, que "no ha sido sólo contra los zapatistas, sino contra
todo el pueblo pobre de Chiapas, por no ser productores 'eficientes' ni
consumidores útiles". Es parte de las estrategias del neoliberalismo
"hacer que los campesinos dejen de producir la tierra y se vuelvan totalmente
dependientes para su alimentación". De este modo se busca quebrar
los cimientos de la resistencia indígena.
Agregó que "la sola presencia del Ejército
y los paramilitares ha alterado por completo la cotidianidad de las mujeres",
quienes han sido "objetivo militar" constante. Reportó que la violencia
sexual contra las mujeres y la violencia familiar se han multiplicado en
años recientes, debido al hostigamiento de los militares, las frecuentes
violaciones y también a las tensiones que crea en las comunidades
y familias el proceso de cointrainsurgencia.
Ha aumentado la prostitución, dijo. Reveló
que "existe una partida en el presupuesto militar 'para atender las necesidades
físicas y sexuales de las tropas', y opera una red internacional
de prostitución a cargo de militares, agentes de migración
y propietarios de centros nocturnos".
Olivera señaló también que la guerra
es la "cara oculta del desarrollismo", y expresó que, con frecuencia,
los proyectos del gobierno no resuelven los problemas de la pobreza y sí
causan grandes divisiones comunitarias. No obstante, "las mujeres no sólo
han sido víctimas. Imponen su fuerza en cooperativas y colectivos,
creando nuevas estrategias de oposición al neoliberalismo".
Durante una prolongada sesión de conferencias en
dos y hasta tres lenguas, representantes tzotziles, choles y mestizos del
Frente Chiapaneco contra las Represas (Fchcr) expusieron la situación
que ya está provocando la construcción de inmensas hidroeléctricas
en el puerto de Acapulco y las selvas de Guatemala y Costa Rica. Se edifican
"para satisfacer las necesidades de energía de las empresas trasnacionales
en Estados Unidos y en nuestros países", y hoy amenazan grandes
extensiones de la selva Lacandona, decenas de comunidades e inclusive importantes
sitios arqueológicos mayas como Yaxchilán y Piedras Negras.
El frente alertó: hasta 60 represas podrían
construirse entre Guerrero, Oaxaca y la frontera sur a costa de los ríos
más importantes del país. Las represas de nuevo tipo, como
La Parota en Acapulco, son de dimensiones inusuales; la mencionada cubrirá
17 mil hectáreas, incluida una presa anterior, La Venta.
Estas obras "destruyen agua y tierras, provocan el desplazamiento
de miles de indígenas y campesinos, dejan a su paso verdaderos desastres
ecológicos" (pérdida de cientos de especies de peces, insectos,
plantas, ecosistemas enteros).
En el encuentro, que se celebra en Huitiupán, participan
organizaciones tan diversas com Sna Tzibajom, Kinal Anzetik, la Coordinadora
Nacional de Trabajadores de la Educación, Compich, Ciepac, Desmi,
Las Abejas, Unión de Comunidades de la Sierra Madre de Chiapas,
Unión Campesina Emiliano Zapata (que ahora demanda "agua, tierra
y libertad"), Fortaleza de las Mujeres Mayas, Centro de Derechos de las
Mujeres Digna Ochoa, la Convergencia de Movimientos de los Pueblos de las
Américas y diversos colectivos de bordadoras, médicos tradicionales
y promotores de educación.
Para concluir la sesión inaugural, la concurrencia
cantó de pie Ya se mira el horizonte, el himno zapatista,
acompañada desde el micrófono por un grupo de jóvenes
indígenas que tocaban guitarras y lucían blancas camisetas
de algodón con el mensaje: "Agua que no has de beber déjala
correr. No a las represas".
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