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8 de marzo:
Día Internacional de las Mujeres
Recordar logros, exigir derechos
y reafirmar compromisos
Este 8 de marzo conmemoramos una vez más
las huelgas de las trabajadoras textileras de Nueva York en 1857 y 1867,
quienes demandaban aumento de salarios y mejores condiciones laborales.
Estos acontecimientos hablan del hecho, muchas veces olvidado, de que la
lucha de las mujeres por sus derechos es una lucha amplia que abarca derechos
civiles y políticos, así como reivindicaciones de trabajadoras
asalariadas de fábricas, lavanderías, talleres.
Aunque hoy asistimos a lo que podríamos llamar
expresiones diversas y múltiples de la lucha feminista, pareciera
que entre la masacre de las trabajadoras de Nueva York y el feminicidio
de Ciudad Juárez no hubiera pasado más de un siglo. No cesaremos
en expresar nuestra indignación, coraje y nuestra exigencia de justicia.
¡No podemos aceptar una mujer asesinada más en Ciudad Juárez!
A pesar de esos crímenes y de la vergonzosa impunidad
que aún los envuelve, hoy podemos decir que la condición
de las mujeres como sector social ha cambiado sustancialmente. Hemos ganado
legitimidad, hemos ganado espacios, oídos atentos a nuestras palabras
y, por sobre todo, hemos ganado derechos. Por esto nuestra insistencia,
nuestra persistencia en demandar justicia.
Más que celebración
Creemos que el Día Internacional de la Mujer más
que jornada de celebración o de conmemoración, constituye
la oportunidad para reafirmar nuestro compromiso con los derechos de las
mujeres, además de nuestra firme y militante vocación de
lucha por lograr el advenimiento de una sociedad donde el respeto a la
libertad, la dignidad e igualdad plenas de las mujeres no sean tan sólo
objetivos a lograr, sino aspectos que constituyan el cotidiano vivir de
la sociedad.
Es inadmisible concebir que el pleno cumplimiento de los
derechos humanos de las mujeres sea todavía un tema pendiente en
la agenda de las sociedades contemporáneas. Es inadmisible porque
las mujeres fuimos creadas a imagen y semejanza de Dios, de la divinidad
bondadosa. Tenemos la misma capacidad de raciocinio, la misma capacidad
de pensamiento, tenemos la misma autoridad moral que los hombres, porque
tenemos la misma dignidad, basada en nuestra libertad de conciencia. Atributo
tanto de mujeres como de hombres, aunque se haya intentado desconocerla
durante siglos.
Para Católicas por el Derecho a Decidir, luchar
por los derechos de las mujeres no expresa tan sólo un compromiso
con un determinado, aunque mayoritario, sector de la población.
Constituye, antes que nada, nuestra demanda de justicia, nuestra vocación
por la defensa de los derechos humanos de todas las personas y, sobre todo
ahora que las mujeres ocupan, cada vez más, lugares antes reservados
a la esfera pública, de incidencia vital para la existencia no sólo
de las familias, sino de muchas otras instituciones fundamentales para
la constitución de la sociedad actual.
Nuestro mejor y más sincero tributo
La conciencia es el recinto más íntimo de
las personas, donde se toman las decisiones que confieren autonomía
a su existencia. Es, por tanto, el espacio del ejercicio pleno de la libertad
donde nadie, ni siquiera Dios, puede entrar si no lo permitimos.
Las Católicas por el Derecho a Decidir proclamamos
con orgullo y voz fuerte que nuestra lucha cotidiana por lograr y preservar
la libertad de conciencia constituye uno de los mejores y más sinceros
tributos que podemos brindar, en este día, a las mártires
de las históricas luchas por los derechos de las mujeres. |