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México D.F. Jueves 4 de marzo de 2004

LA MUESTRA

Carlos Bonfil

Tiempos modernos

De lo más creativo de Chaplin Vigente, su comentario social

HOY DA INICIO la XLIII Muestra Internacional de Cine con la proyección de un clásico remasterizado de Charles Chaplin, Tiempos modernos (Modern times), última de sus cintas silentes, filmada en 1936 con una clara renuencia a abandonar del todo las posibilidades humorísticas del cine mudo. Una de sus secuencias más célebres, y posiblemente la más divertida, muestra justamente al actor y director renunciando a toda coherencia en su primera intervención verbal en el cine. Chaplin es mesero e improvisadamente canta entre las mesas de los parroquianos una melodía delirante, de la que nunca nadie ha podido interpretar el significado, con un lenguaje tan absurdo como el que el propio comediante utilizará años más tarde para los discursos de El gran dictador.

ES ALGO BIEN conocido: Tiempos modernos es la cinta emblemática de toda una época de transición política y polarización ideológica, los años 30, el periodo entre dos guerras: ascensión fascista en Alemania e Italia, frente popular en Francia, secuelas de la gran depresión económica en Estados Unidos, o guerra civil en España. En este contexto cobra mayor relevancia el señalamiento satírico que hace Chaplin de la enajenación humana en algunas secuencias memorables (el protagonista repite mecánicamente gestos laborales ya incontrolables o se ve atrapado en el engranaje devorador de la cadena industrial). La máquina siempre omnipresente, como en Metrópolis (1926), de Fritz Lang, o en la utopía de René Clair, šViva la libertad! (1932), pero con un elemento de malicia y crítica social muy definido y un aprovechamiento óptimo de los recursos cómicos. El vagabundo, vuelto obrero, es víctima de la agresión de una nueva máquina diseñada para alimentar a los obreros mientras trabajan, a fin de evitar que abandonen un instante su faena. La máquina tiene una falla y Chaplin recibe, como conejillo de indias, un plato tras otro, sin poder detener el ritmo infernal del aparato, pues de hacerlo podría frenar la producción entera y provocar un caos. El protagonista atraviesa otras situaciones bufas, cae en la cárcel y delira con polvos estupefacientes que confunde con sal, o se le toma por un militante comunista cuando por la calle recoge una bandera roja y permanece enarbolándola, inadvertidamente, mientras se le suma todo un contingente obrero.

Frente a la deshumanización del mundo


EL ENFRENTAMIENTO DEL protagonista a la deshumanización del mundo moderno tiene como una equivalencia posible la propia resistencia del artista a adaptarse plenamente al cine sonoro y a sus nuevos artificios, su reticencia a adoptar plenamente ese lenguaje. De una secuencia a otra, el vagabundo/obrero, empequeñecido por la fatalidad industrial y la adversidad de las circunstancias, cobra mayor dignidad y una gran libertad. Tiempos modernos es una de las obras más controladas de Chaplin, y estilísticamente una de las más creativas: agilidad de movimientos en la sala del restaurante, en contraste con una sucesión de planos fijos en el interior de la cocina, estupendo manejo del tiempo en la construcción dramática de la historia, notable circulación en espacios cerrados (fábrica, cárcel, restaurante) súbitamente animados por la agilidad e inventiva del cómico silente, y algo más, la vigorosa complicidad entre el protagonista y la joven vagabunda que interpreta Paulette Goddard, compañera de Chaplin en la vida doméstica. El resultado es una comedia brillante, despojada de sentimentalismo, a la altura de La quimera de oro (The gold rush, 1925), y enriquecida con un comentario social que hasta hoy no ha perdido nada de su vigencia original.

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