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México D.F. Martes 9 de marzo de 2004
La autocrítica, clave para que la izquierda
restaure su autoridad moral, señala
Monsiváis: la obsesión electoral ha sido
el beso de la muerte para el PRD
Recuperar la confianza implica castigar a los que se
creían impunes, afirma el escritor
Se debe enriquecer la democracia, no emprobrecerla con
"corporativismo y clientelismo"
JESUS RAMIREZ CUEVAS
Frente a la grave crisis por la que atraviesa el PRD a
consecuencia de los casos de corrupción difundidos en todo el país,
la izquierda política tiene que realizar a fondo una crítica
y una autocrítica de estos hechos para poder "restaurar su autoridad
moral", sostiene el escritor Carlos Monsiváis.
En entrevista con La Jornada, el reconocido cronista
cultural y político de la vida nacional afirma que "ante la muy
real ofensiva de la extrema derecha y el desmoronamiento caciquil y supremamente
faccioso del PRI, el PRD ha perdido muchas oportunidades. A la izquierda
política le toca argumentar y ejemplificar la democracia, no empobrecerse
con el corporativismo y el clientelismo.
"La obsesión electoral -subraya Monsiváis-,
más que la corrupción, ha sido el beso de la muerte de muchísimas
oportunidades del PRD."
La indignación manifiesta en el país contra
la corrupción, plantea, "responde a los actos de todos los partidos"
y "evidencia la fuerza de la ética y la moral que los 71 años
del PRI y los tres siguientes no han podido extirpar". Y añade:
"La descomposición es enorme, pero ésta no es una sociedad
corrupta".
El autor del libro Aires de familia considera que
de cara a la situación actual "si hay un pacto necesario es el de
la reconstrucción de la confianza, lo que en el caso de la izquierda
pasa primero por la autocrítica del PRD y de Andrés Manuel
López Obrador, por la penalización de los que se han creído
impunes y por el cambio de relación de la izquierda política
con la sociedad".
A continuación, la entrevista completa con Monsiváis,
quien se declara "moderadamente pesimista, que es mi manera de ser descaradamente
optimista" en vista "de las grandes reservas morales de la sociedad":
-Estamos,
creo, ante el peor escándalo de corrupción de la izquierda
política mexicana en su historia. ¿Está de acuerdo
con esta premisa?
-Decir que es el peor escándalo de corrupción
de la izquierda política en México no es decir mucho, porque
esa izquierda llegó al poder hace poco y todavía no compite
con su propio historial. Es, sí, el primer gran escándalo
por varias razones: a) involucra a una figura muy destacada del PRD, Rosario
Robles, y a varios perredistas prominentes; b) señala errores gravísimos
del partido y del Gobierno del Distrito Federal en el manejo económico
y en el gasto electoral; c) indica con claridad las formas en que el culto
por lo electoral han ido devorando en el PRD las causas del principio y
el proyecto general, por otra parte nunca muy nítido; d) ratifica
lo obvio: el poder sin más es una trampa infalible, y e) en momentos
de crisis, los reflejos condicionados del populismo más bien perjudican
porque imaginan una comunidad donde hay un público.
"Al mismo tiempo hay consecuencias, por así decirlo,
positivas: a) el nivel de la depresión advertible en estos días
en los votantes del PRD y en los simpatizantes del proyecto de una izquierda
democrática, (no está de más subrayar el adjetivo),
da cuenta del involucramiento real de un gran sector en el desarrollo del
país, al no ser una depresión teatral, sino política;
b) la indignación que se registra en el país, que responde
a los actos de todos los partidos, evidencia la fuerza de la ética
y la moral que los 71 años del PRI y los tres siguientes no han
logrado extirpar. La descomposición es enorme, pero ésta
no es una sociedad corrupta. Moraleja: si se quiere transformar rigurosamente
la angustia y la desesperanza se deberá optar por acciones sustentadas
en la crítica y validadas por la ética. Si no, habrá
que aceptar que la alternativa del país es un sistema bipartidista,
y para un sector enorme, al que pertenezco, el PRI y el PAN no son ni serán
alternativas.
-¿Qué te han parecido las explicaciones
del Gobierno del Distrito Federal, del PRD y de la gente de izquierda?
-Hasta el momento me convencen en lo tocante a lo muy
localizado del fenómeno de corrupción, pero me resultan muy
inconvincentes en el momento de las explicaciones de los comportamientos.
Creo urgente renunciar de inmediato a las vanidades del derrotado. Se reitera
un argumento: "Cinco millones de pesos no es nada. Hay que atender el Fobaproa
y los 120 mil millones de dólares que se le regalaron a la peor
iniciativa privada, y hay que recordar a los Amigos de Fox y Vamos México,
y el Pemexgate, y etcétera. Esos sí son grandes fraudes".
