México D.F. Lunes 29 de diciembre de 2003
Se buscaba eliminar barreras al comercio e impulsar
la inversión, según Economía
La meta del TLCAN nunca fue resolver la miseria de
México, dicen autoridades
El rezago en el campo es estructural, no producto del
acuerdo comercial, afirman
MIRIAM POSADA E ISRAEL RODRIGUEZ
Hace una década el gobierno de Carlos Salinas aseguraba
que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) sería
la panacea para la economía mexicana, e incluso disminuiría
la migración de mexicanos a Estados Unidos.
Hoy, ante la cauda de promesas incumplidas, el subsecretario
de Negociaciones Comerciales Internacionales de la Secretaría de
Economía, Angel Villalobos, señaló que los objetivos
del TLCAN eran eliminar las barreras al comercio, impulsar la inversión
y propiciar mejores condiciones de vida en la región, ''pero nunca
pretendió ser el milagro para México, solucionar su pobreza,
aumentar su capital humano o resolver sus limitaciones financieras''.
El
funcionario aseguró que el rezago del campo es estructural y no
producto del TLCAN. No obstante, reconoció que diez años
de tratado comercial no han reducido la brecha entre los estados del norte
y del sur de México ni han beneficiado a estos últimos; sin
embargo, dijo, esto se debe a que las secretarías de Desarrollo
Económico de las entidades más pobres ''no han hecho su trabajo''
para modernizar tecnología y exportar más.
Estado de emergencia
Para el gobierno y las cúpulas empresariales en
el TLCAN no rige la ley del más fuerte, sino la del más preparado
para la apertura comercial. En cambio, para las organizaciones sociales
y campesinas el acuerdo entre México, Estados Unidos y Canadá
no ha generado crecimiento económico, sino más pobreza, desmantelamiento
de la industria nacional, un ''estado de emergencia'' en el campo y la
persistencia de ''sueldos miserables''.
Para la Red Mexicana de Acción Frente al Libre
Comercio (RMALC), la miseria en el campo sí es producto del TLCAN.
Como ejemplo menciona que desde la entrada en vigor del tratado han quebrado
500 mil micro y pequeños productores de carne; además, el
país es cada vez más dependiente de los alimentos importados
y el sector exportador ha generado pocos empleos y de mala calidad.
Angel Villalobos aseguró que el gobierno federal
y el sector empresarial están ''completamente convencidos'' de que
México está mucho mejor con tratado que sin él, ''y
la prueba está en que hay una serie de países tocándole
la puerta a Estados Unidos para tener un acuerdo parecido al mexicano''.
Reconoció que el TLCAN ha tenido costos sociales
y que sólo ha favorecido a aquellas empresas que poseían
tecnología moderna, capacitación y acceso a créditos.
''Los sectores que no lograron esto se hicieron más pequeños
y son de donde provienen las quejas. Se trata de pequeñas y medianas
empresas que no tienen acceso a financiamiento a raíz de la crisis
de 1995 y con las que se debe trabajar para incorporarlas''.
El funcionario argumentó que para cualquier país
la apertura comercial implica costos sociales, ''pero lo importante es
que los beneficios superen a los costos'' y en México, argumenta,
eso se ha reflejado en un superávit comercial de 36 mil millones
de dólares, mayor inversión extranjera directa (IED) y salarios
de 30 a 40 por ciento más altos que los pagados en empleos ''convencionales''.
En cambio, la RMALC reconoce que México ha atraído
más inversión extranjera y que la mitad se ha concentrado
en el sector manufacturero y 25 por ciento en el financiero, pero no se
generaron más empleos pues los capitales foráneos no llegaron
a crear empresas, sino a comprar las ya existentes, lo que ha ''desnacionalizado''
a la economía.
La red también destaca que, luego de diez años,
el contenido de los insumos nacionales en los productos que México
exporta sigue siendo mínimo: en la industria maquiladora es de 3
por ciento.
Mientras, Germán Zárate y Debora Spencer,
investigadores del Departamento de Economía de El Colegio de la
Frontera Norte (Colef) y del Departamento de Economía de la Universidad
Estatal de Nueva York en Cortland, respectivamente, destacaron que desde
la entrada en vigor del TLCAN el empleo informal ha crecido mucho más
rápido que el formal.
Asimismo, consideraron que México debería
recibir una compensación porque la fuga de cerebros se ha agravado
y el país no ha dejado de enviar a Estados Unidos trabajadores calificados
y profesionales cuya preparación no le ha costado al gobierno estadunidense.
En cambio, los trabajadores no calificados enfrentarán
una competencia cada vez mayor y más dificultades para colocarse,
lo que hará a la economía mexicana más dependiente
de las remesas que envían los migrantes desde Estados Unidos.
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