México D.F. Domingo 14 de marzo de 2004
Más de 40 mil personas reunidas en el
coso de Insurgentes disfrutaron 74 canciones
Más de cinco horas de música ofrecieron
Juan Gabriel y El Recodo en la Plaza México
Un inesperado dueto entre el de Juárez y el vocalista
de la banda prendió al respetable
ARTURO CRUZ BARCENAS
El poder de convocatoria del cantautor Juan Gabriel se
manifestó con toda su fuerza el pasado viernes, en la Plaza de Toros
México, en el concierto en el que compartió escenario con
la sinaloense Banda El Recodo de Cruz Lizárraga. El coso de Insurgentes
recibió a más de 40 mil personas, quienes escucharon 74 canciones,
durante más de cinco horas.
Desde las siete de la noche, cientos de anhelantes buscadores
de música de banda, cumbia y balada, y sus respectivas fusiones,
más el infaltable ranchero y pop, ocuparon las gradas, los tendidos
del espacio donde la tónica es sangre y arena.
Afuera todo era caos vehicular y el sitio fue un remanso
para darse al relajamiento, para ponerse en ambiente con una cerveza fría
de a 20 pesos el vasito. Las bocinas despedían un sonsonete tedioso
que, lejos de calmar la espera, exasperaba a la concurrencia.
El reventón popular tuvo uno de sus momentos cimeros
cuando luego de varios tamborazos y tubazos Poncho Lizárraga, líder
y clarinetista de la llamada Madre de todas las bandas, anunció
que tocarían Me gustas mucho, de la autoría del Divo
de Juárez. Los acordes de la rola fueron opacados por
una gritería, pues apareció Juanga, vestido de pants
y sudadera, con camiseta cuello de tortuga.
Su ahora corpulenta figura provocó comentarios
de que parecía Santa Clos. Peccata minuta, el tal chistorete.
Un coro de 40 mil gargantas se unió a la voz del autor de Querida,
quien recorrió los cuatro lados del escenario central, para no discriminar
a nadie. Para poner eso al punto de la locura siguió la desgañitadora
Te voy a olvidar, que amarró navajas con la ex amada reducida
al nivel de La farsante.
Mimoso, vocalista del conjunto bandero, tuvo su momento
de gloria al cantar a dúo con Juanga, quien complació
a todos con sus movimientos cachondones y, para muchos, voluptuosos.
El grupero es el mundo de las olas. En esta ocasión
la marea se dio en el medio de los olés. Arriba, en gayola, los
subibaja se sucedieron sin reparo. Lo grupero es lo gregario y cada quien
va a sentirse multitud. Uno no es ninguno, solo, pero unidos son todo.
Para la fiesta, para el relajo.
Del amor pateado al Amor eterno
Decenas
de miles de cervezas fueron servidas con prontitud. Allá va el vendedor
de hot dogs taurinos. Acullá las pizzas y las sopas rápidas,
con limón. Unas rosas para la interfecta, para que vea que no hay
estrecheces, esa noche.
El gran tíbiri comenzó a las nueve de la
noche. En las pantallas aparece una película sobre Cruz Lizárraga,
fundador de El Recodo, de fama internacional y que ha llevado la música,
antes de viento, ahora mezcolanza para los chavos, a países de Asia
y Europa.
La bandota de 18 integrantes cantó 41 temas, como
No me sé rajar, Que te ruegue quien te quiera, Tiro de gracia
y otras de desprecio, de puro amor pateado, denigrado, de ese que ruega
pero también reclama un poco de respeto, de dignidad.
Total, después de varios alipuses todas se escuchan
igual. Las parejas se dan salivosos afectos, sin remilgos, al oír
''mátame, pero con la pistola de tus besos".
Derraman alegría y sentimiento con Pena tras
pena, Tengo un corazón, Cómo pudiste y varias rancheras.
Hay momento en que contrastan las letras de contenido machista con "los
cinco minutos de puñal" de Mimoso, según él
mismo.
Así, hasta las 23:35. Una pausa. En las pantallas
aparece Jaguares, de Saúl Hernández, cantando el cover
juangabrielesco Te lo pido por favor.
Sube Juanga y comienza a interpretar su modernizada
versión de No tengo dinero, tema que le dio fama hacia 1971,
año en que él ubica su inicio profesional. "Gracias por cantar
mis canciones", dirá varias veces en la noche. Adiós amor,
Buenos días, señor sol, Yo no nací para amar, Querida,
He venido a pedirte perdón, todos éxitos.
El embudo de Insurgentes es por momentos un bar oscuro
o una ruidosa disco. Para todos los gustos y estados de ánimo. Son
tiempos bélicos y Juan lanza su discurso: "Pelear no es bueno, cantar
sí". Así de sencillo y directo.
Corre la una de la mañana y se oye Siempre en
mi mente, uno de los himnos sentimentales de Juanga. Con
tu amor hace suspirar y El Noa Noa, bailar. Juan y sus coristas
lucen lentes negros. Se rompe el ambiente con Costumbres y Así
fue, que habla de un buen amor que llegó.
La última fue para las mamás: Amor eterno.
Se va Juan sabedor de la tarea cumplida, a las dos de la madrugada.
Fueron cinco horas de música para multitudes.
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