México D.F. Miércoles 17 de marzo de 2004
Un hogar para ancianos pretende demolerla para
venderla como terreno
La casa de Fanny Rabel tiene el mismo valor histórico
que el museo Frida Kahlo
Ernesto y Olmo Araiza llaman a impedir el desalojo de
la ex asistente de Diego Rivera
DE LA REDACCION
La casa estudio de la que se pretende desalojar a la pintora
Fanny Rabel, de 82 años, para demoler el edificio que la alberga,
no sólo es un inmueble habitacional, sino un espacio de cultura
que ha fungido como centro de referencia para los artistas plásticos
y sede donde intelectuales y creadores de toda índole han coincidido
en diversas etapas de la historia contemporánea.
El
valor histórico de esa propiedad, localizada en la colonia San Miguel
Chapultepec, "puede ser equiparable al que hoy tiene, por ejemplo, el museo
Casa de Frida Kahlo", se afirma en una carta enviada a esta redacción
y de la cual son responsables Ernesto Araiza y Olmo Araiza Woolrich Rabinovich.
La Jornada publicó en su edición
del domingo pasado que el edificio en el que habita la muralista, en la
calle Martínez de Castro 6, pertenece a la institución de
asistencia privada Hogar para Ancianos Matías Romero, institución
que pretende demolerlo debido a supuestas fallas estructurales, para luego
vender el terreno.
La pintora, discípula de Diego Rivera y Frida Kahlo,
tiene allí su residencia desde hace décadas. Su hija, Paloma
Woolrich, informó que por lo menos la mitad de su vida ha transcurrido
en ese domicilio y es vital para ella permanecer en el lugar al que está
habituada porque padece un trastorno de la memoria que sospechan sea Alzheimer.
En esta circunstancia, familiares y amigos de Fanny Rabel
ponen de relieve el papel que para la cultura mexicana tiene la pintora,
al igual que su hermana Malkah. Ambas adoptaron México como su país,
luego de abandonar Polonia en 1938.
Malka, la mayor, se dedicó a la literatura y el
teatro. Son de su autoría las obras En el umbral de los ghettos
(1945), Por qué ríe la gente (1967), Luz y sombra
del antiteatro (1970) y Decenio del teatro mexicano (1986).
Fanny, en cambio, eligió las artes plásticas.
Fue primero aprendiz de David Alfaro Siqueiros, en 1939, y más tarde,
en 1943, trabajó con Frida Kahlo y se convirtió en la asistente
de Diego Rivera (1944-1949), con el que colaboró en la realización
de los frescos de Palacio Nacional.
Comulgó con el movimiento muralista, y -se lee
en la misiva de Ernesto Araiza y Olmo Araiza Woolrich Rabinovich- hizosuyos
los planteamientos del "arte comprometido con los movimientos y las luchas
gremialistas para influir en la educación y la formación
de la conciencia crítica de la clase trabajadora".
Integrante
del grupo de los fridos y fundadora del Salón de la Plástica
Mexicana, pintó, entre otros, los murales de la Unidad de Lavaderos
Públicos de Tepalcatitlán (1945); Alfabetización,
en Coyoacán (1952), y Sobrevivencia de un pueblo en el Centro
Deportivo Israelita (1957). Ronda del tiempo es otro de sus emblemáticos
trabajos en gran escala, éste en el Museo Nacional de Antropología
e Historia (1964).
De su pincel son además Hacia la salud,
que se puede apreciar en el Hospital Infantil de México (1982),
y La familia mexicana, en el Registro Público de la Propiedad
(1984), mural al que Fanny prefiere titular Abolición de la propiedad
privada.
Sus creaciones pictóricas forman parte de museos
y colecciones de más de 15 países. Por esa trayectoria, Paloma
Woolrich dijo en la entrevista a este diario que "Bellas Artes no perdería
nada al manifestarse por una de sus pintoras y muralistas más importantes''.
Mientras, el Hogar para Ancianos Matías Romero
continúa con su demanda en los juzgados de arrendamiento inmobiliario,
para desalojar a la pintora antes de enero próximo.
Ni Fanny Rabel ni ninguno de los que han aportado a México
su lucidez creativa y energía transformadora "merecen la hiel de
la soledad, el aislamiento y el olvido", expresan Ernesto Araiza y Olmo
Araiza Woolrich Rabinovich, y hacen un llamado a impedir que el desalojo
se realice y la casa estudio de Fanny Rabel desaparezca para que en su
lugar se instale un negocio inmobiliario, como tantos que hoy proliferan
en la ciudad. Los mismos, por cierto, que ella pintaba ávidos e
inclementes.
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