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México D.F. Lunes 29 de diciembre de 2003
10 AÑOS DEL EZLN
El
próximo 1º de enero se cumplen 10 años del levantamiento
del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en favor
de los derechos y la dignidad de los indígenas de México.
Mucho es lo que ha acontecido en esta década y, también,
son considerables las omisiones y las afrentas que la nación mexicana
y sus pueblos originarios han debido enfrentar en este crucial periodo
de la historia del país.
En primer término, cabe destacar las trascendentales
aportaciones que el EZLN ha legado al desarrollo democrático, cívico
e institucional del país. A él se deben tempranas y visionarias
formas de rechazo al Tratado de Libre Comercio de América del Norte,
instrumento que sólo ha beneficiado al gran capital y que, en cambio,
ha deteriorado severamente los niveles de bienestar y competitividad de
incontables productores agrícolas, industriales y comerciantes nacionales.
También corresponde al esfuerzo del EZLN una porción significativa
de los logros en materia democrática que ha experimentado México
en este periodo. Su compromiso con las mejores causas sociales y con el
progreso institucional ha empujado la democratización del país:
basta recordar, para dar la medida de esta aportación, las diversas
consultas ciudadanas auspiciadas y avaladas por el EZLN y, sobre todo,
la vehemente y valerosa reivindicación del derecho de los pueblos
indígenas a elegir su futuro y sus propias formas de organización
y gobierno en el marco de la nación mexicana. La ciudadanización
del IFE, por ejemplo, no puede separarse del profundo proceso de concientización
de la sociedad impulsado en su momento por el EZLN.
Por otra parte, el zapatismo ha sido un factor determinante
para que la sociedad mexicana comprenda y reconozca la dignidad y la respetabilidad
de los pueblos indígenas del país. El EZLN, a diferencia
de las distintas administraciones que han conducido al país en los
últimos 10 años, ha mantenido en todo momento su intención
de trabajar en favor de la paz y ha avalado desde el principio los acuerdos
de San Andrés, textos jurídicos reconocidos por los pueblos
indígenas de México y por amplísimas franjas de la
sociedad como las vías apropiadas para alcanzar la paz en Chiapas
y comenzar a restituir a los pueblos indios los derechos y las prerrogativas
que legítimamente les corresponden. Sin el despertar zapatista del
1º de enero de 1994, el consenso social -nacional e internacional-
en favor de los derechos de los pueblos originarios de México y
su necesaria ubicación en el centro de la agenda del desarrollo
nacional no habrían tenido lugar, al menos de la manera que hoy
conocemos.
Por otro lado, a lo largo de la pasada década,
el EZLN ha denunciado con claridad los vicios y las limitaciones de la
clase política nacional, ha señalado enfáticamente
la necesidad de desactivar los impulsos contrarios al interés de
las mayorías que han caracterizado a los gobiernos de Carlos Salinas,
Ernesto Zedillo y Vicente Fox, y ha sido un actor implacable y moralmente
sólido en la tarea de construir un México más solidario,
justo y democrático.
Desafortunadamente los gobiernos que han regido a la nación
desde 1994 a la fecha no han sido capaces de comprender la trascendencia
de estos señalamientos y no han estado a la altura de las exigencias
ciudadanas. El incumplimiento oficial de los acuerdos de San Andrés
y el continuo estado de militarización y paramilitarización
de las regiones de influencia zapatista dan cuenta de ello. De igual manera,
los pueblos indígenas no han encontrado en estos 10 años
razones para suponer que las autoridades nacionales están realmente
dispuestas a asumir y a atender sus justos reclamos por una vida digna
en el marco de sus formas particulares de organización social, política
y económica. Por ello la lucha zapatista no ha concluido y todavía
tiene un largo y auspicioso camino que recorrer, de la mano de las mejores
y más comprometidas fuerzas sociales y ciudadanas.
Finalmente, ha de honrarse a las numerosas personas que
han brindado su esfuerzo, e incluso su sangre, en el imprescindible afán
de dar a los pueblos indios de México, y a los mexicanos en su conjunto,
mejores oportunidades de vida digna y de desarrollo justo, democrático
e incluyente. Las víctimas de Acteal y de otras repudiables acciones
represivas, los activistas en pro de los derechos humanos que han padecido
la intolerancia y el hostigamiento oficiales y, en general, todos los mexicanos
que han asumido como suya la justa lucha de los pueblos indígenas
merecen un cabal reconocimiento. Por ello, a 10 años del levantamiento
zapatista, las legítimas aspiraciones de los indios de México
y el reclamo por un país más justo y democrático continúan
siendo, en voz del EZLN y de amplios sectores sociales comprometidos con
las más elevadas metas nacionales, parte crucial de la agenda por
la construcción de un futuro mejor para todos los mexicanos.
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