Señala carencia de una legislación que regule el uso sustentable de recursos genéticos

Desconoce México su potencial de especies forestales, revela evaluación de la OCDE

ANGELICA ENCISO L.

Con la segunda tasa de deforestación más alta del mundo, que ha llevado al país a perder 95 por ciento de los bosques tropicales, en México ha crecido el número de especies de flora y fauna en riesgo de extinción y es baja la vigilancia por parte de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) debido a su limitado presupuesto y personal.

En la evaluación del desempeño ambiental de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) sobre México, la segunda desde que la nación es miembro del "club de países ricos", se advierte sobre la carencia de una legislación específica que regule el acceso y el uso sustentable de los recursos genéticos.

Agrega que México es uno de los 12 países megadiversos del mundo y el cuarto en diversidad de especies forestales, pero el conocimiento de ellas todavía no es suficiente, porque el número de especies conocidas es de 65 mil, mientras que especialistas estiman que son al menos 212 mil, ya que hay grupos taxonómicos que aún no han sido estudiados en detalle. Los estados más importantes en cuanto a riqueza de especies son Oaxaca, Chiapas, Veracruz y Guerrero.

Además existen alrededor de 23 mil especies de plantas conocidas, 40 por ciento son únicas del país, y también habría al menos 6 mil especies de hongos. "México es considerado como uno de los centros mundiales más importantes de diversificación genética en las plantas, y una de las áreas donde se originó la agricultura", indica.

Aunque ha crecido la conservación de áreas naturales, la proporción del territorio bajo protección está por debajo del promedio de la OCDE, y de las áreas naturales protegidas (ANP), alrededor de 60 por ciento está bajo la figura de reservas de la biosfera. En México hay 149 ANP, con una superficie de 17 millones de hectáreas.

Gran pérdida

Respecto a la tasa de deforestación, el estudio advierte que entre 1993 y 2000 se perdieron al año 770 mil hectáreas arboladas, de las cuales 510 mil eran bosque tropical, y "es así que México habría perdido más de 95 por ciento de su bosque tropical original, más de 90 por ciento de sus bosques mesófilos y más de la mitad de sus bosques templados".

Precisa que 66 por ciento de la deforestación anual ocurre en áreas de gran valor en biodiversidad, lo que se traslapa con zonas de asentamientos indígenas que se convierten en áreas de cultivo y pastizales, lo cual tiene que ver con los cambios demográficos.

El documento indica que entre las principales causas de la deforestación y de la degradación del bosque están los incendios forestales, los cuales a partir de 1999 han afectado en promedio 300 mil hectáreas al año; la tala ilegal; la ganadería extensiva, principalmente en el norte; el desmonte para practicar la agricultura, y el manejo inadecuado de las áreas forestales.

Destaca que en las zonas boscosas residen alrededor de 12 millones de personas, "la mayoría de ellas marginadas y en pobreza extrema. En las áreas con mayor diversidad, 3.3 millones de personas viven en tales condiciones, por lo que esa población ejerce presión directa excesiva sobre los recursos naturales".

Reconoce que las zonas donde las tasas de deforestación tienden a ser más bajas son las que están bajo propiedad comunal o municipal, cuyos esquemas de manejo son regulados y donde la actividad silvícola se ha convertido en una actividad opcional.

La evaluación indica que sólo 321 inspectores de la Profepa, de un total de 3 mil, monitorean el cumplimiento de la legislación ambiental en las 64 millones de hectáreas de zonas boscosas de México y verifican 4 mil permisos de manejo forestal en las 148 áreas protegidas y a lo largo de 11 mil kilómetros de costa. La tala ilegal y el bosque se han extendido y la deforestación continua en una tasa alarmante.

Señala que para realizar un uso sustentable y eficiente del suelo para la silvicultura y la agricultura se debe reducir la asistencia para la producción agrícola, y también encuentra que otro problema para incentivar esta actividad es la baja rentabilidad de las actividades forestales.