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México D.F. Sábado 13 de marzo de 2004
LA MUESTRA
Carlos Bonfil
Reconstrucción
Combinación perversa del azar y la fatalidad
ALEX YA NO vive aquí. El primer largometraje
del danés Christoffer Boe, Reconstrucción, es una
larga operación mental, una dislocación del tiempo y de un
espacio urbano en la fantasía de un hombre enamorado. El joven fotógrafo
Alex (Nikolaj Lie Kaas) pierde una a una las coordenadas de la realidad,
como Thomas, el fotógrafo en Blow up (Antonioni, 1967), filme
basado en un cuento de Julio Cortázar. Un día, inesperadamente,
nadie reconoce a Alex, y nadie tiene la impresión de haberlo jamás
tratado; su mejor amigo lo desconoce, su novia también, y su padre
reacciona indignado ante su solicitación afectiva. El departamento
donde cree vivir, de pronto ha dejado de existir.
PARALELAMENTE
ALEX SE ha enamorado de Aimée (Maria Bonnevie), la esposa de
un escritor famoso. ¿Tiene esto que ver con todo lo anterior? ¿Ha
soñado Alex una excitante relación clandestina para escapar
de su rutina cotidiana? ¿O es, él mismo, producto de una
ilusión colectiva? La cinta invita, en todo caso, a reconstruir
el relato, y a practicar, en un movimiento circular, el recorrido de la
euforia amorosa al colapso de las certidumbres existenciales, para empezar
tal vez todo de nuevo. Dato interesante, a la esposa del escritor y a la
novia de Alex las interpreta una misma actriz, estupenda, lo cual acentúa
la impresión onírica de todo lo narrado.
LA CINTA INICIA y concluye con una misma imagen,
la de un ilusionista, tal vez callejero, tal vez comediante teatral, que
mantiene un cigarrillo en el aire, frente a él, mientras lo rodea
a distancia con las palmas abiertas. "Todo esto es una reconstrucción,
pero aun así duele", reitera la cinta. La seducción, la ilusión
amorosa, una reconstrucción; también el adulterio, la estabilidad
conyugal, y la propia admiración de una mujer por su marido artista.
Reconstrucción es una cinta en continuo movimiento, sus personajes
recorren la ciudad infatigablemente, de un restaurante a un cuarto de hotel,
a un bar, a un parque. Otro esquema de dos parejas, con destinos entrelazados,
en una ciudad testigo, como en Perdidos en Tokio (Lost in translation),
de Sophia Coppola.
EL DANES CHRISTOFFER Boe marca el territorio de
su comedia negra con un croquis del centro de Copenhague, e inscribe ahí
la ubicación y desplazamientos de sus protagonistas, a un paso de
reconstruir la ambigüedad escénica de Dogville, de su
colega Lars von Trier, inventando o reconstruyendo un espacio casi irreal
de coincidencias y desencuentros afectivos.
LA REALIZACION DE Christoffer Boe es impecable,
desde su destreza en las dinámicas capturadas con cámara
en mano, hasta su afán por repetir la misma escena desde ángulos
diferentes con el propósito de confundir realidad y ficción,
lealtad sentimental y autoengaño. ¿Un paso en la dirección
equivocada, a la salida de un bar, puede transformar un destino? ¿Quién
sueña a quién, quién traiciona a quién? Repetición,
ensayo general, vuelta a la primera imagen, y una vez más, reconstrucción
de una ilusión escénica. En términos más realistas,
Reconstrucción evoca las oportunidades perdidas en el terreno
amoroso, la inutilidad de la reparación tardía, y los actos
irreflexivos de consecuencias imprevisibles. El azar y la fatalidad se
combinan perversamente en esta comedia del absurdo, donde un hombre pierde
la identidad, la casa, los amigos, y cualquier otro propósito ajeno
a la ebriedad de sentirse enamorado. Una comedia romántica de espíritu
nórdico, con la melancolía de su tema inicial, Night and
day, de Cole Porter, y la riqueza de sus imprevistas soluciones sentimentales.
Una dirección sobresaliente
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