México D.F. Sábado 20 de marzo de 2004
ENTREVISTA /MIGUEL
DE LA MADRID HURTADO, EX PRESIDENTE DE MEXICO
No llegué a Los Pinos con el propósito de
brillar
PUGNE POR UNA INVESTIDURA SOBRIA, SIN CULTOS A LA PERSONALIDAD,
SOSTIENE
Recuerda a Echeverría y su ''ánimo deteriorado'';
de López Portillo expresa: ''¡cómo destruyó
la imagen de la Presidencia!'', y sobre su sucesor, afirma: Carlos Salinas
''era el aspirante más adecuado en ese momento''
CIRO PEREZ SILVA
Miguel de la Madrid Hurtado sabe que el resto de su vida
cargará con el "sambenito" de la caída del sistema y
la percepción generalizada de que promovió un fraude electoral
para llevar a Carlos Salinas de Gortari a la Presidencia de la República.
Sabe igualmente que llevará a cuestas los calificativos de ''presidente
gris'' o de ''primer mandatario tecnócrata''. Admite también
que ''en política las apariencias son hechos", y estos tres elementos
le dieron un lugar en la memoria colectiva, que se reactivó con
la reciente publicación de un texto en el que revisa su paso por
la Presidencia de la República.
Acerca de la percepción del fraude en 1988, refiere
que antes de la jornada electoral del 6 de julio ''se les ocurrió
a funcionarios de la Secretaría de Gobernación -a cargo de
Manuel Bartlett- alentar la esperanza de que habría resultados a
las 11 de la noche de ese mismo domingo'', pero ''alarmado me di cuenta
de que eso no era posible y que además los primeros resultados provenientes
del centro del país favorecían claramente a Cuauhtémoc
Cárdenas, por lo que ordené que no se difundieran esos datos
hasta no contar con una muestra más representativa del territorio
nacional''.
-¿Tenía usted atribuciones para detener
el flujo de información?
-¡Claro! ¡No podíamos alentar aún
más la percepción de que Cárdenas había ganado
la elección!
Cuando se le pregunta sobre el tema, que la reciente publicación
de sus memorias revivió, De la Madrid muestra signos de impaciencia.
Se lleva a la boca una boquilla de plástico con la que momentos
antes jugaba entre los dedos, y la mordisquea de tanto en tanto. ''Ya lo
aclaré'', insiste, al referirse al editorial del New York Times
que lo culpa de haber detenido bruscamente el conteo de votos. ''¡No
detuve el conteo!", ratifica. "Además el gobierno no tenía
obligación de dar los resultados. La ley preveía que los
conteos estatales terminaran el miércoles y se dieran resultados
finales hasta el domingo siguiente".
En
entrevista con La Jornada, el ex mandatario reconoce no sólo
la intervención directa del gobierno en los procesos electorales
y en el dedazo o la designación de candidatos al interior
de su partido, sino las marcadas diferencias que mantuvo con sus antecesores
y eventualmente con quien lo sucedió en el cargo, además
de reconocer que mantiene hasta ahora la misma opinión sobre las
oposiciones de 1988: la izquierda no entiende el proyecto de país
y la derecha no entiende el país.
Con motivo de los videos que sacudieron al país
en días recientes, habla también de la reflexión que
hizo en 1976, cuando vio de cerca el final del sexenio de Luis Echeverría.
''Pensaba que si hubiera una cámara oculta que filmara lo que pasaba
en Los Pinos y lo diera a conocer al público, la gente se horrorizaría
de cómo puede llegar a manejarse el gobierno".
De la Madrid viaja por su memoria y recuerda que en ese
año, durante las reuniones de gabinete, ''uno no sabía si
continuar la reunión o velarle el sueño al presidente Echeverría,
quien de pronto se dormía en las juntas. Estaba tan deteriorado
el estado de ánimo del presidente que uno verdaderamente sentía
temor de escuchar a algún funcionario decir que todos los problemas
de México eran causados por los ricos, que llevaba allí,
en la mano, la lista de los 40 hombres más importantes de México,
y que había que declararles la guerra. Me quedaba temblando ante
la posibilidad de que el presidente dijera: '¿sí, verdad?
Qué buena idea, vamos a hacerlo'. Así eran las cosas entonces".
De José López Portillo dice que resultó
''trágico'' ver su deterioro en los últimos tres meses de
su mandato, luego de haber nacionalizado la banca, hecho al que se opuso
siendo ya candidato. ''¡Cómo destruyó la imagen de
la Presidencia!'' En cuanto a Carlos Salinas no responde si acertó
o se equivocó al inclinarse por su candidatura. ''En ese momento
era el aspirante más adecuado'', ataja en seco.
