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México D.F. Lunes 8 de marzo de 2004

Carlos Fazio

La vendetta de Washington

El 29 de febrero, una operación pinza orquestada por el Pentágono, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Departamento de Estado culminó con el secuestro y derrocamiento del presidente constitucional de Haití, Jean Bertrand Aristide. La sombra de un neoduvalierismo de rostro autoritario y sangriento, bajo la tutoría de Estados Unidos, planea ahora sobre la porción más pequeña de la isla La Española.

Uno de los objetivos del golpe patrocinado por Washington es crear en Haití un Centro Operativo de Avanzada (FOL, por sus siglas en inglés), complementario de las bases militares emplazadas por el Pentágono en Aruba y Curazao, Comalapa (El Salvador) y Manta (Ecuador). La instalación de una nueva base para la Fuerza Aérea Expedicionaria de Estados Unidos en la cuenca del Caribe, con su componente de plataforma portátil de inteligencia, en conexión con el Centro Espacial de Guerra ubicado en la Base de la Fuerza Aérea Schiever, en Colorado Springs (EU), tiene como propósito ejercer mayor presión política y militar sobre Cuba y Venezuela.

La medida fue auspiciada por la ultraconservadora Fundación Heritage, con gran influencia en el Partido Republicano, que recomendó fortalecer el papel del Comando Sur en el mar Caribe ante la amenaza "terrorista" de Cuba y Venezuela. Pero al igual que ocurre con el Plan Colombia-Iniciativa Andina en América del Sur, la base FOL de Haití servirá no sólo como rampa de lanzamiento de una eventual agresión militar contra Cuba y Venezuela, sino como garante de la "seguridad" de Washington en el Golfo de México, rico en petróleo y gas natural, incluido el llamado Hoyo de Dona, cuya jurisdicción se disputan Estados Unidos, México y Cuba.

La suerte de Aristide quedó echada el 23 de febrero, cuando llegó al país un grupo de marines del Equipo de Seguridad Antiterrorista (FAST, por sus siglas en inglés), procedente de su base en Fuerte Lejeune, Carolina del Norte. Ese mismo día cruzó la frontera dominicana el ejército paramilitar de Guy Philippe, Louis Jodel Chamblain y Emmanuel Toto Constant, entrenado, armado y financiado por la CIA y la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA). Seis días después, fuerzas de elite del FAST secuestraron al presidente en su residencia de Tabarre, le hicieron firmar su renuncia y lo enviaron en un avión militar estadunidense a la República Centroafricana.

Philippe, aclamado como "salvador de la patria", es un ex comisario de policía, mesiánico, simpatizante del general Cedrás, reclutado por la CIA en Miami y adiestrado por fuerzas especiales de EU bajo cobertura de la escuela militar de Ecuador. En los últimos meses Philippe, junto con Chamblain, identificado como "la bestia negra", y Constant, otro ex tonton macoute (la ex guardia pretoriana de la dictadura Duvalier), encabezó a las bandas rebeldes de las "fuerzas armadas del norte", como las llamó en la antesala del golpe el secretario de Estado, Colin Powell, en lo que fue un tácito guiño para acelerar el desenlace.

Los hilos de la conspiración conducen al subsecretario de Estado para América Latina, Roger Noriega -un ultraconservador que creció a la sombra del ex senador republicano Jesse Helms y quien nunca ocultó su desprecio por al presidente Aristide-, y a Otto Reich, radical derechista de origen cubano que funge como enviado especial del presidente George W. Bush para el hemisferio occidental, experto en "trucos sucios" y acciones encubiertas, y vinculado al Irangate orquestado por el teniente coronel Oliver North en los años ochenta. A las órdenes de la consejera presidencial de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, y con el visto bueno de la diplomacia gansteril de Powell, serían los autores intelectuales de la vendetta republicana contra Aristide, en colaboración con la CIA y la DIA.

A comienzos de febrero, Noriega y Reich -quienes han estado detrás de los intentos de desestabilización de la Casa Blanca contra Cuba y Venezuela- fueron acusados por el Consejo de Asuntos Hemisféricos de gestar "un golpe de Estado disfrazado" contra Aristide. Además de la participación activa de mercenarios de DynCorp, empresa subcontratada por el Pentágono que funciona como fachada de las operaciones encubiertas de la DIA y la CIA, existen indicios de que parte del moderno armamento utilizado por el ejército paramilitar golpista fue introducido a través de la frontera dominicana bajo cobertura de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), con sede en Miami.

Noriega está detrás del empresario neoyorquino de origen libanés André Apaid, ex duvalierista propietario de Alpha Industries, una de las principales maquiladoras de exportaciones de mano de obra barata (68 centavos de dólar por día en semanas de 78 horas). Apaid coordina el Grupo de los 184, financiado por el ultraderechista Instituto Republicano Internacional (IRI), con fondos suministrados por la Fundación Nacional para la Democracia (NED), brazo civil (no formal) de la CIA, con una larga historia de desestabilizaciones en América Latina y Europa, y patrocinadora del golpe de Estado en Venezuela, en 2002 (ver Michel Chossudovsky, Perfil de La Jornada, 6/3/04). Durante la escalada golpista, Apaid, muy cercano a uno de los favoritos de Washington para remplazar a Aristide, Marc Bazin (ex ministro de Finanzas de Duvalier, ex funcionario del Banco Mundial, ex primer ministro de la dictadura de Cedras) fue el principal interlocutor del Departamento de Estado. El G-184 también recibe apoyo de la FNCA.

Según Chossudovsky, el embajador de Estados Unidos en Haití, James Foley, fue el operador golpista en el terreno, coordinando a las distintas instancias que participaron en la asonada palaciega. Foley, quien jugó un papel clave en la guerra de Kosovo, manejó la "reconversión" de los paramilitares asesinos del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK, auspiciados y financiados por la CIA) en una organización política "respetable", dentro de la actual narcodemocracia de facto bajo protección de la OTAN. El modelo que se intentará aplicar ahora en Haití.

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