México D.F. Viernes 12 de marzo de 2004
Presentó la biografía del sonero Julio del Razo
En México, la música afroantillana aún es underground: Rafael Figueroa
GABRIEL LEON ZARAGOZA
Pese a que es parte de nuestra cultura popular, la música afroantillana que produce México vive y se desarrolla en el underground, sobre todo porque ha estado inmersa en un mundo de mercadotecnia en el que las grandes compañías discográficas no ven a nuestro país como productor de este tipo de música sino como creador de bandas, mariachis y todo lo relacionado con lo grupero.
Así se expresó el investigador de música popular mexicana, Rafael Figueroa Hernández, quien el fin de semana pasado presentó en el Museo Nacional de Culturas Populares la biografía del músico y leyenda viviente del son Julio del Razo, y agregó que el género afroantillano, que a finales del siglo pasado se reditó como salsa, es parte de nuestra cultura, que ha tenido sus ires y venires, "con buenas y muy malas épocas".
Explica el musicólogo que el advenimiento de la cumbia en México significó, sin menospreciarla, un abaratamiento de toda la calidad que se había venido gestando en el país, porque se empezó a programar la peor cumbia. Sin embargo, la música afroantillana cíclicamente resurge, siempre con nuevas formas y nombres.
El que se difunda la música de otras regiones del continente americano obedece a que las disqueras prefieren ignorar todo lo que sobre el género se produce en el país porque no obedece a sus intereses y, también, porque la gente conoce poco de los grupos mexicanos, ya que los soneros carecen de medios de distribución y apoyo mercadológico.
"La inspiración sigue, hay buenos grupos que desgraciadamente tienen que tocar lo que se escucha en la radio para poder trabajar. En los mismos clubes no les permiten interpretar los temas de su inspiración (...) A la hora de hacer el ajedrez del mercado, las disqueras no nos incluyen, pero la música afroantillana es parte de nuestra visión de ser y sentir y es algo que las empresas discográficas no creo que lo puedan callar."
Esta y otras situaciones han hecho que la salsa mexicana viva y se desarrolle en lo subterráneo, ya que en los años 40 y 50 del siglo pasado éramos la vanguardia. Lo que hacíamos en México se copiaba en Nueva York, Cuba y Venezuela. Lo que hizo Pérez Prado y Benny Moré en México se copió en toda América. Ahora la vanguardia nacional se ubica en Veracruz y el Distrito Federal, entidades que se han mantenido como un venero inagotable de esta música.
Escuelas de música irreales
La explicación del rezago artístico del género, explica, "básicamente es culpa de nuestro sistema educativo. Cuba, con el advenimiento del gobierno socialista, se dio cuenta que el venero que tenían que explotar era el de su música popular y las escuelas de música se dedicaron a apoyarla. En México, las escuelas siguen siendo reductos de la música clásica, salvo pequeñas excepciones; se sigue cultivando un tipo de música que para mi gusto es importante, pero que no responde a nuestra realidad ni a nuestra manera de ser. Las escuelas de música deberían preocuparse por formar a los músicos en activo''.
Por otra parte, sobre la publicación que lleva el nombre del tresista de 90 años Julio del Razo (editado a finales de 2003 con el apoyo de Radio Televisión de Veracruz, a través de Radio MAS), el autor refiere que éste es un músico que participó en las míticas agrupaciones mexicanas Son Clave de Oro y Moscovita y sus Guajiros, y que compartió escenarios nacionales e internacionales con monstruos del género, como Moré y Pérez Prado.
La importancia de rescatar los 75 años de vida artística de Del Razo, dice Figueroa Hernández, se debe a que "ha estado presente en el subconsciente colectivo, pero nunca en el reflector. Su vida es una calca de la historia de la música afroantillana de México".
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