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México D.F. Lunes 12 de enero de 2004

Vilma Fuentes

ƑAño Nuevo, vida nueva?

Cuando el otro día me pregunté en voz alta qué espíritu insensato o perverso inventó la engañosa idea de un tiempo circular, donde cada vuelta de la Tierra alrededor del sol se cuenta como un año y la vida renace de sus cenizas como un fénix, Belphé, sin dejar de jugar a las canicas con Azi, me contestó:

-Yo no fui.

-ƑQué quieres decir? -pregunté sin esperanzas de escuchar una respuesta sensata, pensando cuáles serían mis buenas resoluciones de Año Nuevo.

-Que yo no soy ni sensato ni insensato, tampoco perverso ni lo que pueda ser su contrario. Y sólo a una insensata como tú -me precisó el insolente duende, articulando cada sílaba de sus palabras- se le puede ocurrir que sus resoluciones son buenas. Por eso nunca las cumples. Ni tú ni los otros. Además, en cuanto las anotas, las olvidas... -concluyó revolcándose de risa, imitado por Azimuth.

-ƑPor qué añadir un año a otro nomás porque uno de los millones de planetas del universo da una vuelta a otra de las millares de estrellas moribundas que lo pueblan? -me dijo sin parar de reír.

Conociendo su lógica, siempre aplastante aunque rara vez racional, no contesté. ƑPara qué discutir con un duende sobre las revoluciones, los días y los años, las relaciones entre la distancia y el tiempo? Pero su risa, que no paraba, me dio tal enojo que no pude dejar de observar:

-Y tú, tú ni siquiera sabes tu edad. La cambias como se te ocurre todos los días. Un martes, 3 mil años; otro, 30 mil. Un viernes, 70 siglos; otro, 451. Tu cumpleaños, todos los días...

-No, no todos los días. Sólo cuando de veras cambia mi edad, y no porque me lo ordenen tus reglas arbitrarias -estas dos últimas palabras le encantan, y las repite cuando puede- de uno y uno son dos, o si esto es lo bueno, esto es el mal. Fíjate bien: ''pienso, luego existo'' podrías transformarlo en ''pienso, luego no soy idiota'', cuando pensar no impide pensar en forma idiota. Gracias, no me interesan tus regalos. Y no soy yo quien decide cuándo pasa el tiempo. Si no, por qué hay personas que envejecen más rápido que otros, algunas incluso de repente... A ver, dime, dame una explicación -terminó de argüir, me pareció, casi con burla-. La lógica, tu lógica. ƑPor qué no juegas a las canicas con Azi y conmigo? -me dijo desinteresándose por completo de la discusión.

''Mi lógica, Ƒuna lógica lógica o una lógica impuesta? Arbitraria.'' Como las medidas del tiempo, ese enigma me despertó la curiosidad y decidí releer mis resoluciones de Año Nuevo. En efecto, comenzaban a parecerme dudosas y no tan excelentes ni realizables como al anotarlas, cuando el murmullo de los duendes, inclinados sobre un cuaderno, me llamó la atención. A través de ellos, alcancé a leer sus ''resoluciones''.

1. Anotar lo que se nos ocurra y romper enseguida esta hoja para estar bien seguros de no olvidar estas notas de las que descargamos nuestra memoria en una página. Y, sobre todo, para no encontrarla algún día, comprobar que no cumplimos con ninguna resolución y sentirnos culpables.

2. No prometer nada que nos moleste en lo más mínimo. Es inútil. No lo cumpliremos.

3. No creer que las cosas van a cambiar y menos que cambiaremos nosotros porque pasamos de un miércoles a un jueves igualitos a los otros.

4. Sin hacernos la menor ilusión, procurarnos cuantos gustos no nos causen después remordimientos ni lata alguna.

5. Como le dictamos a Fredy (señalo que así llaman a Nietzsche los duendes y que cuanto libro les gusta creen haberlo escrito ellos mismos), no caer en la trampa de la mañosa esperanza que pospone todo ni en las patrañas de que sufrir es bueno, redime, salva o qué sé yo.

6. Recordar que nada hay bueno bueno ni malo malo.

7. No preocuparse de la política correcta que uniforma a los tontos y los hace creerse guerreros de modernas Cruzadas.

Dejé de leer la lista de sus resoluciones que, de todos modos, iban convirtiendo en confeti a medida que las escribían, y decidí imitarlos.

En efecto, para qué utilizar ese método que consiste en anotar lo que deseamos vaciar de la memoria. Además, para qué tomar resoluciones que nos harán sufrir si las cumplimos, como si no las cumplimos.

Eso es: Año Nuevo, vida nueva.

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