Carlos Martínez García

Justicia, no simulación ni olvido

A la atrocidad que fue el asesinato de 45 indígenas en Acteal se sumó otra injusticia que desembocó en el encarcelamiento de personas que nada tuvieron que ver con la barbarie perpetrada en diciembre de 1997. Esta es la conclusión a que llegaron los líderes de varias denominaciones e Igle-sias evangélicas, por lo cual, después de varios años de infructuosos esfuerzos legales, decidieron hacer una importante movilización ante la Secretaría de Gobernación para ver si así lograban llamar la atención de las autoridades hacia lo que consideran una injusticia que sólo beneficia a los verdaderos autores de la sangrienta salvajada.

El intenso trajinar de las fiestas y vacaciones de los últimos días del año pasado a muchos nos hizo postergar las cotidianas tareas de leer diarios y revistas para informarnos sobre los asuntos que ordinariamente nos interesan. En este tránsito me tomaron los agonizantes días de 2003. Por lo mismo, en su momento, no pude comentar lo sucedido el 22 de diciembre a las puertas de Gobernación.

Ese día, en un acto que revela tanto la emergencia de nuevos liderazgos como nuevas actitudes sobre cómo incidir en la opinión pública desde la especificidad de las Iglesias protestantes, tuvo lugar un mitin para demandar que se reabra el expediente del caso Acteal.

Dado que por estos hechos fueron encarceladas casi 80 personas, que en su inmensa mayoría son de confesión evangélica (sobre todo presbiterianos), desde hace cuatro años, bien de manera personal o con el respaldo de organizaciones evangélicas, distintas personas y equipos se dieron a la tarea de investigar por su cuenta lo que pasó hace seis años en Acteal. Unos y otros llegaron a la misma conclusión: los protestantes encarcelados no fueron quienes planearon ni cometieron la escalofriante matanza.

En los primeros días posteriores al asalto criminal, el EZLN dio a conocer los resultados de sus propias pesquisas de lo que pasó en Acteal. En la primera de sus 19 conclusiones queda totalmente descartada la participación de evangélicos: "No se trata de un conflicto religioso, tanto asesinos como asesinados profesan la religión católica" (Segundo informe sobre la matanza de Acteal, 26 de diciembre de 1997).

No creo que se pueda poner en duda ni la eficacia de las redes que llevaron al EZLN a esta conclusión ni su legítimo interés por evidenciar a los auténticos culpables. Por lo mismo, la aseveración de los líderes evangélicos, sobre que correligionarios suyos encarcelados por lo de Acteal en realidad son inocentes, no puede interpretarse nada más como solidaridad irrestricta hacia quienes comparten su misma fe, aunque es claro que el común denominador confesional cuenta como elemento aglutinador, sino que su acción de defensa es provocada por un interés de que se haga justicia.

Si los 76 evangélicos presos son inocentes y las cuidadosas investigaciones del equipo legal comisionado por la Iglesia Nacional Presbiteriana incluyen numerosas pruebas que exculpan a los encarcelados, entonces Ƒcómo es que esos indios protestantes fueron inculpados por las instancias judiciales?

De manera contundente, los líderes evangélicos que convocaron a la movilización de hace dos semanas respondieron afirmando que, ante las presiones nacionales e internacionales, al gobierno de Ernesto Zedillo le urgía resolver el asunto. En este contexto de resolver cuanto antes lo de Acteal, y por la coincidencia de intereses en Chiapas en instancias del gobierno estatal y complicidades locales, los protestantes vinieron a ser chivos expiatorios a modo. Los evangélicos fueron llevados con engaños a cumplir nada más, se les aseguró, para declarar ante el Ministerio Público lo que supieran sobre la matanza de Acteal. En lugar de solamente cumplir como declarantes se les encarceló y, tiempo después, fueron consignados y sentenciados a más de 30 años de prisión.

Quienes tenemos como campo de estudio a las minorías religiosas en México, principalmente a las comunidades evangélicas, sabemos que se han caracterizado por su alejamiento de los asuntos públicos y políticos nacionales. Incluso cuando padecen la negación de sus derechos a la libertad de creencia y cultos, los protestantes son cautos en denunciar los hechos ante los medios y las autoridades. Por lo mismo, la movilización del pasado día 22 marca un ya basta y anuncia que desde su particularidad confesional van a recurrir a sus amplias redes nacionales e internacionales para defender sus intereses.

El surgimiento de nuevos liderazgos nacionales en las Iglesias evangélicas, y su decisión de hacerse oír, causara que desde la Secretaría de Gobernación intentaran disuadirlos de llevar a cabo el acto. No fructificaron los intentos porque esta vez los protestantes simplemente hicieron caso omiso del llamado y decidieron mostrar su malestar a la opinión pública. Se reunieron para exigir justicia, para que cesen la simulación y el olvido. Para que haya voluntad política de enjuiciar a los verdaderos culpables.