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México D.F. Miércoles 18 de febrero de 2004
Carlos Martínez García
La paradoja de Marta
Dirige una organización no gubernamental, que es exitosa por sus estrechísimos vínculos con el gobierno. Maneja un discurso feminista y, sin embargo, sus planteamientos son conservadores. Hace ostentación de su acendrado catolicismo, aunque más bien tiene una religiosidad cercana a la Nueva Era. Por un lado exalta el servicio a los pobres y, por el otro, ostenta vestuarios y joyería que sorprenden a las familias ricas mexicanas de larga tradición. En todos sus discursos enfatiza los buenos principios éticos y todo el aparato gubernamental que la rodea es muestra contundente del uso privado de recursos públicos. Marta Sahagún tiene una conducta paradójica: hace lo contrario de lo que afirma en sus edulcorados discursos.
El caso de la esposa del Presidente de la República empieza a tener consecuencias preocupantes para la sociedad mexicana. La megalomanía de Marta Sahagún, disfrazada de activismo por los más desposeídos, es patente cada vez que toma los micrófonos para defenderse de críticas fundadas. En lugar de aportar argumentos, lanza consignas, arremete con frases moralinas y se presenta como mártir. Dice que su objetivo central es apoyar el proyecto de nación que impulsa Vicente Fox, pero su desenfrenado protagonismo contribuye a deteriorar y reducir la de por sí maltrecha figura presidencial. Sus afanes cotidianos, la exposición a los medios electrónicos de asuntos triviales de la pareja que vive en Los Pinos, las grandilocuentes intervenciones en actos a los que asiste para su lucimiento reclaman de los analistas políticos adentrarse en una disciplina que les era más o menos ajena: la sicología.
Con oportunismo Marta Sahagún se apropió de un discurso supuestamente feminista. Y digo supuestamente porque sus constantes invectivas contra la desigualdad que padecen las mujeres tienen más de arranques a la Lupita D'Alessio que de conocimiento del pensamiento feminista y de los aportes de los estudios de género. En un libro que recoge trabajos de connotadas mujeres sobre el quincuagésimo aniversario del voto femenino, que se cumplió el año pasado, la única autora que se identifica por el apellido de con quien está casada es la señora Marta Sahagún de Fox. Todas las demás que están matrimoniadas decidieron presentarse sin el significativo de. Este pequeño detalle revela la superficialidad del feminismo de quien gusta ser conocida por el apellido de su marido. Al poco tiempo de que se casó con Vicente Fox, la consorte del Presidente solicitó a los medios que se refirieran a ella simplemente como Marta de Fox. Es curioso y paradójico el feminismo de la señora Marta.
Las vías elegidas por la presidenta de la fundación Vamos México para servir a los pobres son contradictorias con el verdadero interés por transformar las condiciones que mantienen en la miseria a millones de mexicanos y mexicanas. El solo hecho de que su fundación sea defendida desde la Presidencia de la República, como hace Vicente Fox cada vez que surgen cuestionamientos al organismo que preside su esposa, revela una simbiosis que no se puede ocultar por los malabarismos declarativos y golpes de pecho en que con mayor frecuencia incurre la pareja que se hace llamar presidencial. El reciente caso del Financial Times fue enfrentado por Marta Sahagún como una cruzada contra los infieles que no reconocen la bondad de una benefactora ajena a intereses políticos personales. Se cobijó en el manto de la madre Teresa de Calcuta, dijo que las críticas no la detendrían en su afán de servir y consumir su vida en ello. Nada más que todavía tiene que explicar cómo está eso de que un porcentaje muy alto de los ingresos conocidos de Vamos México se dedican a gastos de administración y ceremonias de relumbrón que encabeza la presidenta de esta fundación.
Anteayer dio a conocer una declaración en la que afirma que se dedicará completamente a tareas de servicio social y a dar todo su apoyo al proyecto gubernamental de Fox. Agregó que se retira de toda política partidista. Faltó en el comunicado de prensa que nos revelara en qué consiste el proyecto de nación que tiene Fox, porque hasta ahora es un secreto bien guardado. El Presidente pasa más tiempo en contradecirse, aclarar los dislates de los integrantes de su gabinete, seguir con sus mensajes de pensamiento positivo, que desmiente la realidad, y ayudar a su esposa a deshacer el escándalo, que en diseñar y poner en práctica políticas económicas benéficas para el país. En cuanto a que la señora se retira, "por ahora", como fijó en la declaración, de hacer política partidista, hay que creerle en parte. No hará política partidista para el PAN, o con el fin de convencer desde ya a los reacios en ese partido de que ella es la mejor opción de 2006. Pero sí va a realizar política partidista para una facción conformada nada más por ella, con el fin de imponer su candidatura presidencial a los panistas como antes hizo su esposo.
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