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México D.F. Lunes 29 de diciembre de 2003
ASTILLERO
Julio Hernández López
Inocencias
Gobierno confirma autoexoneración de cardenal
Historia de mafiosos en Colima
EL SANTO INOCENTE: blanca palomita acabó siendo el cardenal que desde mucho antes se había exonerado aprovechando un desayuno maternalmente cumpleañero en el Agualeguas de este sexenio. Tal como proféticamente se había permitido dar a conocer en agosto del año en curso, Su Eminencia habría de ser objeto de lavado oficial de presuntas culpas, aunque su suerte blanqueada no fue la misma de otros de sus compañeros de armas, como el empresario de juegos de azar José María Guardia López, que en el curso de estas indagaciones perdió una pieza fronteriza importante, el representante de la FBI en El Paso, Texas, Hardrick Crawford, con quien la agencia estadunidense tuvo pocos miramientos a la hora de darle como salida decorosa la renuncia a 23 años de servicio policiaco, por considerar que estaba más que enredado en asuntos mexicanos y por pretender convertirse en juez de esos asuntos al haber dado una conferencia de prensa para declarar su convicción de que Guardia y el cardenal Juan Sandoval eran personas "indoblegables" en su búsqueda de la justicia (recordemos, hermanos, que el señor Crawford había metido la mano al fuego por míster Guardia en presencia de Sandoval, asegurando que el dueño de casinos y demás sacros entretenimientos era hombre probo, honesto y bien chido). Semanas después se supo que la esposa del jefe policiaco, Linda Crawford, cobraba a título de asesora y jefa de relaciones públicas del Hipódromo de Ciudad Juárez, y que esta empresa pagaba varias cuentas del acomedido policía texano, por ejemplo la cuota familiar del Coronado Country Club de El Paso. Crawford sigue siendo investigado por la FBI a causa de "faltas de carácter ético". Sin embargo, la acerada vista de los aguiluchos del general Rafael Macedo de la Concha no alcanzó a encontrar causa de preocupación en los historiales financieros y políticos del cardenal ni de ese consejero y operador financiero tan generoso, José María Guardia, mucho menos del abogado del grupo, el licenciado Provida de nombre José Antonio Ortega Sánchez. Total, que la otra ave de plumajes que sí se manchan en los pantanos institucionales, el doctor Jorge Carpizo, podrá seguir convaleciendo de infartos pulmonares y podrá seguir haciendo todos los berrinches que quiera pero, oficialmente, el santo inocente Sandoval y sus santitos amigos son, obviamente, inocentes. También es cierto que los hermanos Arellano Félix, jefes de la plaza de Ciudad Juárez, jamás contribuyeron con centavo de dólar alguno para la construcción de iglesias y otros inmuebles de interés religioso que Su Eminencia logró desarrollar con limosnas ajenas al narcotráfico en aquella zona fronteriza, en la que fue obispo antes de ser llevado a Guadalajara. Amén.
EN COLIMA, MIENTRAS tanto, la historia de la presunta confirmación del triunfo del ahijado político de Fernando Moreno Peña parece cuento de los Santos Inocentes: la presidenta del Tribunal Estatal Electoral está en camino de ser encarcelada mediante tretas legaloides del aparato fernandista vengativo; uno de los magistrados miembros de aquel consejo fue amenazado de muerte en la madrugada previa al momento en que debían ser juzgados los nuevos comicios colimenses y, a la hora de la votación, el amenazado de muerte se desdijo de un dictamen contrario al PRI que ya había firmado y se convirtió en furibundo defensor de la victoria priísta que así, con un insoportable olor a película de mafiosos, fue anunciada como hecho consumado en una entidad donde, como en ningún otro lugar del país, el poder electoral fue doblegado ejemplarmente.
ASOMESE EL AMABLE lector al cochinero hecho por Moreno Peña en Colima: a unas horas de que fuese presentado el dictamen ya firmado por él y por otros magistrados del Tribunal Estatal Electoral, Gonzalo Flores Andrade dijo haber sido amenazado de muerte por teléfono. Era tanto su miedo que a las 4 de la mañana se presentó, junto con dirigentes del PAN y del PRD, en la casa de gobierno, donde el mandatario interino, Carlos Flores Dueñas, luego de escucharlos a todos, pidió hablar a solas con el magistrado tembloroso. Esa plática duró unos 20 minutos y, a la salida, Flores Andrade, que antes se había declarado totalmente fuera de su propio control, apareció tranquilo aunque con una decisión diversa a la que había aprobado con su firma: no estaba de acuerdo en anular la votación de las casillas ubicadas en Tecomán, el municipio donde el mapachismo de Moreno Peña había fabricado el triunfo de Gustavo Vázquez Montes. Al anular esos resultados, el PRI perdía los comicios extraordinarios y el PAN quedaría como ganador. Pero Flores Andrade ya no opinaba igual e incluso se iría contra la presidenta del tribunal, María Elena Adriana Ruiz Visfocri, a quien luego acusarían penalmente el propio amenazado de muerte, más otro magistrado, de haber sustituido el dictamen, según eso original, en el que no se anulaban los resultados de Tecomán. Con base en esa acusación hecha ante un agente del Ministerio Público local, el PRI y el fernandismo estaban presionando todavía ayer para que se girara orden de aprehensión contra la presidenta Ruiz Visfocri.
SI ALGUNA DUDA quedara de que en Colima se han asentado políticamente las fuerzas del narcotráfico, y que la colusión de esos poderes (el político y el narco) significa una amenaza para la sociedad colimense, bastaría con asomarse a las noches terribles de estos días, en que la pandilla de Moreno Peña ha querido cerrar el paso, con presuntas validaciones locales conseguidas con amenazas mafiosas, a la resolución definitiva que pronto deberá tomar el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (adonde este sábado fueron los presidentes nacionales del PAN y el PRD para demandar solución), que ya antes, por menos de lo sucedido ahora, anuló los primeros comicios. Fax: 5605-2099 [email protected]
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