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México D.F. Lunes 29 de diciembre de 2003
Iván Restrepo
Noticias alentadoras en pro del ambiente
Las fiestas de fin de año disipan por unos días el pesimismo de los más críticos y son ocasión para comentar noticias alentadoras, escasas por cierto, sobre el medio ambiente. Me ocuparé esta vez de dos.
La primera es que el año próximo se pondrá en marcha en los países de América Latina y el Caribe un sistema de indicadores ambientales integrado por 25 temas prioritarios. Figuran, entre ellos, los que dan cuentan de la deforestación, la desertificación, el manejo de cuencas hidrográficas, de desechos municipales y los tóxicos y peligrosos generados por la industria o en el sector agrícola y de la biodiversidad. También los referidos al crecimiento urbano, la educación ambiental y el andamiaje legal y burocrático.
Hasta hoy cada país tiene una forma de medir los asuntos anteriores, reunir y divulgar las estadísticas correspondientes. Sin embargo, en muchas ocasiones la forma en que se presentan oculta el origen de los problemas ambientales y las fallas de las estrategias públicas para remediarlos y lograr la participación ciudadana. Por ejemplo, en México se nos dice que perdemos cada año alrededor de 600 mil hectáreas de bosques y selvas, que cada mexicano genera alrededor de kilo y medio de basura al día. Pero las medidas para disminuir esa pérdida la mayoría de las veces se quedan en el discurso burocrático, no llegan a la gente, aliada fundamental en cualquier tarea para evitar la contaminación, conservar la biodiversidad, acrecentar los recursos naturales y elevar el nivel de vida de la población ligada a ellos.
Contar con un sistema de indicadores fue uno de los pocos logros de la cumbre celebrada hace un año en Johannesburgo y va a permitir medir no solamente los daños ambientales que sufre cada país y la región en general, sino también los efectos de las políticas públicas puestas en marcha para evitar la contaminación y el deterioro de los recursos. Y, en una instancia más global, servirá para saber la contribución regional al calentamiento del planeta, al cambio climático que está causando alteraciones y daños por todo el mundo.
Y una segunda noticia, ligada al tema anterior, se refiere al acuerdo con campesinos de 16 estados para conservar cerca de 130 mil hectáreas boscosas, garantizar la producción de agua y combatir la erosión. Para ese fin, a los campesinos se les pagarán entre 300 y 400 pesos por hectárea cada año en ciertas áreas de Baja California Sur, Coahuila, Chihuahua, Durango, estado de México y Distrito Federal. Se trata de un pago por concepto de servicios ambientales, algo que desde hace años diversos especialistas y grupos sociales han solicitado que hagan el gobierno y la iniciativa privada en áreas donde la pobreza obliga a la gente a destruir el bosque y los recursos biológicos que allí existen. Pero como sucede en otros campos de la realidad nacional, las contradicciones están a la orden del día.
Por ejemplo, mientras cerca de Jalapa se apoya financieramente a grupos campesinos para que conserven el bosque, en la misma zona se piensa construir una autopista de paga de cuatro carriles que servirá de libramiento a dicha ciudad. La obra destruirá parte del riquísimo bosque de niebla que allí existe y afectará además los mantos freáticos locales. También se abrió un tiradero para la basura de Jalapa en un sitio ubicado arriba de varias corrientes de agua cristalina. Ni la demanda ciudadana ni la evidencia de que en ambos casos se violan normas legales muy claras logran frenar esos proyectos.
Bienvenido el sistema para medir los principales indicadores ambientales en América Latina y el Caribe, cuya difusión estará a cargo de la oficina regional del Programa de las Naciones para el Medio Ambiente (PNUMA), así como los programas para cuidar en México los recursos naturales. Pero no hay que olvidar que hace mucha falta detener la destrucción, muchas veces patrocinada desde el mismo sector oficial.
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