Oír lo anterior entristece. Por supuesto que la corrupción
histórica de los priístas y la no tan nueva de muchos panistas
es considerablemente mayor que la denunciada por los videos, pero éste
no es el tema central. Se juzga al PRD y al Gobierno del Distrito Federal
en función de lo ocurrido con un grupo, pero también, y sobre
todo, por las expectativas. Nadie seriamente cree a los perredistas capaces
de competir en saqueos con el PRI o con los empresarios, pero al esperarse
de ellos algo distinto el fraude se agiganta en el imaginario colectivo:
"Si algunos fueron capaces de esto, ¿qué se aguarda de los
demás?
"Es muy parcial y, por tanto, confusa la argumentación
empleada hasta ahora por Andrés Manuel López Obrador y los
perredistas, que acusan al gobierno de Fox, a Marta Sahagún y a
Carlos Salinas de Gortari de divulgar los videos y de emplear al máximo
al inconcebible Carlos Ahumada como instrumento de perversión. Algo
o muchísimo de esta índole sucedió, pero lo malo de
la explicación es su trazo de la inocencia acosada por la maldad,
porque convierte a los corruptos en los Adán y Eva en el Edén,
y vuelve a la extrema derecha y a las instituciones de la corrupción
en canallas que, para serlo debidamente, nos enteran de una operación
infame. Al insistir en esto sin proceder a la autocrítica, los perredistas
se apegan a la teoría de la conjura con énfasis mecánico,
el propio de priístas, panistas, empresarios y clérigos.
Por supuesto que se está ante una operación difamadora, pero
el principio de esta maniobra es difamar con la verdad (videograbada).
En materia de conspiración, el que cae en la trampa es el primer
conjurado, al abrirle la puerta a la deturpación de su causa. Mientras
no se haga un análisis implacable de lo ocurrido y mientras no se
sancione -previa investigación rigurosa- a los responsables, nada
más denunciar a los denunciadores empobrece la causa de la izquierda.
Sin una doble explicación muy poco se explica.
"Si la concentración anunciada por López
Obrador para el próximo domingo no parte de la autocrítica
y del proyecto de un diálogo democrático, carecerá
de sentido; si no se quiere hacer el juego a la derecha y a la maquinaria
de rencores antiguos, se tendrá que aceptar el fracaso develado
por el escándalo. La izquierda política es una víctima
parcial, pero no es sólo una víctima.
-¿Ve próximo ahora el reino de la desconfianza?
-La desconfianza ya está aquí, y con impulso
institucional. El escándalo es hoy el gran medio de comunicación
y si lo que se graba en las sombras (se divulgue o no) se acerca a la esencia
de la política "actual" es porque el comportamiento fraudulento
de algunos, o incluso de bastantes, es un homenaje previo a la delación
que de ellos se haga. La imagen de René Bejarano que se llena los
bolsillos es el origen de la teoría del complot, porque en su falta
de recelo y en su compadrazgo con el señor Ahumada (un personaje
lamentable de Mario Puzo o de Francis Ford Coppola en el tercer mundo)
hay un rechazo de su partido y de sus responsabilidades que es en sí
mismo complotista.
"Si hay un pacto necesario es el de la reconstrucción
de la confianza, lo que en el caso de la izquierda pasa primero por la
autocrítica del PRD y de López Obrador, por la penalización
de los que se han creído impunes y por el cambio de relación
de la izquierda política con la sociedad. Sin restaurar inobjetablemente
la autoridad moral será difícil exigir castigo en los casos
del Fobaproa y anexas".
-¿Cree usted que el PRD abandonó sus causas
sociales y la ética civil que lo distinguían de los demás
partidos? Es decir, ¿se pervirtió su proyecto original sustentado
en la defensa de los derechos humanos, en los movimientos sociales, en
el combate al fraude electoral, en la búsqueda de la justicia social?
¿Cómo pierde el PRD sus vínculos con amplios sectores
sociales?
-Hubo desaliento en la izquierda a la caída del
socialismo real, en el que ya no se creía pero que aún era
la gran referencia. Y las causas que remplazaron la lucha (un tanto borrosa)
por el socialismo nunca se han integrado debidamente en un panorama y han
funcionado de modo fragmentario. Coincido con su lista y la amplío
un poco: la defensa de los derechos humanos (la gran batalla de la izquierda
latinoamericana), la defensa de los intereses de los trabajadores (no muy
constante ni muy bien explicada), la adopción de las causas feministas
(con reticencias), los movimientos ecologistas (asunto importantísimo
para algunos grupos, pero desdibujado en el conjunto de la izquierda),
la defensa de los indígenas (muy sólida en la izquierda social
y muy inconsistente en la izquierda política: recuérdese
el voto perredista en favor de una ley indígena deplorable), la
defensa de los derechos de las otras minorías (en el caso de gays
y lesbianas el PRD, como partido, se expresa en favor de la iniciativa
de sociedades de convivencia, pero en la Asamblea Legislativa del Distrito
Federal, Bejarano y los suyos se escabullen con mentiras y trampitas para
no contrariar a los obispos), la batalla por la democratización
de la cultura (un tema que no le atañe a la burocracia partidista),
etcétera, etcétera.
"En lo que se ha estado bien, pero de modo superficial
por falta de análisis sistemáticos, es en la crítica
al neoliberalismo y a las guerras del imperio, para empezar en Irak.
