México D.F. Lunes 1 de marzo de 2004
Proyectadas en tres pantallas, las cruces recordaron
los asesinatos entre canciones
El clamor por el esclarecimiento de los crímenes
en Ciudad Juárez marcó el concierto Revolución
ARTURO CRUZ BARCENAS
El clamor por el esclarecimiento de las muertes de mujeres
en Ciudad Juárez, Tijuana, marcó el concierto Revolución
2004, el pasado sábado en el Palacio de los Deportes, donde
miles de jóvenes llenaron el aforo para escuchar durante cinco horas
a José Fors (con su grupo Forseps), Julieta Venegas, La Maldita
Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, y Jaguares.
Entre
una canción y otra, las imágenes de las cruces tristemente
célebres, recordatorio perenne de los asesinatos, se proyectaron
en tres pantallas. La iconología mezcló el pasado con personajes
políticos que recibieron rechiflas, mentadas, los típicos
¡culeros!, entre ellos Carlos Salinas de Gortari, su hermano
Raúl (con vestimenta de preso), Carlos Abascal, Vicente Fox, Marta
Sahagún...
El público se hizo eco de los mensajes, aunque
unos cuantos, quizá hartos de tanto rollo sobre un país oficialmente
exitoso, gritaron que querían música. "¡Diviértanme,
por eso pagué!", decían desde sus asientos.
Ya se oía a José Fors cantar Hombre,
Mañana y Homo, pero afuera los chavos, la mayoría
con camisetas de Jaguares, consumían tortas, chescos, galletas
y comida chatarra al por mayor. Fors se esforzó y tuvo buenos momentos
con Yo y tú, Muerte, Cruel, Adicto y
Piel.
Pocos espacios vacíos, hasta arriba, allá
en la denominada gayola.
Subió la menuda y ahora más segura Julieta
Venegas; atrás está quedando la timidez y ha mejorado sus
desplazamientos escénicos.
Algo
está cambiando, para abrir boca, seguida de Amores perros,
con la que la Chuletita hizo una breve disquisición sobre
el sentimiento cañón en sus variantes que un mortal
puede tener en vida: "amores gatos, amores culeros, amores buena onda,
amores de todos colores". Algo ha aprendido de esas cosas de la subjetividad
y la posesión.
Un momento de algarabía con El triste, de
Roberto Cantoral, que se hizo un clásico del dolor lacrimógeno
en la entonces portentosa voz de José José. Vino Andar
conmigo, el nuevo éxito de Venegas, balada pop, que a pesar
del gusto popular marca un alejamiento de aquel estilo prometedor que la
delgada cantante tuvo con De mis pasos.
La jaula de oro para hablar con sentido nacionalista
sobre los mexicanos que se van a trabajar a Estados Unidos. Oriunda de
Tijuana, exigió el alto a los asesinatos de mujeres en su tierra,
castigo a los culpables y la acción, por fin, de las autoridades.
Una pausa. Para arriba La Maldita. Para comenzar macizo
se reventó Solín, en la que Roco portó un turbante
y una especie de chamán danzó dando giros a una vara.
Comenzó el brincadero; los intentos de slam fracasaron
ante la vigilancia estrecha del personal de seguridad, que desde arriba
se observaba en toda su estrategia. De casaca naranja, por momentos parecía
que el concierto era para ellos, por tantos que eran.
En las pantallas las escenas fueron de actuaciones de
los malditos en su mero mole, en barrios, colonias populares, donde la
raza los quiere. Quinto patio no es una condición de los tiempos
de las película de Buñuel o Emilio Tuero. Viven el patio,
la calle y la esquina. Los muchachos que baila Pata de perro se
visten como Dios les da a entender.
Su condición de clase los denota unidos en la mentada
ante el olvido, frente a la falta de oportunidades. Para ellos, a los que
se ha negado otra vida, menos cabrona, La Maldita interpretó Ya
lo pasado pasado.
La bandita bailó ese ritmo machacón. Ahí
les va el Ska ranchero y Circo. Roco anunció su rolota
Marcianos: "Ahora una canción de una tierra que algún
día querrá conquistar Bush, cuando se acabe este planeta".
Un intermedio. En las pantallas apareció Yoko Ono,
la viuda de John Lennon, quien anunció Imagina, en la voz
de niños de diferentes países y razas. Para sensibilizar,
para hacer conciencia.
Una
escandalera recibió a Saúl Hernández y sus Jaguares.
Eran los más esperados. Comenzó Tu reino, en la que
apenas se oyó la voz de Saúl, quien por momentos estaba más
cerca de la forma de interpretar de Martín Urieta. La gente lo quiere
y no hay tos.
Después llegó Ave, "para las víctimas
de Juárez; no por las muertas. No han hecho nada para aclarar los
asesinatos. ¿Qué pasaría si muriera una hija de Fox?
¿No harían nada? Es un caso clasista. Para que la sociedad
haga un frente común".
Cientos de encendedores refulgieron en la oscuridad, cual
veladoras.
Vino Animal y en las pantallas aparecieron Fox,
Elba Esther Gordillo, Bush y Fox. "Ni una muerta más, ni una mujer
menos", pidió Saúl.
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