México D.F. Lunes 8 de marzo de 2004
APRENDER A MORIR
Hernán González G.
(Con)donación de órganos
LA TRABAJADORA SOCIAL María Esther Gálvez pregunta si existe o debería existir alguna relación entre la donación de órganos y la tanatología, "habida cuenta de la pobre difusión que ambas actividades tienen en nuestro país, tanto por parte de instituciones públicas como privadas".
TANATOLOGOS TRADICIONALISTAS SOS- TIENEN que no hay propiamente relación entre esta materia y la donación de órganos; sin embargo, en realidad cae por su propio peso el estrecho vínculo entre una y otra a partir de un principio común: la necesidad urgente en nuestro medio de difundir y asimilar una nueva cultura ante la muerte, es decir, ante la vida y sus calidades respectivas.
AHORA, UNA CRISIS económica en aumento agudiza el rezago de las políticas de salud. Así como los legisladores, de cualquier partido, se muestran renuentes a ventilar temas escabrosos en nuestra cultura decimonónica como el derecho a una muerte digna, encarnizamiento terapéutico, eutanasia y suicidio asistido, entre otros, por los abusos en que se pueda incurrir incluso con una legislación actualizada, de la misma manera las instituciones médicas del país prefieren hacer poco ruido con respecto de la donación de órganos ante el constante tráfico de éstos, sobre todo hacia países ricos, no obstante su creciente demanda en México.
A ESTE ATRASO económico y legislativo debe añadirse el cultural, donde los valores, prejuicios, idiosincrasia y una absoluta falta de información masiva convierten todo intento de campaña de donación en auténtica declaración de guerra, tanto a nivel individual como familiar y aún institucional.
A LA FECHA, las instituciones de salud no saben cómo convencer a la gente de que la donación de órganos permite darle otro sentido a la muerte de una persona al contribuir el donante a mejorar la calidad de vida de otros, ya que de un cuerpo pueden beneficiarse varios para reintegrarse a una vida mejor y más útil.
LOS DIVERSOS ORGANISMOS tampoco logran persuadir a las familias de que la donación sólo puede llevarse a cabo cuando se ha dictaminado la muerte cerebral o desconexión con el mundo exterior, aunque el sujeto aún respire y lata su corazón; o de lo absurdo de suponer que si el cadáver va incompleto el espíritu tendrá menos merecimientos ante Dios, o que la pareja divorciada evite tomar como rehén el cuerpo de un hijo, o que la tía o el compadre no han de determinar si se donan o no los órganos del difunto, y un largo etcétera, amén del caos legislativo y administrativo correspondiente.
ANTE ESTE GRAVE problema de salud, para el que tampoco se hacen campañas permanentes de concientización, lo bueno es que el presidente Vicente Fox ya decretó el 26 de septiembre como Día Nacional de Donación y Trasplante de Organos y Tejidos, "con el propósito de que la sociedad se sensibilice sobre la importancia de autorizar la donación y posterior utilización de órganos luego del fallecimiento de un ser querido". [email protected]
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