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México D.F. Domingo 14 de marzo de 2004
Laura Alicia Garza Galindo
Senadora, Ƒy ahora en quién creemos...?
Una de las propuestas más exitosas en la campaña del presidente Fox lo fue sin duda la tolerancia cero a la corrupción y a la impunidad, así como el compromiso de que el combate a ambas sería eje fundamental. šClaro que despertó grandes esperanzas! Pero a la fecha, no sólo no se aprecian resultados tangibles, ni la férrea firmeza que tantos esperábamos, sino que han sido partícipes en actos de corrupción y encubridores de la misma, lo cual es de lamentar. Primero, porque el pueblo mexicano se manifiesta más y más desalentado ante los atropellos. La pregunta que empieza a espetársenos en la cara, primero que a nadie, a todo servidor público, y en especial a todos quienes ocupamos un cargo de representación popular, por el legítimo mandato del pueblo como muestra irrebatible de la confianza en nosotros depositada, es: Ƒy ahora en quién creemos? Cualquiera que haya sido el comportamiento público y privado del interrogado. Así me sucedió el pasado 8 de marzo, en un programa radiofónico prestigiado, de rápido ritmo y a teléfono abierto, en Matamoros, Tamaulipas, adonde acudí, invitada por sus mujeres organizadas, a la celebración del Día Internacional de la Mujer. La pregunta en la radio me la hizo un varón, con intensa frustración.
La pregunta, al final de una larga y compleja denuncia de hechos, pero también de expresiones en contra de todo el sistema de partidos, y también de grupos específicos, como los Amigos de Fox, externados por ese ciudadano, y no obstante estar presenciando el lodazal de los videos, debo confesar, me tomó desprevenida. Sí, precisamente porque se nos mide a todos, honrados y deshonestos, culpables o inocentes, con la misma vara. Mi respuesta fue que se acudiera a las instancias oficiales a denunciar estos actos, lo que reconozco no es suficiente para aliviar la inmensa desesperanza de aquellos que nos brindaron su confianza. Por fortuna, la democracia, paradójicamente, proporciona el voto en las urnas para validar esa confianza o para depurar el sistema político de aquellos que lesionan a la sociedad.
Es claro, y así lo he sostenido a lo largo de mi vida dedicada al servicio público, que la corrupción es un fenómeno implícito a cada individuo y no es aceptable la generalización. Que la ética sólo se aprende de pequeños en casa, y que es labor de los padres, y quizá de los maestros de primaria, imbuirla y dejarla marcada en nuestra conciencia más profunda, tanto como para que se prendan sonoras señales de alarma para evitar, siempre, caer en tentaciones y denunciarlas. Así sucedió en mi casa. Y seguro en la inmensa mayoría de nuestras casas. Pero también hubo muchos hogares en los que esta tarea no se realizó. La muestra obvia es que esta lacra social, la corrupción, pareciera extenderse, como la humedad que casi todo penetra. Y debemos combatirla, a como dé lugar, porque la ciudadanía indefensa así nos lo demanda.
Y como abordaba en mi colaboración de agosto del año pasado en este mismo espacio titulada "ƑEstá en riesgo el país?", en donde afirmé, y lo sigo haciendo, que se acrecienta en el pueblo la frustración, la tensión y el deterioro, a causa de la degradación que se percibe en muchos espacios de la vida nacional. Y preocupada entonces, como ahora, señalé algunas de sus características, que tanto lastiman: primero, la percepción de la desesperanza, el hambre y la marginación, el hacinamiento, el cansancio, la lucha por la sobrevivencia a toda costa. Así se va deteriorando la fortaleza de este gran pueblo, de gente buena y generosa, que sólo desea prosperar. La otra es que se profundiza el menosprecio a las autoridades, el irrespeto a la ley, y crece el sentimiento de desamparo, pero también de impunidad. No existe instancia que someta al orden. No pasa nada si me convierto en delincuente.
Manifiesto que en el Congreso de la Unión, en el Senado para ser precisos, nos hemos dedicado hace muchos meses a dar la lucha fortaleciendo las leyes para el combate a la corrupción y a la impunidad. Hemos diseñado y se revisan, en principio, cuatro leyes, acerca de las cuales hoy sólo formularé una rápida referencia y en otros momentos profundizaré: 1) Iniciativa de modificaciones constitucionales -artículos 41 y 116- para otorgar atribuciones al Cofipe en materia de regulación del financiamiento en precampañas y que se ventilen los acuerdos que se adquieren con quienes financien. Se discute otorgar más atribuciones al IFE en materia de fiscalización. 2) Regular con precisión el fuero constitucional de legisladores y servidores públicos. 3) Ley del Consejo Económico y Social, que estimulará un pacto nacional entre los sectores representativos, para el diseño de acuerdos en los temas que inquietan a la sociedad. Y 4) ley que reforma dos instrumentos que sin duda requieren de mayor precisión: el juicio político y el juicio de procedencia.
Con estas leyes nos sumamos, además de nuestras conductas, al combate a la corrupción. Se debe abonar a la reducción del riesgo país, del hastío y de la desesperanza. Cada uno de los tres poderes de la Unión, y cada orden de gobierno, deberá sumar su propio esfuerzo, previo examen de conciencia, cada cual, sobre los errores cometidos. Esta república no debe continuar siendo el reino de la impunidad. šBasta a las ambiciones oportunistas!
Desde aquí, las más sentidas condolencias a la hermana entrañable, España, y su comunidad pacífica y civilizada. Cuánto nos duelen.
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