México D.F. Domingo 1 de febrero de 2004
LA VIDA (BREVE) EN SAN LAZARO
José Agustín Ortiz Pinchetti
ƑHacia la transparencia?
Vocación por la claridad
SE REANIMA LA vida política al final de la cuesta de enero. En San Lázaro hay ya signos de vida. Se anticipa un año de tensión política. La prensa mexicana estimula "la opinión pública" en forma levemente perversa: con escándalos. Cesan al embajador de México ante la OCDE, Carlos Flores Alcocer. Parece que para alojar a la delegación de México compró una casa de 16 millones de pesos y cuatro automóviles Volvo por 250 mil dólares cada uno y los célebres colchones de 6 mil dólares y se despachó con la cuchara grande con un equipo de "gente de confianza". Lo único que hizo el embajador es actuar de acuerdo con los usos y costumbres de la alta burocracia mexicana y su tragedia consiste en que ya estamos viviendo en otra época. Hace 10 años ni siquiera hubiera despertado chismorreo.
HAY UNA SENSACION de frustración. La democracia nos ha traído escándalos, pero no la prosperidad. Sin embargo, sin prisa ni pausa se está construyendo una cultura política y aquí es donde brilla una pequeña esperanza. Por ejemplo: 1) Las dependencias federales y locales también están abriendo sus archivos al público. Es un nuevo estilo de rendir cuentas. Ahora es muy fácil sorprender las contradicciones y excesos de los funcionarios públicos. 2) Nuestra Cámara de Diputados ha hecho pública por primera vez en la historia reciente la información respecto de su situación financiera. Igual sucedió con el Poder Judicial. 3) En junio de 2002 y en diciembre de 2003 el gobierno federal aceptó firmar la convención contra la corrupción, lo que obligó a un escrutinio mucho más severo sobre el lavado de dinero y conductas de corrupción. 4) El presidente Vicente Fox presentó sus declaraciones patrimoniales ante la Secretaría de la Función Pública. Pronto las declaraciones de los funcionarios públicos van a ser expuestas obligatoriamente a la curiosidad de la población. 5) El Gobierno del Distrito Federal da cuenta diaria de todo lo que se recibe y se gasta. Esta extrema transparencia originó un ridículo escándalo: Nicolás Mollinedo, funcionario que tiene una misión estratégica, fue descalificado ante la opinión pública por el solo hecho de que acompaña al jefe de Gobierno en sus giras y lo apoya manejando su coche.
TODO EL PAIS parece tener una avidez casi enfermiza de información que nos fue negada por centurias. Las limitaciones del pasado se están desmoronando. Así como la economía sucede en la mente de las personas, también las relaciones de poder se dan ahí. Los alcances de esta transformación de las mentalidades no han sido todavía previstos ni analizados por los observadores.
MEXICO MANTIENE SU pésima imagen internacional, clasificado entre los países con mayor corrupción. Fue calificado con 3.6 y se ubicó en el lugar 57 de 70 países en un reporte de 2002 de Transparencia Internacional, y volvió a reprobar en 2003.
LAS ENCUESTAS REVELAN que la corrupción en México no se repliega ante la consolidación de la democracia. Tiene su fuente en factores culturales. Nuestra corrupción empezó en la Colonia. Cortés organizó los primeros trinquetes. La lejanía del centro de poder hispano permitió a los funcionarios españoles enriquecerse y la corrupción se extendió hasta formar una estructura de "larga duración" histórica.
HOY, LA CORRUPCION no cede. Por lo menos una cuarta parte de los mexicanos da mordidas a funcionarios públicos. Según el periódico Reforma, en 2001 se cometieron 214 millones de actos de corrupción, y se gastaron 23 mil millones de pesos en mordidas. Hay estudios que estiman que el fraude, la evasión y la elusión fiscal superan 60 por ciento del ingreso potencial del fisco. Otros creen que la corrupción es una fuerza destructora de las instituciones, no sólo porque drena los recursos públicos, sino porque desorganiza y hace ineptos a los funcionarios.
LA REVOLUCION CULTURAL que acabará con el estilo cortesano de los altos burócratas apenas empieza. La gran diferencia es que ha acabado (probablemente para siempre) la desesperación silenciosa en la que vivía parte del pueblo de México, la cual no podía participar en el botín. Hoy todo el mundo reclama la transparencia y exige gobiernos austeros y conductas honestas. Esta sola vocación por la claridad bastaría para que sintiéramos un moderado optimismo del proceso de cambio en México. [email protected]
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