Herrerías cierra la México de nuevo, "por culpa" de López Obrador, dice

Con toros mansos de Teófilo Gómez acabó la temporada de la miseria

A Capetillo se le fue vivo el único bravo de la tarde Angelino, vuelta

LUMBRERA CHICO

Desde que saltó a la arena, bajito de estatura, cárdeno bragado y cómodo de pitones, Muy Agradecido, cuarto de la tarde, se fue sobre el capote de Guillermo Capetillo y trató de comérselo repitiendo una y otra y otra vez, hasta que fue rematado con una media verónica deliciosa, pero aún entonces volvió a embestir descolocando a su matador. Fue el único toro del encierro de Teófilo Gómez que apretó con bravura bajo el peto del caballo, aunque recibió apenas una vara. Cuando el juez Eduardo Delgado ordenó que los clarines tocaran a muerte, el escasísimo público de la Monumental Plaza Muerta (antes México) se mascaba que estaba a punto de ver una faena grande.

Pero entonces regresó el viento de marzo y Guapetillo, como era llamado en sus años mozos el lidiador galán de telenovelas, no supo qué hacer. Perdió los minutos tratando de templar el aire y la raza de su extraordinario enemigo, y cuando acordó ya le habían tocado el primer aviso. Trató de matar saliéndose de la suerte, sin arriesgar nada, y pinchó y pinchó hasta que el animal fue devuelto a los corrales en medio de una ovación. El estilista, que había tenido sólo detalles ante el abridor Guantero, de 498, manso de solemnidad, se retiró al callejón indiferente a su fracaso. ¿Qué le importa, si es rico y no come de esto?

José Luis Angelino, que sí tiene hambre, se lució en el segundo tercio ante Sabrosón, de 484, y Goloso, de 493, que eran también asquerosamente mansos, pero no dio para más; la clase de este muchacho tlaxcalteca se manifestó sólo en detalles que le valieron una vuelta al redondel. Sin embargo, como el "empresario" Rafael Herrerías lo detesta por insumiso y su apoderado, el ex matador Curro Leal, lo odia al parecer, fue obligado a despachar un séptimo cajón, de De Santiago, que resultó ser Olímpico, un marrajo de 543 que llevaba meses en los corrales y que era tan manso e inmanejable que tampoco se dejó ni picar ni ser herido por el estoque, de modo que también se fue vivo, en una escena deprimente que marcó el final de la temporada de la miseria y, ojalá, del cacicazgo de Herrerías.

Para corresponder a los anuncios publicitarios de la cadena de casinos Caliente, de Carlos Hank Rhon, que adornan el ruedo, Herrerías puso otra vez en el cartel al esmirriado y temeroso Alejandro Amaya, protegido del Grupo Atlacomulco, quien jugó al torerito de salón con otros dos bichos descastados y execrables, como Castillero, de 508 y Perico, de 469, un cárdeno nevado, caribello y culibello al que asesinó de un espadazo calado por el que -así está la fiesta- oyó palmas.

En la vigésima corrida del fraude, la frustración, el abuso y la amargura, hubo tan escasa concurrencia que los taqueros y vendedores de chucherías en el entorno de la plaza elevaron los ojos al cielo rogando que termine de una vez por todas la tiranía del "empresario", cuyo negocio consiste en perder dinero con fines que sólo él podrá explicar.

Herido en todo lo alto por el histórico decreto de Andrés Manuel López Obrador que el pasado 26 de febrero le expropió las tarjetas del derecho de apartado en beneficio del público en general, Herrerías gastó mil 500 pesos en la confección de una manta que dos de sus paleros exhibieron toda la tarde -"La afición no tiene la culpa de las tonterías de (sic) el gobierno de López Obrador"- y al término del velorio, que no festejo, anunció que vuelve a cerrar la plaza indefinidamente a partir de ayer.

Como si fuera un líder típico de los tiempos del PRI, orquestó a los sindicatos de matadores, subalternos y monosabios, así como a las voces alquilables de la tele, para que todos culparan de la nueva clausura de la plaza a López Obrador. Y después de haber defendido en los medios al empresario salinista Carlos Ahumada -"él puede hacer con su dinero lo que quiera, igual que yo, porque si yo tengo 100 pesos y me los gasto en putas nadie me puede criticar"-, ahora se burló del jefe del Gobierno de la ciudad retándolo "a que nombre a Ahumada como presidente de la Comisión Taurina". El gángster, pues, dando lecciones de moral, y sus gatitos de peluche haciéndole eco, que para eso los compró.