México D.F. Miércoles 25 de febrero de 2004
Arnoldo Kraus
Bioética en tiempos de globalización*
Uno siempre debería preguntarse si el azar domina la vida, o si el azar acude a la vida cuando ésta lo requiere. Debería también preguntarse qué tanto la vida misma necesita una dosis de serendipia para balancear algunas porciones de la realidad, tanto del individuo como de la sociedad. Entre la imberbe bioética y la imberbe pero brutal globalización existen vínculos que fueron creándose a partir de la tenaz marcha y de los lamentables olvidos de la tan mentada globalización. Esos vínculos hicieron que el azar dejase de ser azar, e hicieron que la bioética y la globalización se mezclasen por necesidad más que por conveniencia. Lo mismo sucede con otras disciplinas que ahora han hecho que los diccionarios amplíen sus citas. Bioterrorismo, biopolítica, ecología moral y economía moral son términos nuevos que surgen a la vera de los caminos de la globalización.
En incontables sentidos, estos bios -vida, vidas- son respuestas de la sociedad contra la marcha de la globalización: me refiero, por supuesto, a las "otras sociedades", a las marginadas, a las pobres y a las muy pobres. En muchos aspectos la globalización no solamente piensa poco en el ser humano y en el globo terráqueo, sino que padece de amnesia y de desprecio por las personas y el futuro de muchas porciones de la Tierra.
Con frecuencia me gusta recordar uno de los fundamentos de la ética médica, que bien podría extenderse a preocupaciones similares en el ámbito de la economía moral, de los vínculos entre ecología y ética, de la política y la ética -si es que acaso la política pudiera ser ética- e incluso de algunas de las razones del bioterrorismo.
Me refiero al dictum que asevera que mientras la tecnología y algunas ramas del conocimiento suelen avanzar sin preguntarse Ƒhasta cuándo?, Ƒpara qué? o Ƒhasta dónde?, la ética, por el contrario, sabe que el conocimiento puede ser ilimitado, pero se pregunta Ƒse debe?, Ƒtiene sentido?, Ƒrepercutirá favorablemente? Esas diatribas suenan a filosofía, mas no lo son: resumen algunos párrafos de la realidad e ilustran las distancias y los dilemas entre tecnología, ciencia y globalización con la visión del ser humano como persona y no como objeto. Estos intríngulis los planteó, en otros términos, el poeta T. S. Eliot.
En 1934 escribía en su poema La roca: "Invenciones sin fin, experimentos sin fin, nos hacen conocer el movimiento pero no la quietud, conocimiento de la palabra, pero no del silencio, de las palabras, pero no de la Palabra". Y añadía: "ƑDónde está la sabiduría que hemos perdido en el conocimiento?
"ƑY dónde está el conocimiento que hemos perdido con la información?"
Entre la bioética, algunos otros bios y la globalización sucede algo similar: Ƒdónde está el ser humano que se ha perdido en la molécula y que olvida lo que sucede con las mayorías? Si se piensa en la desnutrición en Latinoamérica, en el sida en Africa o en la deforestación, Ƒdónde quedó el beneficio de las ciencias médicas o de las ciencias ecológicas?
Cuando se repasan algunos de los caminos de la globalización -hablo de los reales, de los de las calles y no de los de las estadísticas de quienes ostentan el poder-, y algunas de las preocupaciones de la bioética o de la bioeconomía, es indudable que existen colisiones graves entre globalización y los bios de la humanidad. Mientras que a la globalización le preocupan los números, las cifras y las masas como objeto de uso, a la bioética y a la ecología les inquietan las personas y las inequidades e injusticias cada vez mayores entre seres humanos. La globalización excluye de su lenguaje los bios aludidos previamente y en algunos momentos es evidente que existe una colisión entre ambos, similar al tan mentado choque de las civilizaciones. Podría decirse que mientras la globalización enajena individuos, tierras y sociedades, la bioética y la ecología velan por mantener la integridad del ser humano y de la Tierra. La urgencia consiste en inyectar grandes dosis de estos bios a la población para poder detener el paso de las redes globalizadoras.
Muchas veces el azar no es simple azar. Muchas veces la serendipia nace como respuesta a determinadas coyunturas históricas. Las nuevas ciencias que incluyen la palabra bios en su nomenclatura son ejemplo de esas circunstancias. Circunstancias que se explican por los excesos de unos seres humanos contra otros seres humanos. La bioética y otras disciplinas similares pretenden balancear esas disparidades devolviéndole la voz al ser humano y a la sociedad. * Fragmentos del texto leído en el Congreso Internacional de Culturas y Sistemas Jurídicos Comparados (9 de febrero de 2004)
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