"Lo cierto, y suscribo este lugar común, es que
ante la muy real ofensiva de la extrema derecha (la única derecha
realmente actuante) y ante el desmoronamiento caciquil y supremamente faccioso
del PRI, el PRD ha perdido demasiadas oportunidades. A la izquierda política
le toca argumentar y ejemplificar la democracia, no empobrecerse con el
corporativismo y el clientelismo. La obsesión electoral, más
que la corrupción, ha sido el beso de la muerte de muchísimas
posibilidades y realidades del PRD.
-¿Cómo distingue entre corrupción
y obsesión electoral? La decisión de ganar a toda costa ¿no
es en sí misma un abandono ilícito de la razón de
ser de un partido de izquierda?
-Estamos ante un clásico Catch 22. Si la
izquierda no gana electoralmente, la frustración tenderá
a disolverla o minimizarla; si su objetivo predominante es ganar elecciones,
desvanecerá sus causas y se convertirá en algo distinto,
parecido desde muy lejos al proyecto inicial, pero básicamente diferente.
Eso no quiere decir que ensalce al proyecto del principio, muy sectario
y con apegos fuertes al autoritarismo, pero consistente en su fe en la
justicia social y capaz de producir seres íntegros, de enorme coherencia
vital. (Este año se cumple el centenario de Valentín Campa,
un gran ejemplo).
Mercadotecnia y derroche
-Ahora la mercadotecnia se asume no como herramienta,
sino como el único lenguaje electoral. Esto hace que todo dependa
de los publicistas, de los mercadólogos y de las enormes cantidades
de dinero disponible. ¿Hay solución a esto? ¿Para
que ya no haya fraude se requieren procesos que se vuelven necesariamente
fraudulentos?
-Sigo creyendo en la importancia del IFE, aunque este
IFE me desconcierta sobremanera, sobre todo desde su bendición a
los estatutos del PVEM. Pero los procedimientos se complican a diario.
Al intervenir el dinero en tan grandes proporciones, y esto vale para todos
los partidos (recuérdense las cantidades "esfumaditas" de los Amigos
de Fox y del Pemexgate), los militantes profesionales suelen identificar
a la causa con el salario, y el salario se vuelve la causa. Y la
burocratización es la justificación legalista del cambio
de proyecto. En esta lógica no sólo un político pobre
es un pobre político; también la política sin recursos
ha dejado de ser política, es otra cosa. Así, a ojos de los
dictaminadores de la realidad, la política desde la pobreza es romanticismo,
la suma de los buenos deseos, la Liga de las Causas Perdidas, lo que sea,
pero no es política, porque las campañas y los aparatos partidistas
cuestan y las ideas, por gratuitas, no interesan. A tal punto se identifica
la mercadotecnia con el derroche, que la noción de poder se modifica
radicalmente. Poder es gastar para autorizar a los ganadores a pagar las
deudas secretas y públicas de campaña. Si los videos grabados
en secreto son un riesgo laboral de políticos y funcionarios, el
tiempo genuino del poder parece ser el "tiempo triple A". Y nadie se pregunta
cuánto cuesta un minuto de prime time y de qué resonancia
dispone, porque los grupos focales son para los partidos la nación
visible.
"El país y la vida nacional parecen atrapados en
una sola fecha: 2006, la sucesión adelantada, las cuentas alegres
de los perredistas alrededor de la popularidad de López Obrador,
etcétera. Evidentemente el escándalo que envuelve al PRD
se inscribe en la lucha por el poder, en la que el fin justifica los medios,
así se arrastre en el camino a la nación y a las instituciones.
-En estas condiciones y ante pronósticos tan negativos,
¿qué quedará de la izquierda?, o más aún,
¿qué quedará de la nación conocida?
-Al convertir el porvenir en presente estricto, el culto
por el 2006 lo arrastra todo, es un salto mental disfrazado de fastidio
cronológico. A mí me extraña incluso que no se destapen
ahora los candidatos para el 2012. No hay duda. El fin justifica los
medios y el fin enriquece a los medios. Al respecto soy moderadamente pesimista,
que es mi manera de ser descaradamente optimista: hay recursos éticos
y decisión de trabajo en la mayoría de los que se identifican
con la izquierda, y también de los que se identifican doctrinariamente
con la derecha. Si la corrupción lo devorase todo no habría
vida social, así, simplemente.
"Esto puede ser muy insuficiente para el tamaño
de la crisis y, en el momento en que el neoliberalismo desaparece las oportunidades
de los pueblos, resulta casi irrelevante. Pero así están
las cosas y nada se gana con espejismos del bien común o alucinaciones
de plazas llenas que persuaden a las encuestas. El riesgo mayor no es el
avance de la corrupción; el riesgo mayor es el modo en que la corrupción
oculta las grandes reservas morales de la sociedad. El 2006 ha sido un
truco óptico; recuperar el tiempo y volver a 2004, con la humildad
del caso, es lo que nos queda. Eso y la certeza: ningún país
se destruye, pero a las generaciones que lo habitan sí se las puede
llevar la chingada, para acudir al único lenguaje de moda.
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