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México D.F. Martes 9 de marzo de 2004

Los brujos lamentan que la gente los busque más para realizar magia negra

En Catemaco, la búsqueda del éxito ecónomico desbanca las peticiones de amor

ANDRES T. MORALES CORRESPONSAL

Catemaco, Ver., 7 de marzo. Aquí nada importan la globalización o la Internet. Lo vigente es la esperanza de alcanzar a la persona amada, el éxito económico o la salud. La práctica de la brujería es la alternativa a los problemas que la ciencia no puede resolver; por ello Catemaco sigue siendo el sitio de las soluciones mágicas.

El primer viernes de marzo es un día especial para los señores de la luz y de la sombra en la región. Desde hace cientos de años practican un ritual sobre sus altares revestidos de hollín, promesas, exvotos y los fetiches de los creyentes, que afanosamente buscan el apoyo de entidades ocultas.

brujo 01 catemacoBautizado con el nombre del pescador Juan Catemaxca que, según una leyenda, hace dos siglos encontró la efigie de la Virgen del Carmen a la orilla de la laguna, Catemaco ofrece sus recetas mágicas para todo tipo de calamidades que azotan el cuerpo y alma. Los conjuros negros y blancos lo mismo curan un mal de ojo que deshacen un maleficio o regresan al ser amado.

"Caminamos entre la luz y la sombra, hacemos el bien y también perjudicamos, sabemos lo que mata y lo que deja vivir", señala Gilberto Rodríguez Pereyra, conocido por los lugareños como El Diabólico.

Los creyentes llegan de distintas regiones de Veracruz y también del extranjero. Angélica Manríquez es una de las clientas asiduas de los hechiceros. Originaria de Tijuana, desde hace cinco años viaja cada primer viernes de marzo para limpiarse de las malas vibras.

Ella fracasó en su matrimonio, perdió a uno de sus hijos en un accidente y quebró en su negocio de cosméticos, pero en 1999 alguien le sugirió visitar a los brujos de Catemaco y su destino cambió.

"Recuperé a mi esposo y mi negocio; lamentablemente no recuperé a mi hijo, pero sí me ayudaron a recomponer mi vida en gran parte", confió.

Las famosas rameadas -limpias con ramas de diversos árboles-, los amuletos elaborados con piedras y semillas y las pócimas a base de extractos de planta son los trabajos más sencillos que aquí se hacen. Todos en el espectro de la magia blanca y cuyo costo varía, desde cien hasta mil pesos.

Auge del mal

El éxito económico es hoy día la petición más frecuente. Incluso ha desbancado a la búsqueda del amor, aseguran los hechiceros, quienes lamentan que la gente los busque para hacer trabajos con magia negra y no conjuros blancos.

En Catemaco las misas negras ya no se realizan a puerta abierta y su practica es oculta para los "no iniciados", pero se hacen más que nunca.

"Hay una tendencia al mal. La gente viene por la magia negra para perjudicar, para atraer o alejar, para ganar dinero fácil, y son muchas las personas que vienen para entregarse al Enemigo", dicen.

A diferencia de las viejas leyendas que rondan esta práctica, los brujos de Catemaco ni profanan la hostia ni blasfeman contra el Dios cristiano, sino que hacen una combinación de ritos prehispánicos con católicos.

El ritual negro se efectúa por lo regular en la cima de un cerro o en un claro de la selva. Ahí se dibuja sobre el suelo una gran estrella de cinco picos y se le rodea de antorchas y veladoras encendidas.

En el centro del pentagrama, el sacerdote oficiante, junto con los iniciados portan túnicas oscuras e inician cánticos en honor a Satanás. "¡Adonai, Adonai, escucha a tus siervos, míralos desde la oscuridad, recibe la ofrenda que te dan para que les des riqueza, éxito y el placer que claman a ti, oh, gran señor!".

Tomando una gallina o un gato negro, al que le cercena la cabeza, el brujo derrama la sangre del sacrificio sobre una hoguera encendida y luego, a guisa de ofrenda, el cuerpo del animal también es arrojado a las llamas.

El denso y pestilente humo es aspirado por cada uno de los convidados, quienes rezan en latín una oración de obediencia y aceptación de la hermandad satánica para, enseguida, presentar su peticiones al Señor Oscuro que habita en lo recóndito de las cuevas y la soledad de la selva.

El costo de un trabajo negro oscila entre cinco y 20 mil pesos, dependiendo de la dificultad para hacerlo e, inclusive, algunos clientes adinerados -políticos y empresarios, principalmente- llegan a pagar hasta cien mil pesos por una misa negra particular.

Los chamanes de Catemaco han recibido en sus "consultorios" desde el humilde campesino que busca un animal extraviado hasta a artistas que pretenden conservar la admiración del público y políticos que en tiempos electorales atiborran el poblado con pedidos de amuletos y sortilegios para obtener el sufragio popular. Los clientes principales militan en el PRI, y a nivel local se narran como si fueran leyendas propias las visitas de presidentes como Luis Echeverría, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo.

Gilberto Rodríguez Pereyra es conocido como uno de "los brujos de los presidentes" y presume las consultas que en algunas ocasiones le hizo Salinas de Gortari.

"A él (Salinas) le hice un talismán, y tan efectivo salió que sigue sin pisar la cárcel", cuenta con su sonrisa desdentada.

Pero Tito y Apolinar Gueixpal, conocidos como los últimos "brujos mayores", también lucen en sus consultorios varias fotografías de presidentes y gobernadores que en su momento acudieron a solicitar la protección de las ciencias ocultas. Algunos chamanes son prósperos empresarios que poseen discotecas y automóviles de alquiler y propiedades agrícolas. Son los llamados "brujos ricos", como es el caso de la familias Gueixpal Seba y Gueixpal Cóbix.

Y también se han modernizado. Para captar mayores clientes, los hechiceros de Catemaco utilizan el ciberespacio para promocionarse. Cuentan con una página web brujogueixpal.com.mx, en la que se ofrecen reservaciones de consultas, productos esotéricos y asesoría espiritual.

Otros pagan inserciones en los periódicos de la localidad y en publicaciones de Estados Unidos, pues mucha de su clientela son latinos que radican allá.

Pero aquí también hay charlatanes. Los auténticos brujos estiman que más de 80 personas se dicen hechiceros y estafan a quienes solicitan sus servicios. La crisis de la industria de la brujería llegó a ser tan severa que el ayuntamiento intervino para "regular y detectar" a los falsos chamanes.

"Somos un pueblo chico y todos nos conocemos. Oficialmente tenemos registrados a 23 chamanes; entonces cualquiera que pretenda ejercer la brujería sin ser brujo es denunciado ante las autoridades por la misma población", explica el alcalde Salvador Guerrero. Pese a todo el misticismo y la sabiduría milenaria que los rodea, los brujos de Catemaco se reconocen impotentes de sanar las dos grandes enfermedades que aquejan a los mexicanos: la pobreza masiva y la corrupción de sus gobernantes.

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