''Yo no inauguré la tecnocracia''
En una amplia biblioteca ubicada en el primer piso de
la casa donde despacha sus asuntos, justo a espaldas de su residencia,
que es custodiada por militares, De la Madrid asegura que no extraña
el protocolo y las atenciones que le prodigaron mientras fue presidente.
"Lo extrañé al término de mi mandato,
y lo que extraño ahora es la facultad de tomar decisiones para solucionar
los problemas del país; eso sí lo extraño, naturalmente",
admite.
-Pero a pesar de las decisiones que tomó entonces,
a su mandato se le califica de ''presidencia gris'', ¿qué
opina de eso?
-Yo no llegué a la Presidencia con el ánimo
de brillar o fomentar un culto a mi personalidad. Yo vi que ante la situación
que prevalecía en ese entonces era más conveniente una Presidencia
sobria, sencilla, sin cultos a la personalidad, porque lo que quería
era ser eficaz en mi gobierno; no me interesaba la brillantez. Esa fue
la razón: si hay una persona o grupo que dice que fui un presidente
gris, pues es el calificativo que ellos me han dado; no me afecta mucho,
no me molesta.
''Tan pronto salí de la Presidencia pude volver
a la normalidad de la vida ciudadana, al deportivo donde juego golf, a
cines y teatros; pude caminar por la calle y la actitud de la gente fue
de respeto, algunas hasta de afecto. Cuando iba a restaurantes, la gente
se paraba y me aplaudía. Creo que la gente apreció que mi
gobierno fue cumplido en lo que prometió. Si no tuve yo mayores
logros para el país fue porque factores externos provocaron esas
limitaciones", agrega.
-Cuando se dice de que con usted en el gobierno se acabaron
los políticos y llegaron los tecnócratas, ¿qué
piensa?
-Manuel Avila Camacho tuvo como secretario de Educación
Pública a Jaime Torres Bodet, Miguel Alemán nombró
a gente como Ramón Beteta en la Secretaría de Hacienda, y
podemos multiplicar los ejemplos. Coloqué a gente que no tenía
que ver con la política partidaria, por lo que la tecnocracia no
es una línea que yo inauguré''.
Sostiene que la división entre tecnócratas
y políticos es una línea que no debería existir: ''no
tiene mayor sustancia, cada acto de gobierno tiene sus aspectos técnicos
y sus aspectos políticos. Todo político que quiera ser eficiente
tiene que consultar a los técnicos, y los técnicos, para
presentar propuestas que puedan prosperar, tienen que tomar en cuenta la
situación política del país, o sea que estas son cosas
que se han venido diciendo como una especie de armas para tachar a uno".
Dinosaurios y renovadores
Lamenta, por otra parte, las divisiones en los partidos
políticos, aunque enfatiza su convicción de que sólo
el PRI tiene los cuadros necesarios para promover la renovación
del país. ''Pero si el PRI no está unido, pierde la posibilidad
de ganar nuevamente la Presidencia", advierte, para recordar luego cómo
se tomaban entonces los acuerdos en su partido.
"Desde que perdimos la Presidencia ha cambiado totalmente
la operación dentro del PRI. Antes el presidente era el jefe superior
del partido, y si bien no estaba operando detalle por detalle, en lo fundamental
el PRI lo consultaba y el presidente orientaba al partido; lo orientaba
también en cuanto a grandes decisiones. En mi caso, por ejemplo,
yo sí intervenía en el nombramiento de gobernadores y de
diputados y senadores al Congreso de la Unión, pero no intervenía
para nada en casos de congresos locales o presidencias municipales, ni
estaba yo viendo cada nombramiento que hacía el PRI de sus funcionarios.
Tenía yo una relación cercana, desde luego, con el PRI, pero
de gran respeto a su directiva. Esto ya no sucede", lamenta.
De la Madrid sostiene que en el PRI sigue habiendo dinosaurios
y renovadores, pero que no responden a cuestiones generacionales
sino de actitud. ''Hay gente que no está dispuesta a los cambios,
a hacer adaptaciones para el PRI, a modernizarse. Lo que me preocupa es
que el PRI esté tan dividido y que todavía hay mucha gente
tradicionalista y conservadora que se opone a los cambios. Si sigue dividido
van a bajar sus posibilidades de recuperar la Presidencia en el 2006",
admite con pesar.
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