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México D.F. Domingo 14 de marzo de 2004
LA MUESTRA
Carlos Bonfil
Suite Habana
Album sentimental con 10 figuras emblemáticas
de La Habana vieja
La obra de Fernando Pérez es, a la vez, documental
y obra de ficción
''SUITE: FORMA MUSICAL en varios tiempos constituida
por una yuxtaposición de movimientos, cada uno con carácter
propio, escritos en una sola tonalidad". La película cubana Suite
Habana, de Fernando Pérez (Madagascar, La vida es silbar)
se organiza a partir de una serie -progresión, suite- de 10 historias
costumbristas, 10 retratos de personajes de la calle, habaneros comunes,
desprovistos de cargos burocráticos y condecoraciones, sin gestas
heroicas ni retóricas edificantes. Estos relatos prescinden del
lenguaje, se apoyan apenas en indicaciones al pie de la imagen, para identificar
a los personajes o, como en los créditos finales, para resumir su
situación social o indicar la suite de su destino, qué sucedió
con cada uno una vez que concluyó el rodaje. Personajes reales,
voluntarios algunos, elegidos otros un tanto al azar, otro tanto por criterio
de representatividad. Narración sin diálogos, apenas con
sonidos ambientales, como el registro sonoro de altas olas azotando el
malecón o la trivial faena de rebanar una cebolla. El resto es silencio,
como en la película experimental mexicana Tequila, de Rubén
Gámez, donde la música del danzón o el ruido de las
máquinas de coser resumían estados de ánimo, protestas,
euforias, rencores de la ciudad de México.
SUITE
HABANA ES a la vez documental y obra de ficción,
observación minuciosa de La Habana vieja y de calles apenas transitadas
por el turismo, reunión de piezas musicales, boleros, trova, y recuento
de experiencias vitales que van del desánimo y el escepticismo al
empeño de afrontar y superar limitaciones y adversidades, todo en
un tono melancólico y muy sentimental, alejado del registro pintoresco,
y también de cualquier forma abierta de impugnación social.
LA HISTORIA, POR ejemplo, del hombre maduro que
se casa con una residente de Miami, y decide emigrar, ignora la desesperación,
rabia e impotencia que animan a un hombre empeñado en reunirse con
su mujer e hija en Miami, en el documental Balseros, del catalán
Carlos Bosch y David Trueba, recientemente presentado en el Festival Internacional
de Cine Contemporáneo. La experiencia de Suite Habana es
interesante en el plano formal, insólita en un cine por lo común
verboso y rebosante de color local (Fresa y chocolate, Nada), y
muy atractiva en su registro de la cotidianidad urbana.
PERO LO INSISTENTE en la cinta no es ese juego
formal, por fascinante que sea en imágenes casi hipnóticas,
como la perspectiva del malecón bajo la lluvia, o la persistencia
inútil de la instantánea televisiva, casi congelada, de una
concentración popular, sino las viñetas conmovidas de una
anciana vendedora de maní, de un simpático niño con
síndrome de Down, del médico convertido en payaso, o de la
mujer que pacientemente cuida una estatua de John Lennon.
SUITE HABANA ES un
álbum sentimental, con 10 figuras emblemáticas, que cancela
de entrada todo comentario político directo con el recurso de la
crónica silente, para concentrarse en lo que suele llamarse historias
de gran "contenido humano". Una imagen dice más que mil palabras,
apunta el lugar común, y la sucesión de imágenes en
Suite Habana no tiene mayor propósito aparente que la elocuencia
de los sentimientos a flor de piel. Es tarea final del espectador extraer
sus propias conclusiones, avanzar hipótesis, criticar la reticencia
del director a hacer señalamientos directos de la realidad cubana
y sus contradicciones, o aplaudir su decisión expresa de elaborar
"un discurso político desde la vida misma". La experiencia desconcierta,
sin embargo, por su énfasis en una retórica sentimental,
previsible en el director de Hello Hemingway, esta vez acaso excesiva.
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