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México D.F. Sábado 13 de marzo de 2004
Ery Cámara
šSangre Kono, Fula muso ynumbaara!
"La mujer está en el principio y el fin de todo en el Mandé."
Leopold Sédar Senghor (1906-2001)
Revoloteando porque así fue convocado, zumba y rezumba al ritmo de los kamalengoni. Pacta con los tambores la clave de las intensidades que adquieren cuerpo. Aliento primario, la voz y la música de Oumou Sangare, vibra en la raíz del ser, centellea en su baile y cuando lanza granos, son caracoles alegres y perlas que percutan junto con palmadas, los pasos que se desprenden del suelo. Así, la tierra se ríe.
Ella está acompañada por músicos que toman a los cazadores del Wasulu, región sureña del Mali, la virtud de domar el sonido hasta hacerlo cómplice en el acecho de una presa o de cualquier otro propósito que convoca la energía latente, viva en nuestras venas como en la atmósfera. Acaso, son los nuevos símbong o nyamakala, cazadores de los conflictos que enturbian la sociedad, de la corrupción que corroe los valores de la tradición, de conductas que la traicionan y la desvirtúan al punto de amenazar con la desaparición de los cimientos de la soberanía cultural. šAh Dyali! Eres miel y sangre como tu nombre lo indica en mandingo y en bamana. Endulzas la vida como el amor y purgas la sociedad de las impurezas y los males que lo aquejan. Fiel a tu promesa, llevas la antorcha que asciende en oraciones a la morada divina, cuna de la que la descendió el tercer ancestro, el herrero iniciador. Fuego galvanizado en luz, color que no roza con nada todavía, Ah, sagrada conversión de lo divino en špalabra! Que resuenan las fibras de tu voz en lo más profundo de mi conciencia, que despierte la memoria del reino de la infancia, allí donde los pasos ya no se equivocan. Que brinquen mis pies como las manos del tejedor, o las del herrero que recrea la vida con los fuelles de su sabiduría. El baile se ha convertido en el juego, el jugador y el juguete. Nadie lo puede imitar. Es vida que brota y aflora al ritmo sincopado de la danza.
Oumou y sus músicos celebran la tradición por ser viva voz de la sabiduría que los antepasados legan a sus fieles descendientes. Nos instruyen, deleitándonos con cadencias que nos estremecen y se dilatan en sombras. Siluetas enamoradas que inscriben en el aire, maromas y parábolas robadas al arco iris. Es apenas el relámpago de una paleta de sonoridades veladas que devela y oculta a la vez, la conexión total con la que sintonizamos al responder al coro de estas bellas bailarinas cuyo movimiento, vida respirada y exhalada, trecho catalizado e imantado, hospitalariamente nos acoge y nos zarandea, tal como el torbellino de nenúfares desplazándose en las tinieblas. Somos porque bailamos para no morir.
šSangareba, Wasulu dinmuso ynumbara. Madina dyasa la dyandyon mam kuyañedé! šHonor a la hija pródiga del Wasulu. El reventón de Madina Dyasa es genersosidad sin precedente!
šSangare Kono! Ave canora, calao, ruiseñor o Kulanjan, gavilán cuya mirada como el viento abarca todo movimiento en el paisaje, puedes compartirnos como lo haces en tu disco, en primera persona, la experiencia vivida por la mujer cautiva de la poligamia, el dolor de la niña que sufre la escisión de sus genitales, la adolescencia desamparada por el desempleo y la negligencia de los políticos, las tentaciones del poder, del placer y del dinero fácil o la enajenación irreversible de aquellos que confunden tradición con inercia. Todo esto por la ruptura y la desestabilización social, política, económica y cultural que provocaron la esclavitud y la colonización, pero también, hay que señalarlo, al mal gobierno de africanos asimilados que confunden los intereses coloniales o neocoloniales con los propios.
De nuevo México recibe a Oumou Sangare, hija pródiga de Mali, ruiseñor del Wasulu. Ave canora acompañada de su grupo y de un material excepcional, que su doble album Oumou, producido primero por World Circuit y luego aquí en México por Discos Corasón, reúne en una maravillosa edición de 20 canciones, de las cuales ocho aparecen por primera vez fuera de Africa.
Aprovecho la oportunidad para destacar la concepción de este álbum que recrea el contexto en el que se desarrolla Oumou, el Bamako de Seydou Keita y de Malick Sidibé, excelentes fotógrafos, retratistas de la cotidianidad y sus exclamaciones, el Bamako de Salif Keita, Ali Farka Touré y Rokia Traoré. La información de la portada es de primera calidad. Congratulaciones a Discos Corasón por esta visión y este reto que representa
Luego de su exitosa gira en el año 2000, Oumou ha perseverado en su compromiso de explorar a través de sus estrategias creativas, los asuntos que atañen a los valores colectivos que congregan, armonizan y consolidan el bienestar social, sin importar el género o la procedencia étnica. Para ello, recurre a las tradiciones para abrevarse de sus aciertos, para transgredir sus convenciones caducas y, fiel a la metamorfosis perpetua, reubica su importancia en la tradición oral, esta red que articula en los idiomas y las costumbres, la cosmovisión, las iniciaciones y las celebraciones del triunfo de la vida sobre la muerte.
Al trueno de los dyembé y de estas cadencias que desgranan palmadas, gestos y sonrisas que esgrafían esbeltas siluetas, responden coros prodigiosos que sorprendentemente nos llevan al encuentro del "Ave Canora". Majestuosa como la ola que se desmorona cuando, segura, exhala su renacimiento sin muerte previa, Oumou vuela muy alto con un canto que inunda el corazón de todo aquel que percibe la música con todos los sentidos. Mujer, a ti habla Oumou en primer lugar, defiende tus derechos. No se limita al problema de las africanas, ella trasciende fronteras, estereotipos y esquemas que reduzcan tu libertad o tu deseo de emancipación. Oumou es tu voz hecha música. No te puedes perder su concierto. Te recomiendo llevar a tu hombre, a tu amigo, para que sienta contigo como desde Mali, dotada de una frescura tonificante, avanza rumbando. Como una máscara o un amuleto, es raíz y rama. šKala! Pluma del espíritu que irriga luz, sé que tu entrega te hace morada que cobija el arte milenario, pero siempre contemporáneo africano. Tu velo es un abanico de repeticiones que no se repiten. Este paréntesis que oculta al neófito su secreto y sólo lo revela al iniciado.
Nuestra edad es antes de Adán.
*Artista, museólogo y curador independiente.
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