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México D.F. Jueves 5 de febrero de 2004
Pedro Rivas Monroy
Gobierno popular Ƒo populista?
Las declaraciones de un hombre abotagado, que lo único que le preocupa es que no le ahorquen la mula de seis, ofrece la oportunidad de reflexionar sobre las categorías que titulan este artículo sobre el ejercicio de un gobierno: lo popular es lo vernáculo, lo que es de la gente. En política, un gobierno popular es aquel que tiene a las personas como el eje a partir del cual se generan las políticas públicas, las instituciones y el andamiaje jurídico; en cambio, lo populista es lo demagogo, lo manipulador, lo que no es de la gente sino de una minoría autócrata; un gobierno populista es aquel que somete a las personas y les impone esas políticas que harán más rica a la oligarquía y más pobres a las mayorías.
Para tener un referente de carácter público, recurriremos al gobierno del voto útil, cuya característica es el conservadurismo ramplón que, aunado al hastío de una corrupción que llegó a grados insospechados, empobreciendo a grandes sectores de la sociedad y a una izquierda a la deriva, logró encaramarse en el poder, prometiendo de manera populista soluciones que no iba a cumplir. Esto lleva al análisis del ejemplo más evidente: el gobierno de la ciudad de México, señalado como populista, y al gobierno federal producto de un proceso democrático y, por lo tanto, supuestamente popular. En la actualidad, estar en favor de la globalización en términos únicamente mercantiles es ser populista; apoyarla en términos antropológicos es ser popular, no nos equivoquemos.
El Distrito Federal fue denominado como La Ciudad de la Esperanza por su actual gobernante. No es poca cosa si nos detenemos a observar que, precisamente, lo que ofrece el gobierno federal es la no esperanza. Esto deviene porque el diseño económico liberal que practica está condenado al fracaso, no por ser un diseño malo en sí, sino porque no toma en cuenta una variable: la explosión demográfica, es decir, la gente. Mientras que el Presidente anuncia que serán despedidos 50 mil empleados, su cómico secretario de Economía los consuela al descubrir que en Estados Unidos sí hay trabajo.
Por el otro lado, el gobierno capitalino, que no tiene todo el manejo presupuestal de una entidad federativa, genera empleos, invierte en obra pública, atiende grupos vulnerables, es decir, cuenta con la gente. Este ejemplo para ilustrar el tema que nos ocupa: mientras el populismo foxista alienta la emigración de manera demagógica, el gobierno popular del Peje lo trata de enfrentar.
Hoy en día, hablar de la política es aludir a la democracia representativa, es referirse a la interacción entre ciudadano y gobernante. La democracia -dice Souza Santos- se tensa entre dos mercados: el político y el económico. La irrupción del brutal liberalismo en los años ochenta dio como resultado que el mercado económico contaminara y corrompiera al mercado político. Al respecto, una simple mirada sobre el actuar del gobierno federal: el uso indebido de la investidura presidencial y manejo discrecional de recursos económicos, materiales y humanos por parte de la esposa del mandatario, salarios altísimos, acompañados de una ineficiencia supina, creación de estructuras fuera de la ley, además de la inercia del Fobaproa y los Amigos de Fox. A su vez, en el gobierno del Distrito Federal sigue habiendo ineficiencia y focos de corrupción, pero hay que tomar en cuenta los marcos de maniobra en uno y en otro casos.
Hay que recordar que el derecho es la herramienta fundamental que se han dado las sociedades modernas para conservar la convivencia. Esto, que parece una obviedad, implica problemas verdaderamente torales, ya que el derecho, no olvidemos, es una técnica de control formal, es decir, que va más allá de la voluntad de los sujetos y, por lo tanto, debe producirse con mucho cuidado. En el ejercicio que nos ocupa se percibe cierta similitud, cuando menos de actitud aunque no de fines, tanto del gobierno federal como el del Distrito Federal: su desconocimiento del derecho. Mientras el primero utiliza el discurso jurídico como coartada, en el segundo se sorprenden cuando se topan con él.
En lo que a mí se refiere, pienso que a pesar de que existen asignaturas pendientes, el gobierno local es un gobierno popular.
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